Intensificación de violencia: Estados Unidos
lanza ofensiva masiva en el sur de Afganistán
Larry Everest Revolución en línea, 23 de febrero de
2010
Sábado, el 13 de febrero, Estados Unidos y sus aliados lanzaron su más grande
ofensiva militar en Afganistán desde la invasión norteamericana en 2001. Unas
6.000 tropas de los gobiernos estadounidense y afgano se trasladaron —por aire y
tierra— hacia Marjah, un pueblo de 80.000 ubicado en la provincia de Helmund en
el sur de Afganistán en la frontera con Pakistán. Este ataque es parte de una
más grande ofensiva en que participan 15.000 tropas de Estados Unidos, Bretaña,
Canadá, Dinamarca, Estonia y el gobierno afgano. Es el primer tiro de la nueva
estrategia de guerra y del aumento de 30.000 tropas de Barack Obama, lo que él
había anunciado el diciembre pasado.
Estados Unidos dice que hace todo lo posible para evitar víctimas civiles,
pero en los primeros días de la ofensiva murieron al menos 19 civiles, entre
ellos 12 que murieron cuando un cohete norteamericano cayó en su casa. Diez eran
de la misma familia y seis eran niños. Al inicio las fuerzas de Estados Unidos y
la OTAN afirmaban que un cohete había caído a 300 yardas fuera de su marco. Dos
días después la OTAN cambió su cuento, diciendo que el cohete no había caído
fuera de su marco y que combatientes del Taliban habían estado dentro o cerca de
la casa. Mientras que pasaba esto, un bombardeo norteamericano mató a cinco más
civiles e hirió a dos otros en la Provincia vecina de Kandahar. Estados Unidos
también afirma haber matado a 120 supuestos combatientes del Taliban, y puede
ser que muchos de ellos hubieran sido en realidad civiles (“NATO says its
rockets killed 12 Afghan civilians,” Reuters, 2/14; “Missile that killed Afghan
civilians not faulty: NATO,” Reuters, 2/16; PBS Newshour, 2/18).
Existen informes contradictorios acerca de cuántos residentes de Marjah
huyeron de sus casas antes de la ofensiva, pero el número puede llegar hasta
4.000. Y los que quedan en sus casas pueden estar encerrados adentro o atrapados
en redadas residenciales o combates. Pueden ser víctimas de tropas
norteamericanos que patean sus puertas, o sufrir por falta de acceso de comida,
agua y medicina. La ONG italiana Emergency ha dicho que 22 pacientes no pudieron
llegar al hospital más cercano en Lashkar Gah, la capital provincial, por
controles militares y bloqueos. Seis murieron porque se bloqueó su evacuación.
Emergency denunció lo que llamó “crímenes de guerra severos” por las fuerzas
norteamericanas (Democracy Now!, 2/16, 2/17).
Un residente de Marjah evacuó a su familia porque tenía miedo del “peor
ataque en la historia…Siempre cuando toman por asalto una aldea, a los soldados
extranjeros nunca les importan las víctimas civiles para nada. Y al final del
día reportan las muertes de mujeres y niños como muertes del Taliban”
(“Thousands of Civilians Flee Afghan Region as NATO Plans Onslaught,”
Guardian/UK, 2/6).
Ya que las noticias de Marjah llegan de fuerzas militares estadounidenses y
de la OTAN o de reporteros burgueses incrustados en el ejército es posible que
el nivel de muertes y del sufrimiento sea mucho más alto de lo que se informa. Y
puede ser que las pesadillas solamente estén por empezar para la gente de Marjah
y el sur de Afganistán. Estados Unidos ha encontrado resistencia significativa y
ha llamado por refuerzos de helicópteros de ataque. Operaciones de limpieza
residenciales, el combate y el bloqueo de Marjah pueden seguir por semanas. Y
hay informes que indican que el próximo marco de Estados Unidos será la ciudad
mucho más grande de Kandahar. Todo esto señala la posibilidad de mucho más
muertos o heridos, y mucho más privación y sufrimiento (Washington Post
y LA Times, 2/17).
