¡Egipto estalla!
Revolución #224, 6 de febrero
de 2011
Nota de la redacción: Al cierre de esta edición, avanza
velozmente la marcha de los acontecimientos en Egipto. Busque novedades en
revcom.us.
Un enorme levantamiento valeroso ha estallado en todo Egipto, el país árabe
con mayor población, y los jóvenes están en las primeras filas. Hacia donde va a
llegar finalmente, y hasta dónde, está por determinarse. Pero el levantamiento
ya es, y podría ser en aun mayor medida, un elemento importante para sacudir el
orden reaccionario del mundo, dándoles oxígeno a todos aquellos sedientos de
liberación o incluso descontentos con el orden actual.
Ira: Amplia y profunda
Durante tres décadas terribles, el régimen de Hosni Mubarak en Egipto impuso
“la estabilidad” por medio de lo que los grupos de derechos humanos describen
como “la epidemia de tortura en Egipto” contra todo tipo de opositor del
régimen, y desde los años 90 en especial contra “los disidentes laicos e de
izquierda”, así como “grandes cantidades de ciudadanos comunes y corrientes”
(Human Rights Watch, 2004).
Pero durante el lapso de cerca de una semana, surgieron protestas que se
convirtieron en un levantamiento nacional con la participación de amplias capas
de la sociedad, que desafiaron el gas lacrimógeno, las porras y fusiles y
exigieron el fin al régimen.
La actual marcha de los acontecimientos empezó en otra parte del mundo árabe.
El 17 de diciembre de 2010, Mohammed Bouazizi, un vendedor ambulante tunecino de
26 años, se inmoló para protestar por la confiscación de su fruta y verdura por
parte de la policía. Su acto tocó una fibra por todo Túnez, un país del norte de
África (como Egipto) agobiado por el aumento de los precios de las necesidades
básicas y por el desempleo generalizado. El régimen de Zine al-Abidine Ban Ali
suprimió la escalada de confrontación entre el pueblo y el régimen con
violencia, pero las olas de protesta, represión y más protesta forzaron a Ben
Ali a irse del país en 14 de enero. Las protestas continúan en Túnez al exigir
la gente que todas las autoridades conectadas con el régimen de Ben Ali salgan
del gobierno (ver “The
good news from Tunisia” de la edición en inglés del Servicio Noticioso Un
Mundo Que Ganar).
La caída del brutal régimen de Ben Ali tuvo un impacto electrizante por todo
el mundo árabe. Brotaron protestas por toda Argelia: en cuatro días de protestas
a principios de enero, la policía hirió a cientos de personas y mató a por lo
menos tres. También brotaron protestas grandes en Yemen, el país más pobre de la
región.
El 25 de enero, activistas egipcios, utilizando en gran parte el Internet
para organizarse, aprovecharon la fecha de la conmemoración oficial de la
policía. Hicieron circular por Facebook un llamado a un “Día de revolución
contra la tortura, pobreza, corrupción y desempleo”, el cual firmaron 100.000
personas, y que tenía como objetivo “poner fin al silencio y la sumisión
respecto a lo que pasa en nuestro país”. Miles de personas marcharon por El
Cairo hacia las oficinas del partido en el poder, el Partido Democrático
Nacional, así como al Ministerio del Exterior y la televisión estatal. Protestas
semejantes tuvieron lugar por todo el país. Cuando la policía les echaba gas
lacrimógeno y cañones de agua, los manifestantes gritaban: “¡Abajo Mubarak!”
Otras protestas del 25 tuvieron lugar en la ciudad mediterránea de
Alejandría, las ciudades de la delta del Nilo, Mansura y Tanta, y las ciudades
del sur, Asuan y Assiut.
