Sobre el aborto, Obama y Notre Dame
¡No tenemos “puntos en común” con fascistas y odiamujeres! ¡Aborto libre y
sin apologías!
Sunsara Taylor Revolución #166, 31 de mayo de
2009
En la discusión del aborto, SOLO UNA pregunta moral viene al caso: ¿Se
emancipará plenamente a la mujer para que sea un ser humano con control sobre la
vida y reproducción, O se le obligará a subyugarse a la autoridad patriarcal
masculina y a procrear contra su voluntad?
Una mujer que no es libre para decidir si y cuándo tener a un hijo, sin
sufrir vergüenza, restricciones o la sentencia de otros, no tiene más libertad
que un esclavo.
El movimiento para negar a la mujer el derecho al aborto y a los métodos de
control de la natalidad es un movimiento para esclavizar a la mujer. No podemos
acomodarnos ni a sus metas, ni a sus métodos ni a su moral.
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Quien está confundido sobre esa cuestión no tiene que mirar más allá que al
circo de teócratas, odiamujeres rabiosos, católicos empedernidos y toda la
colección de fascistas cristianos que fueron el pasado fin de semana a la
Universidad de Notre Dame. A ellos les indigna que Barack Obama dio el discurso
de la ceremonia de graduación y recibió un título honoris causa, dado que Obama
no comparte su punto de vista de que hay que penalizar el aborto.
Por más de un mes, estos fanáticos opuestos al aborto han estado acudiendo a
la universidad. Pilotearon un avión que volaba sobre el lugar desplegando fotos
truculentas de lo que afirmaron ser fetos abortados. Colocaron vallas
publicitarias que reprochaban a Notre Dame. Más de 70 obispos católicos enviaron
declaraciones de condena. Alan Keyes, un ex candidato presidencial republicano,
fue arrestado en una protesta en la universidad. Los activistas contra el aborto
hicieron planes para viajar en autobús desde Chicago para las protestas del
domingo para unirse a los estudiantes boicoteadores su propia graduación.
Nunca se ha tratado de una “cultura de la
vida”
“La defensa de la vida” nunca ha sido lo que motiva ese movimiento.
Estamos hablando de personas que por todo el país han cerrado con barricadas y
colocado bombas a las clínicas de aborto, han acosado y asesinado a médicos, y
han hostigado, mentido y hecho sentir vergüenza a millones de mujeres que entran
a las clínicas. Han aprobado cientos de leyes que limitan las posibilidades de
que las mujeres se hagan un aborto y cuentan con el gran respaldo de
funcionarios más altos del gobierno. Nunca se cansan de recordarles a mujeres y
hombres lo que la Biblia manda: “Las casadas estén sujetas a sus propios
maridos, como al Señor” [Efesios 5:22]. Y ni una sola organización “pro-vida”
apoya el uso de métodos de control de la natalidad.
En cuanto a la Iglesia Católica, ¡es realmente una reliquia de una época que,
con razón, se llama la Edad de las tinieblas! A comienzos del año, la Iglesia
Católica excomulgó a una niña brasileña de nueve años porque “pecó” al hacerse
un aborto tras la decisión de los médicos de que era demasiada pequeña para
llevar a término a sus fetos gemelos. La Iglesia también excomulgó a todos los
familiares y todos los trabajadores médicos que la ayudaron a hacerse el aborto.
Pero esperen un momento. A un familiar no le excomulgó: su padrastro, aunque él
fue quien la violó y la dejó encinta en primer lugar. El razonamiento de la
Iglesia fue muy claro: aunque la violación está mal, el aborto es mucho
peor.
La siniestra ilusión de “puntos en
común”
¿¡¿¡¿¡Qué “puntos en común” pueden haber entre los fascistas cristianos, a
quienes el “valor” de la vida fetal (un sentimentalismo que ellos mismos
crearon) nunca les ha valido un comino, pues les motiva únicamente el arcano
mandato bíblico de subyugar a la mujer a la fuerza y reducirla a una
procreadora, y los que insistimos en que la mujer es un ser humano capaz y digna
de participar en toda esfera de la sociedad?!?!?!
En realidad, cuando dos puntos de vista están completamente antagónicos,
puede haber “puntos en común” solo si un punto de vista claudica ante el otro.
Así es precisamente la dinámica que vemos en la “nueva era” de Obama en torno al
aborto y los derechos básicos de la mujer. Lo que se dio ese fin de semana en
Notre Dame, y en la presidencia de Obama en general, es un ataque a la mujer
desde dos frentes. Un frente ataca abiertamente al derecho al aborto y el otro
transige en ello hasta que no le queda nada.
Parece que, trátese de proteger a torturadores contra un proceso judicial o
poco a poco ceder los derechos fundamentales de la mujer, Barack Obama ha hecho
la búsqueda de “puntos en común” con fascistas del tipo nazi el sello de su
presidencia.
La “moderación” de Obama es un ataque sigiloso
contra la mujer
A pesar de lo que dicen los fanáticos opuestos al aborto, el enfoque de Obama
nunca ha sido una insistencia en la plena libertad reproductiva de la mujer.