Antecedentes de la ofensiva
Estados Unidos ha luchado contra el Taliban en Afganistán (y cada vez más en
Pakistán) durante los últimos ocho años. Los talibanes son fundamentalistas
islámicos reaccionarios que reforzaron relaciones sociales y castigos bárbaros,
especialmente para mujeres, y causaron horrendo sufrimiento cuando gobernaron
Afganistán entre 1996 y 2001.
Estados Unidos, Pakistán y la Arabia Saudita habían forjado y organizado el
Taliban y otras fuerzas fundamentalistas o yihadistas durante los años 1980 para
combatir la Unión Soviética, que había llegado a ser una potencia imperialista y
estaba ocupando Afganistán. Esto tuvo éxito: se derrotó a los soviéticos y se
les obligó a retirarse en 1989. Dos años después en 1991 la Unión Soviética
colapsó, lo que dio a los imperialistas norteamericanos una victoria histórica,
alterando radicalmente el terreno político e ideológico del mundo. Irónicamente,
durante la década siguiente, se intensificó y creció el ámbito del choque entre
el imperialismo norteamericano y las fuerzas fundamentalistas islámicas, que
habían luchado juntos contra la Unión Soviética. Muchos factores estaban en
juego. La derrota de los soviéticos envalentonó a los islamistas, mientras que
se enojaban cada vez más por Estados Unidos y sus aliados en el Medio Oriente.
Después de la retirada soviética, los gobernantes de Estados Unidos concentraron
su atención en otras partes y abandonaron a sus anteriores aliados que entraran
en una sangrienta guerra civil por el control de Afganistán. La brutal represión
de Israel al pueblo palestino, la invasión y destrucción de Irak por Estados
Unidos en 1991 y las bases militares con masivas fuerzas estadounidenses en la
Arabia Saudita y otros estados del Golfo — todos alimentaron sentimientos
islamistas contra Estados Unidos.
Entretanto, la penetración económica y social más profunda de la región por
Estados Unidos modernizó ciertos aspectos de esas sociedades, mientras socavaba
las relaciones tradicionales, y esto también avivó la ira y oposición de los
fundamentalistas religiosos. En conjunto, todo esto llevó al inicio del
conflicto abierto entre Estados Unidos y las fuerzas islamistas que empezaron a
llevar a cabo operaciones guerrilleras contra Estados Unidos en la región.
(Es también el caso, aunque explorarlo estaría fuera del ámbito de este
artículo, que la derrota de la primera ola de revoluciones comunistas después de
la muerte de Mao Tsetung en 1976, y la subsiguiente restauración del capitalismo
en China, seguida por el colapso de la Unión Soviética en 1991, en aquella época
una potencia imperialista que se hacía pasar por estado socialista, tuvieron un
impacto importante en el terreno político e ideológico mundial y proveyeron una
abertura para que las fuerzas islamistas reaccionarias dirigieran la oposición
contra Estados Unidos.)
Para 1996 el gobierno pakistaní había ayudado a instalar el Taliban en
Afganistán para estabilizar el país bajo un gobierno islámico muy represivo y
usarlo como contrapeso a las ambiciones de la India en Afganistán y la región.
Estados Unidos trató de tener relaciones con el régimen del Taliban para avanzar
sus objetivos regionales pero no tuvo éxito. En la clase dominante
estadounidense estaba emergiendo un consenso, que los ataques del 11-S
solidificaron, que el fundamentalismo islámico estaba llegando a ser un
obstáculo clave para los objetivos de Estados Unidos. Los gobernantes de Estados
Unidos concluyeron que tendrían que vencerlo y que se necesitaba una
reestructuración de toda la región para minar esas fuerzas y asegurar la
hegemonía de Estados Unidos. En octubre de 2001 Estados Unidos invadió
Afganistán y derrocó el Taliban como parte de un plan general de lograr estos
objetivos.