Al extenderse el levantamiento, la represión aumentó y en respuesta estalló
más protestas. Las autoridades echaron gas lacrimógeno y balas de goma y
clausuraron el Internet y mensajes de texto. Un artículo en el periódico inglés
el Guardian informó que aun antes de eso, aparecieron volantes anónimos
que aconsejaban a la gente que difundieran materiales organizativos “por correo
electrónico y fotocopias, pero no por los medios sociales como Facebook y
Twitter, los cuales son monitoreados por las fuerzas de seguridad” (“Egypt
Protest Leaflets Distributed in Cairo Give Blueprint for Mass Action”, UK
Guardian, 27 de enero de 2011).
Durante los días posteriores al 25, los manifestantes chocaron con la policía
en los barrios marginales de El Cairo y en el centro de la ciudad con los
museos, hoteles de turismo, oficinas gubernamentales y embajadas de otros países
(en ese distrito se realizaron muchas protestas televisadas). Ocuparon o
incendiaron unas oficinas del gobierno y la policía. Al Jazira informó que la
policía dejó a por lo menos tres manifestantes muertos cuando éstos trataron de
tomar por asalto el odiado Ministerio del Interior, sede del aparato represivo.
Otro blanco de las protestas fue el Ministerio del Exterior, tristemente célebre
por defender y promover la colaboración de Egipto con Israel, incluyendo el
bloqueo inhumano de la Gaza.
En Mahalla al-Kobra, el centro de la industria textil, la policía antimotines
echó gas lacrimógeno contra los obreros lanzapiedras. El conflicto ha estado
especialmente feroz en la ciudad de Suez donde está centrada la creciente
economía de maquiladoras. Al Jazira informó que la policía dejó a once personas
muertas y 170 lesionadas allí.
En el vasto desierto estratégico y escasamente poblado del Sinai, que colinda
con la región de la Gaza de Palestina e Israel, sucedieron tiroteos entre
cientos de personas tribales beduinas y la policía.
Grandes sectores de las capas privilegiadas de la sociedad egipcia se han
unido a las protestas. Al Jazira informa que unos abogados tomaron las calles en
Alejandría, y la ciudad Toukh en la delta del Nilo al norte de El Cairo. Jack
Shenker, un corresponsal en Egipto por el Guardian le dijo a
Democracy Now! que en las protestas participan “personas de la clase
media que en general gozan de un estándar de vida bien cómodo... Tienen mucho
que perder, pero no obstante tienen motivos para salir a la calle, ser
aporreadas, golpeadas por cañones de agua, llevadas al desierto [donde la
policía egipcia suele botar a los manifestantes a que tomen y brutalicen]” (Jack
Shenker, sobre las protestas en Egipto: “Fear Barrier Seems to Have Been
Broken”, Democracy Now!, 27 de enero de 2011).
Hablando de la atmósfera y la importancia de todo esto, un corresponsal
escribió: “Mientras comisarías de policía e instalaciones del ministerio del
interior siguen ardiendo en la noche en muchas ciudades egipcias, el Mundo Árabe
está despertando a un nuevo amanecer. He vivido en El Cairo 18 años y jamás he
tenido la sensación de esperanza cautelosa que existe en Egipto hoy, en
particular entre las y los jóvenes que sienten por la primera vez en la vida que
es posible que determinen sus propios destinos” (“Egyptian Youth And New Dawn
Hopes”, de Firas Al-Atraqchi, Al Jazira, 29 de enero de 2011).
Mubarak maniobra
El viernes 28 de enero, después de tres días de levantamientos, Mubarak
apareció en la radio y televisión, con el objeto de expresar un tono de
conciliación. Despidió a su gabinete (algo que ha hecho en el pasado) pero éste
se negó a renunciar. Defendió la represión violenta maciza contra las protestas,
afirmando que “la manera en que las fuerzas de la policía lidiaron con nuestra
juventud” era “tomar la iniciativa para protegerlos... antes de que esas
protestas se convirtieran en motines que amenazaran al sistema y obstruyeran la
vida cotidiana de los ciudadanos”. Prometió “mayor rapidez para detener el
desempleo, mejorar las condiciones de vida, combatir la pobreza y confrontar
firmemente la corrupción”. Pero su mensaje esencial era una amenaza ominosa de
“defender la seguridad y estabilidad de Egipto”.
