Ocupar en una encrucijada Un llamado a la
acción de masas contra la represión del Movimiento Ocupar
Del sitio de
web Revolución 30 de diciembre de 2011
En los últimos meses hemos presenciado algo muy distinto en Estados Unidos.
Unas personas de muchos sectores de la sociedad se unieron para ocupar espacios
públicos en casi mil ciudades en Estados Unidos. Se enfrentaron a la despiadada
violencia de la policía, abrieron paso en medio de los confines de "la protesta
acostumbrada" y sobre la marcha, construyeron comunidad. Aun ante los intentos
de los medios de comunicación de poner en ridículo, distorsionar y satanizar las
protestas, su mensaje básico empezó a cundir en el público. Las personas en todo
el país —y aun en todo el mundo— prestaron atención y se animaron por los actos
de esos manifestantes valientes y creativos.
Empezaron a cambiar las condiciones políticas del discurso; el modo de pensar
congelado de los estadounidenses empezó a descongelarse. Plantarse contra la
brutalidad y arrestos injustos se volvió una medalla de honor. La gente empezó a
escuchar y leer las historias de algunas de las víctimas de esta crisis
económica y a compartir las suyas. Sobre todo, al extenderse las protestas a
ciudad tras ciudad, la ocupación de espacios públicos por la gente hizo abrir el
debate y suscitó grandes preguntas entre millones de personas acerca de qué
clase de sociedad es ésta y lo que debería ser. ¿Por qué existe tal pobreza y
necesidad en medio de un pequeño grupo relativo de personas que amasan obscenas
cantidades de riqueza? ¿Por qué parece que las instituciones políticas de la
sociedad sólo sirven a ese grupito? ¿Por qué tantos jóvenes tienen la impresión
de que tienen ante sí un futuro tan incierto? ¿Por qué sigue acelerándose la
demente destrucción del medio ambiente? Al final, ¿qué se necesita para superar
todo eso?
Aquellos que de hecho ejercen el poder en este país consideraron que estas
protestas, y estas preguntas, son peligrosas, y reaccionaron en consecuencia.
Vez tras vez aquellos que ejercen el poder violaron sus propias leyes y
ordenaron que la policía rocíe gas pimienta, golpee con porras y dispare botes
de gas lacrimógeno contra las cabezas de aquellos que no hacían sino de manera
no violenta expresar su disentimiento y buscar comunidad. En las últimas semanas
la situación alcanzó su punto álgido en los ataques coordinados y sistemáticos
contra todas las ocupaciones principales. De hecho, la alcaldesa de Oakland
admitió por la BBC, que había participado en conferencias telefónicas que
coordinaron la estrategia nacional contra los ocupantes. Para colmo, en otra
demostración flagrante de fuerza y poder ilegítimo, procuraron impedir que los
periodistas y fotógrafos cubrieran estos actos de represión, a menos que
estuvieran "encamados" con la policía.
Hablando directamente pero con la verdad, el estado planeó y desató una
violencia y represión franca y sistemática contra unas personas que intentaban
ejercer unos derechos que supuestamente están garantizados. Esta respuesta de
parte de aquellos que ejercen el poder en esta sociedad es pura vergüenza desde
el punto de vista moral y es profundamente ilegítima desde el punto de vista
legal y político.
Hoy, este movimiento está en una verdadera encrucijada. ¿Acabará disperso,
orillado hacia los márgenes o cooptado? ¿O volverá con más fuerza? Esta misma
pregunta se presenta hoy, de manera muy nítida.
Hay algo que ya está claro: si se permitiera que siguiera en pie
esta ola ilegítima de represión… si las autoridades lograran reprimir o marginar
a este nuevo movimiento… si la gente de nuevo resultara "acorralada", en los
sentidos literal y simbólico, la situación sería mucho peor. ES
NECESARIO OPONERSE EN MASA A ESTA REPRESIÓN Y ECHARLA POR TIERRA.
Además, hay algo más que también está claro: los movimientos crecen y
solamente pueden crecer mediante su respuesta a la represión con una
movilización aún mayor y poderosa.
La necesidad de tomar acción es urgente.
Como primer paso en la necesaria repuesta, muy pronto tiene que haber una
enorme movilización política por un día, o días, que diga ¡NO!
a este intento de suprimir con brutalidad y violencia el pensamiento y la
expresión. Ante todo, esta movilización debería darse en Nueva York, donde nació
el movimiento… pero a la vez debería repercutirse poderosamente por todo el país
y sí, todo el mundo. Éste es un llamado a llevar a cabo enormes
manifestaciones, pronto, en espacios públicos en que puedan tener el máximo
impacto y efecto sobre la sociedad y en que las autoridades no puedan acorralar,
reprimir y de otro modo intentar marginar a estas manifestaciones.
Estas manifestaciones tienen que ser lo suficientemente grandes como para
demostrar claramente que la gente no tolerará lo intolerable… que la gente no se
acomodará a lo que es tan manifiestamente injusto. Tales
manifestaciones, junto con las iniciativas para llegar al pueblo y construirlas,
pueden sacar a muchas más personas de la simpatía pasiva hacia el apoyo activo y
pueden despertar e inspirar a otros millones de personas que todavía no han
estado tocadas. Tales manifestaciones pueden responder poderosamente a los
esfuerzos del "1%" de aplastar y/o desviar este movimiento amplio. Los miles y
miles de personas en las calles, en acciones conjuntas, pueden hacerse de nueva
iniciativa y cambiar la ecuación política entera. Las cuestiones urgentes que
Ocupar ha planteado, y otras cuestiones urgentes que están por plantearse en
este movimiento, pueden volver a repercutir, de manera más poderosa que
antes.
No puede continuar sin respuesta la represión del
movimiento Ocupar. A actuar.
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