Desde 2001 la brutalidad reaccionaria de la “guerra contra el terror” de
Estados Unidos y su ocupación de Afganistán han alimentado el fundamentalismo
islámico en toda la región, incluyendo el resurgimiento del Taliban en
Afganistán. Se ha obligado a muchos allí a oponerse a la ocupación yanqui y a su
régimen títere de Karzai, o a tolerar o apoyar el Taliban.
Las fuerzas norteamericanas han matado a miles de afganos y detenido,
encarcelado y torturado a muchos más. Estados Unidos instaló una cábala odiada
de caudillos militares y agentes de poder que explotan el pueblo afgano y cuyo
poder se basa en preservar las relaciones sociales y económicas feudales y
patriarcales y las leyes islámicas, particularmente en cuanto a las mujeres (que
se diferencian muy poco de las que reinaban durante el gobierno del Taliban).
Así que después de ocho años de ocupación la vida sigue siendo un horror para el
pueblo: la expectativa de vida se ha reducido a 43,1 años, el analfabetismo de
los adultos se ha incrementado al 23,5% y uno de cada tres niños con menos de
cinco años de edad está desnutrido.
El 87% de las mujeres afganas sufren del abuso en sus casas, los asesinatos
de honor y la violación están en aumento y la gran mayoría de las mujeres quedan
esclavizadas en sus casas bajo el control de familiares varones. El año pasado
el gobierno de Karzai instalado por Estados Unidos aprobó una ley dirigida a la
población chiíta de Afganistán (entre 10 y 15% del total) que les otorgó a los
hombres el derecho de privar de comida a sus esposas si rechazaban las demandas
del marido por el sexo. La ley también les obliga a las mujeres chiítas a
conseguir el permiso de su marido para salir de la casa “salvo bajo
circunstancias extremas” (“Mientras que Obama manda más tropas…Afganistán:
Lacayos de Estados Unidos legalizan la violación marital y otras leyes
antimujer”, Revolución, 19 de abril de 2009, http://www.revcom.us/a/162/afghan_rape-es.html;
“Afghan Husbands Win Right to Starve Wives,” New York Times,
8/17/09).
Según se informa, el Taliban hoy tiene una presencia fuerte en Marjah, la
provincia de Helmund y la provincia vecina de Kandahar. Estas provincias están
en la frontera con Pakistán, cuyo gobierno ha permitido al Taliban, al menos
ahora, tener un refugio para basar sus operaciones (el gobierno pakistaní ha
apoyado el Taliban para avanzar sus propios intereses en Afganistán y en la
región, y su apoyo secreto también ha sido clave para el resurgimiento del
Taliban). Entretanto en la región ha habido una falta de autoridad y control del
gobierno afgano pro-norteamericano dirigido por el presidente Hamid Karzai. La
ofensiva de Marjah es parte de una ofensiva más grande que se supone durará unos
meses dirigida a tomar control de un arco de 200 millas que incluye las ciudades
importantes en Helmund y Kandahar, y sacar al Taliban de sus principales bases
de apoyo (y esta ofensiva en particular es parte de una intensificación más
amplia que Obama ha ordenado y que también abarca Pakistán).
Estados Unidos está haciendo una ofensiva propagandística para representar su
operación militar como un esfuerzo justo y humanitario para ayudar el pueblo de
Helmund. El ejército estadounidense insiste que está haciendo todo lo que puede
para evitar víctimas civiles, incluso limitar los bombardeos. Durante las
últimas semanas, fuerzas norteamericanas se reunieron con los ancianos tribales,
avisándoles de la ofensiva venidera y les ordenó a quedarse en casa para evitar
víctimas. Las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN dicen que han almacenado
comida y otros suministros para los que se huyen de Marjah y los que se quedan,
para entregar cuando se acabe el combate. Se dice que el gobierno y la policía
de Afganistán están preparados para tomar control y quedarse permanentemente
para mantener la paz y entregar servicios necesarios. Los oficiales de Estados
Unidos dicen que la presencia de miles de soldados afganos muestra que esta
ofensiva, que han llamado “Moshtarak” o “Unidos”, no intenta reforzar una
ocupación extranjera sino ayudar a los afganos a dirigir su propio país. El
ejército norteamericano aún provee ayuda médica a combatientes heridos del
Taliban, según se informa. “No queremos Falluja”, dijo el general al mando
norteamericano McChrystal, refiriéndose a la ciudad iraquí que Estados Unidos
conquistó en el 2004 al reducirla a escombros y causar muchísimas muertes y
sufrimiento. “Falluja no es el modelo” (New York Times, 2/13).