Al extenderse el levantamiento, fuerzas que al principio se quedaron con los
brazos cruzados se unieron a la refriega y participaron en las protestas, desde
la Sociedad de los Hermanos Musulmanes proscrita y grande hasta el ex inspector
de armas de la ONU, Mohamed El-Baradei.
Al cierre de esta edición, se ha desplegado el ejército en las calles y la
situación sigue estando muy tensa por todo Egipto.
Una sociedad sin futuro para la
juventud
La edad promedio en Egipto es 24, con un tercio de la población menor de 15
años. Los jóvenes, entre ellos aquellos con medios para la educación superior,
no ven futuro para sí mismos. De acuerdo al Banco Mundial, la tasa más alta de
desempleo en el país está entre los graduados de la universidad. Los turistas en
Egipto frecuentemente se sorprenden de ver a los jóvenes vendiendo tarjetas
telefónicas en las calles o las jóvenes detrás del mostrador de un hotel de
turistas que tienen estudios superiores de una universidad europea.
Y se da esta situación en medio de una sociedad agobiada por la pobreza. Si
bien una pequeña elite vinculada al régimen vive en el lujo, las cifras
oficiales ubican la tasa de pobreza en Egipto en un 23.4% en 2010, en
comparación con el 20% del año anterior. Y a la vez, las personas han sido
golpeadas con los precios de los alimentos por las nubes. En los últimos seis
meses, el precio de los tomates (una parte esencial de la dieta egipcia) se ha
sextuplicado. Los precios de carne roja y de aves se han duplicado.
En El Cairo asfixiado por el esmog, donde viven ocho millones de egipcios,
cinco millones viven en tugurios de crecimiento descontrolado, a menudo sin
acceso a los servicios básicos como agua potable, sanidad y electricidad.
El rol de Estados Unidos y la conexión
israelí
Justo después de que el discurso de Mubarak fuera denunciado como promesas
vacías y amenazas ominosas a través de la sociedad egipcia, el presidente Obama
habló por radio y televisión para decir que acababa de hablar por teléfono con
Mubarak. Al parecer, se redactó el discurso de Obama con el fin de dar una
apariencia de tener simpatías con el pueblo egipcio, a la vez que procuraba
crear un camino hacia la credibilidad para este régimen y posicionando a Estados
Unidos para que tenga credibilidad y espacio para maniobrar si Mubarak es
obligado a dejar su puesto.
Obama formuló sus comentarios con el señalamiento que la “íntima relación de
Estados Unidos con Egipto… lo que incluye el trabajo mutuo para promover la paz
en la región”. Esa “íntima relación” se forjó cuando el presidente egipcio Anwar
al-Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin firmaran el “Acuerdo de
Camp David” en 1978, bajo el mecenazgo de Estados Unidos. Ese tratado signó un
importante punto de viraje en el Medio Oriente, el cual en lo básico garantiza
que Israel no emprendiera un choque militar contra el país más poblado en el
Medio Oriente a cambio de que Estados Unidos consolidara al régimen de Sadat (y
más tarde Mubarak) en el poder con enormes cantidades de ayuda militar.
El Acuerdo de Camp David le dio una valiosa libertad para que Israel
continuara e intensificara la opresión del pueblo palestino y sirviera a los
intereses del imperialismo estadounidense (vea más información sobre Israel y su
rol en la región y el mundo en “¿Bastión de ilustración O matón
para el imperialismo? El caso de Israel”). En resumen, ese acuerdo
constituyó en los hechos una traición criminal y vergonzosa contra el pueblo
palestino, cuyo espíritu y dirección Mubarak ha continuado profundizando.