Al contrario, Obama muchas veces ha expresado su deseo de que la sociedad
deje atrás lo que considera un debate innecesario que polariza el país. Aunque
mantiene que el aborto debe ser legal, muchas veces ha cedido el liderazgo moral
y la iniciativa política a los que se oponen al aborto, y ha dicho él mismo que
“el aborto jamás es una cosa buena”. Ha adoptado cada vez más una postura que
separa la cuestión del aborto de la cuestión de libertad para la mujer. Por
ejemplo, hace poco hizo hincapié en diferenciarse de los “que insinúan que eso
[el aborto] es simplemente una cuestión de libertad de la mujer y que no hay
otros factores para tomar en cuenta”. Es más, ha llamado el aborto “un tema
político que mete cizaña, el centro de un debate de dares y tomares que ha
servido solo para dividirnos”.
Pero la cuestión del aborto no es “un tema... que mete cizaña”; se trata de
subyugación o libertad para la mitad de la humanidad.
Sin embargo, Melody Barnes, la funcionaria más alta de Obama en temas de
política interna, está convocando a reuniones entre líderes del movimiento
contra el aborto e importantes feministas burguesas para hallar “puntos en
común” sobre la cuestión. Hasta la fecha, y sin sorpresas para nadie, sus
“puntos en común” aceptan la presunción subyacente de que el aborto es
moralmente indeseable. Un “punto en común” que está saliendo a la luz es el de
reducir la cantidad de abortos.
La meta no debe ser reducir la cantidad de
abortos, sino liberar a la mujer
Seamos claros: hablar hoy de reducir la cantidad de abortos es hablar de
reforzar las cadenas que atan a la mujer. La meta NO debe ser reducir la
cantidad de abortos que se hacen. Debe ser romper todas las barreras, que
todavía existen en cada esfera de la sociedad, a la participación plena e igual
de la mujer como ser humano emancipado. En esta sociedad, en este momento, eso
significa que habrá, y por la misma razón debería haber, más
abortos.
Es así porque muchísimas mujeres quieren hacerse un aborto, pero no pueden
debido a los enormes obstáculos legales, sociales y económicos que se les han
impuesto, tales como las leyes de notificación a los padres, los plazos de
espera obligatorios, las falsas clínicas de aborto que desorientan y demoran a
las mujeres, el hecho de que el 87% de los condados del país no tienen ningún
proveedor de abortos y las innumerables otras restricciones crueles y
humillantes.
Es más, demasiadas mujeres tienen hijos hoy porque se les ha dado a pensar
que es la única manera de ser amada o considerar que está haciendo algo
“positivo” con su vida. Eso es un reflejo de la sociedad patriarcal, y dividida
en clases, en que vivimos: una sociedad en que la mujer confronta la
discriminación y la falta de respeto en la esfera pública mientras lleva la
mayor carga de la crianza de los niños y las tareas de la casa, y en que se ha
desarrollado todo un culto a la maternidad como si dar a luz fuera el logro más
elevado que cualquier mujer podía tener.
Al carajo todo eso. Las mujeres somos seres humanos. Somos capaces de
participar y contribuir plenamente a toda esfera de la sociedad, de manera plena
y sobre la base de la igualdad con los hombres. Cuando se subyuga a la mujer, la
mitad de la humanidad, y se le reduce a ser una procreadora, eso frena el avance
de toda la sociedad.
Cambiar todo eso y liberar plenamente a la mujer, como parte de emancipar a
toda la humanidad, requerirá en última instancia una revolución. Una sociedad
revolucionaria desencadenará a las mujeres a romper todas las barreras que
estorban su plena participación en cada esfera de la sociedad. Las mujeres
descubrirán su valía, de la misma forma que lo harán los hombres, en las
relaciones de respeto mutuo e igualdad que forjen con las demás personas y en
los aportes que pueden contribuir a la sociedad en su conjunto. Y muchísimas
mujeres que hoy ni siquiera lo pensarían, postergarán o rechazarán por completo
tener un hijo propio, y la sociedad será mejor por esa decisión. En un mundo
verdaderamente justo, la sociedad en su conjunto tendrá la responsabilidad
colectiva de criar a la futura generación, y no la tendrán mujeres individuales
de tal manera que restrinja su existencia social.
Tenemos que oponer resistencia
Sin embargo, aun antes de todo eso, un factor clave para construir tal
revolución y oponer resistencia a la avalancha de ataques a la vida de las
mujeres hoy es tomar una postura firme y consecuente con los derechos
fundamentales de la mujer. Ahora mismo, se necesita una resistencia política a
todo ataque contra los derechos de la mujer. La gente tiene que desechar la
ilusión de que Obama hará algo que no sea transigir en los derechos de la mujer,
mientras sigue saqueando a la gente del mundo. Se necesita alzar voces de
claridad y conciencia que dejan claro que: ¡La mujer no es incubadora! ¡Un feto
no es un niño! ¡Hacerse un aborto no es matar!
Sunsara Taylor es corresponsal del periódico
Revolución (revcom.us) y
estuvo en la Universidad de Notre Dame para reportearse sobre
los sucesos ahí. Se puede contactarla en sunsarasworld@yahoo.com.
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