Una injusta ofensiva imperialista
Si el ejército norteamericano está tratando de evitar víctimas civiles
mientras lleva comida, medicina y otra ayuda a la gente de Marjah, no es por
interés humanitario por el pueblo afgano. Es porque, según se informa, el
Pentágono ha concluido que números enormes de víctimas civiles, como aquellos
causados por bombardeos de fiestas de boda en Afganistán, y la indiferencia por
las vidas del pueblo han dificultado que Estados Unidos derrote al Taliban y
controle el país. Y sin importar cuál estrategia elabore Estados Unidos, no
cambiará la naturaleza injusta e imperialista de la guerra y ocupación
estadounidense o la naturaleza reaccionaria del ejército estadounidense. Y estas
realidades dictan que Estados Unidos tiene que basarse principalmente en su
abrumador poderío militar y que inevitablemente masacrará a muchos inocentes aun
si el Pentágono trata de controlar más precisamente su violencia.
Estados Unidos está obligado a basarse en sus ventajas tecnológicas, entre
estas su masivo poderío militar y aéreo, que inevitablemente desde lejos y desde
arriba traerá la muerte. Estados Unidos es un ejército de ocupación que lucha
por objetivos reaccionarios con una relación fundamentalmente antagónica con el
pueblo afgano. Así que no puede basarse ni confiar en el pueblo, y en vez de eso
está maniobrando en un mar de sospecha, desconfianza, resentimiento y odio bien
fundados (sin importar lo que pueden decir los aldeanos cuando los entrevistan
los reporteros y oficiales militares de Estados Unidos). Por consiguiente los
militares yanquis inevitablemente matarán y brutalizarán a la gente, incluso
aunque se den cuenta que tales crímenes pueden salirles por la culata.
Dos recientes informes noticiosos ilustran la dependencia permanente de
Estados Unidos a la fuerza bruta militar, además de la violencia cruel que está
llevando a cabo. Primero, Estados Unidos ahora tiene 400 campamentos, puestos de
avanzada y bases militares en Afganistán, mientras el ejército afgano tiene 300
(muchos construidos por Estados Unidos) (Nick Turse, “The 700 Military Bases of
Afghanistan – Black Sites in the Empire of Bases,” TomDispatch.com, 2/10;
Democracy Now!, 2/12).
Segundo, el reportero Anand Gopal pinta un retrato escalofriante de la guerra
secreta contra el pueblo afgano. Fuerzas norteamericanas están haciendo “redadas
nocturnas”, irrumpiendo en casas afganas, deteniendo a sospechosos y luego los
traslada a una de estas cientos de bases o prisiones secretas en Afganistán
donde a menudo los torturan, abusan y a veces los desaparecen:
“Era el 19 de noviembre de 2009 a las 3:15 de la mañana. Una fuerte
explosión despertó a los aldeanos de un barrio arbolado en las afueras de la
ciudad de Ghazni, un pueblo antiguo en el sur del país. Un equipo de soldados
norteamericanos rompió la verja de la casa de Majidullah Qarar, el vocero del
Ministro de Agricultura. Qarar estaba en Kabul en ese momento, pero sus
familiares estaban en la casa y cuatro de ellos estaban durmiendo en el pabellón
de huéspedes de la familia. Uno de ellos, Hamidullah, que vendía zanahorias en
el mercado local, corrió hacia la puerta del pabellón de huéspedes. Le
dispararon de golpe, pero él logró arrastrarse dentro de la casa, dejando un
rastro de sangre. Luego Azim, el panadero, asistió a su primo herido. También le
dispararon a él y se desplomó. Los hombres caídos gritaron a los dos familiares
que todavía estaban en el cuarto, pero ellos, ambos niños, no quisieron moverse
y estaban pegados a sus camas en un terror silencioso”.