Tanto en su enmarañamiento en los tentáculos económicos del capitalismo
global como su rol político y militar como un baluarte regional de Occidente y
sobre todo los intereses de Estados Unidos, Egipto es una nación oprimida en que
el imperialismo estadounidense determina fundamental y a veces muy directamente
las relaciones y la vida del pueblo. Durante las últimas dos décadas, Egipto ha
sido el segundo receptor más grande de “ayuda” militar estadounidense, una buena
parte de la cual va a las fuerzas armadas o se canaliza a comprar la lealtad un
sector de la elite corrupta. El capital del imperialismo extranjero impulsa el
“desarrollo” económico de Egipto: las maquiladoras de Suez, la economía basada
en el turismo y la operación y funcionamiento del estratégico Canal de Suez. Los
intereses del imperialismo estadounidense dictan el rol militar y político de
Egipto de colaborar con Israel y su represión de los palestinos.
Solo se podrá romper las cadenas de la dominación imperialista arrebatando a
Egipto de la red global y sistema del imperialismo. Eso requiere y se puede
lograr por medio de una revolución de nueva democracia, que es la primera etapa
de una revolución socialista dirigida por el proletariado en una nación oprimida
y forma parte de la revolución comunista mundial con el objeto de eliminar toda
la opresión y explotación mundial.
Gran potencial… grandes desafíos
Una nueva generación de jóvenes árabes ha anunciado que está harta y lista a
morir a fin de hacer un cambio de la manera en que se gobierna la sociedad. Muy
naturalmente tienen muchas ideas diferentes sobre qué tipo de cambio se
necesita. ¡Eso es algo muy bueno! Ha empezado todo un proceso por medio del cual
las personas empiezan a aprender acerca del mundo a la vez que lo
transforman.
Existen muchos escollos peligrosos que tendrán que atravesar en el camino…
pero nada más lo que ha pasado hasta ahora —este osado levantamiento a escala
masiva— es un gran logro y un gran avance por derecho propio.
Las auténticas revoluciones —los cambios profundos de base de la naturaleza
esencial de una sociedad— no surgen espontáneamente de los levantamientos (ver
el recuadro “Una
lección profunda… y un reto profundo” en este número). Pero el calibre de la
sublevación que está estremeciendo a Egipto y extendiéndose a través del mundo
árabe podría ser un importante ingrediente en que prenda los sentimientos
revolucionarios y fortalezca el impulso hacia la organización
revolucionaria.
La osada juventud de Egipto ha arrojado un desafío. Todos los que quieren ver
que otro camino surja en este mundo de opresión están convocados a que les den
apoyo político. Una forma importante de hacerlo es distribuir ampliamente en la
sociedad este número de Revolución, para que la gente pueda conocer la
verdad lo que está pasando. Sería un error serio lo de subestimar la manera en
que algo como esto está cambiando el modo de pensar de la gente, incluso en
Estados Unidos, quienes ayer pensaban que un cambio real era imposible.
Esto también es un momento para difundir y promover ampliamente El comunismo: El comienzo de
una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados
Unidos: dar a conocer a la gente, tanto de esa parte del mundo así como
a todos los demás cuyos oídos estén prestando atención a los sones de la
liberación, que la única respuesta a esta locura es la revolución comunista y
dejarles saber qué tipo de revolución comunista.
Desde las manifestaciones contra los esfuerzos estadounidenses de reprimir el
levantamiento en Egipto, hasta los foros, tanto formales como los encuentros en
la calle, existe una oportunidad para conectar a la gente con soluciones reales
a todo esto, a la vez que nos unimos con las personas para resistir los
esfuerzos israelí-estadounidenses de apuntalar a Mubarak y/o de otra forma
desviar y/o reprimir la lucha. Existe un momento para conectarse muy ampliamente
a aquellos que este levantamiento está inspirando — de escuchar sus
sentimientos, aprender de sus experiencias y cómo están viendo la situación y
dejarles saber del movimiento para la emancipación de toda la humanidad de
todas las cadenas de la opresión y de conectarlos con el mismo: el
movimiento para la revolución y el comunismo.
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