“Los soldados extranjeros tiraron la ropa al suelo, destrozaron los
platos tirados y abrieron los armarios a la fuerza. Finalmente, encontraron al
hombre que buscaban: Habib ur Rahman, un programador de computadores y empleado
del gobierno. Trasladaron a Rahman descalzo con un primo suyo a un helicóptero a
cierta distancia y les transportaron a una pequeña base norteamericana en una
provincia vecina para interrogarlos. Después de dos días, las fuerzas
norteamericanas soltaron al primo de Rahman. Pero no se ha visto o escuchado de
Rahman desde entonces…17 de los 24 ex detenidos que entrevistamos para este
artículo dicen que se abusó de ellos en ruta o en estos sitios” (Anand
Gopal, “America's Secret Afghan Prisons,” The Nation,
2/15).
Y estos son solamente un par de ejemplos de toda la horrorosa violencia que
Barack Obama y el ejército norteamericano le están infligiendo al pueblo
afgano.
El “éxito” norteamericano — una pesadilla para el
pueblo afgano
El objetivo trazado en esta operación es que el gobierno de Karzai se haga
cargo de las provincias de Helmund y Kandahar y para fortalecer sus fuerzas
militares en general. Pero el gobierno de Karzai es una pandilla reaccionaria de
caudillos, narcotraficantes, asesinos en masa y violadores. Los actuales
gobernantes de Afganistán fueron instalados por Estados Unidos para que le
sirvieran a sus intereses y todavía son completamente dependientes y serviles a
Estados Unidos. El régimen de Karzai ha dirigido Afganistán durante los últimos
8 años y no ha hecho otra cosa que explotar y oprimir al pueblo y manteniendo
las reglas religiosas sofocantes y opresivas y las relaciones sociales que
encadenan a las mujeres afganas. Mientras Estados Unidos afirma que el Taliban
causó el aumento del tráfico de drogas (Afganistán produce más del 90% del opio
y heroína del mundo), Karzai y sus aliados en el gobierno afgano son
responsables en gran parte de eso con la probable complicidad, o con ayuda
directa, de Estados Unidos. Por ejemplo, el New York Times informó que
Ahmed Wali Karzai, hermano del presidente Karzai, es un narcotraficante
importante y también es empleado de la CIA (“Brother of Afghan Leader Said to Be
Paid by C.I.A.,” 10/27/09).
Es posible que los soldados afganos del régimen de Karzai terminen ocupando y
controlando la provincia de Helmund. Pero al contrario de lo que dice Estados
Unidos, esto no representaría un paso hacia la independencia nacional, libre de
la dominación imperialista extranjera. Tampoco desarraigaría el origen de la
pobreza y la opresión en Afganistán. El régimen de Karzai y su ejército se ha
instalado y desarrollado como una “cara” nacional para la dominación
imperialista norteamericana y para avanzar los objetivos de Estados Unidos en la
región, no para representar los intereses del pueblo afgano.
“Los civiles afganos tienen miedo de la policía afgana en particular a la que
consideran corrupta y dispuesta a usar violencia contra las personas que pasan
por sus retenes”, escribe el reportero Patrick Cockburn. “Se ha acusado
frecuentemente a sus agentes de la violación homosexual de niños, una tradición
que ha tendido a enajenar a los aldeanos cuyos niños han sido violados y
llevarlos a apoyar al Talibán” (“The Assault on Marjah,” Counterpunch,
2/15).
(Forjar un ejército local reaccionario lacayo es un elemento clave en el
control neocolonial norteamericano de muchos países alrededor del mundo. Es el
propósito de instituciones como la infame Escuela de las Américas, donde el
ejército norteamericano y la CIA adiestran líderes y oficiales militares
latinoamericanos pro-norteamericanos en la táctica y estrategia de controlar sus
poblaciones, incluyendo masacres y tortura.)
Extender el control del gobierno afgano podría también avivar viejas
rivalidades y la opresión étnica en Afganistán (que es una de las
contradicciones que impulsan la guerra vigente), incluso ocasionar asesinatos
por venganza en áreas pastunes como Helmund y Kandahar, donde el Talibán obtiene
la mayoría de su apoyo. Mientras que los pastunes componen el 42% de la
población afgana, constituyen menos del 30% del ejército afgano, mientras que
los tayikos (el 25% de la población) dominan el ejército afgano y constituyen el
41% de sus fuerzas (“A Code for Ethnic Cleansing in Afghanistan?”
Counterpunch, 2/15).
Los objetivos de Estados Unidos en esta ofensiva también señalan la
naturaleza reaccionaria de su ocupación y de sus metas en Afganistán. “Tratamos
de eliminar cualquier esperanza en la victoria [del Talibán]”, dijo el general
McChrystal. Esto, según el New York Times, “crearía el marco para un
acuerdo político que el general McChrystal cree es la única manera en que la
guerra terminará”. Por acuerdo político McChrystal quiere decir hacer tratos con
elementos del Taliban que rompen relaciones con yihadistas globales para
instalarlos en el gobierno. Si el objetivo era emancipar al pueblo afgano, ¿cómo
podrían tener cualquier rol los opresores fundamentalistas islámicos
pro-capitalistas como el Taliban? (“Afghan Offensive Is New War Model,” New
York Times, 2/13)
La hora de quitarse las vendas de los ojos acerca
de Obama
El gobierno norteamericano y los medios burgueses están usando la ofensiva de
Marjah para aumentar el apoyo para la intensificación de la guerra en Afganistán
de Obama (que el ex vicepresidente Dick Cheney apoya “con entusiasmo”). Pero la
gente tiene que quitarse las vendas y enfrentar el hecho de que mientras que
Obama pudiera haber cambiado algunas tácticas y retórica de Estados Unidos, él
está desatando el mismo —y en algunos casos más— horror y violencia en
Afganistán y el mundo de lo que lo hicieron George Bush y Dick Cheney.
La gente también tiene que enfrentar el hecho de que las necesidades y retos
urgentes que confrontan los gobernantes estadounidenses en mantener y fortalecer
su dominación global están impulsando esto, y esto es lo que moldea lo que hizo
Bush, lo que hace Obama y lo que haga cualquier presidente estadounidense. Como
recientemente anotó el Financial Times, “Es una medida de la gravedad
de la situación en Afganistán que un general de cuatro estrellas que dirigió un
proyecto clandestino para eliminar líderes insurgentes en Irak ahora está
hablando tan abiertamente de conversar con el Talibán” (“Race against time for
Nato strategy,” 1/24).
La posición de Estados Unidos en Afganistán es precaria. La guerra se ha
extendido a Pakistán, un aliado clave de Estados Unidos, que ahora tiene su
propia insurgencia creciente y otras contradicciones internas y externas
profundas y volátiles. Y los Estados Unidos está enfrentando obstáculos y retos
reales a su dominación en el Medio Oriente (como Irán) y globalmente y está
respondiendo a estos desafíos aun con más violencia contra el pueblo.
Todo esto demuestra que la naturaleza de Estados Unidos es dominar el mundo —
y no hacer nada bueno por el mundo. Muestra que esta dominación se basa en la
violencia extrema y masiva. Y muestra que solo se puede acabar con estos
crímenes por medio de reconocer la fuente y las raíces: el propio sistema
capitalista-imperialista, y derrocar ese sistema por medio de la revolución y
forjar un nuevo sistema que no se base en la explotación y opresión. Esto es
algo que vamos a explorar en cuanto a Afganistán en las semanas venideras.
Cualquier persona que se preocupe por el pueblo de Afganistán y el mundo debe
oponerse activa y vigorosamente a la ofensiva y el escalamiento de Estados
Unidos en Afganistán y otras amenazas norteamericanas en el mundo.
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