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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

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Sobre la carta abierta para Obama de The Nation  

  Ilusiones y autoengaño mortal  

Sunsara Taylor

Revolución #140, 17 de agosto de 2008

El número del 18 de agosto de la revista The Nation publicó “El cambio en que nosotros podemos creer. Una carta abierta para Barack Obama” (en inglés) en www.thenation.com.

La carta comienza felicitando a Obama y ensalzando la forma en que, a través de su candidatura, “Cientos de miles de jóvenes han entrado en el proceso político por primera vez, los electores afroamericanos se han manifestado en apoyo [a Obama] y se ha logrado volver a enganchar a muchos enajenados de la política de costumbre”.

Sin embargo, se preocupa: “Desde su victoria histórica en las elecciones primarias, se han producido inquietantes signos que usted se está alejando de los compromisos básicos compartidos por muchos que han apoyado su campaña, hacia un planteamiento más prudente y una postura centrista, entre ellos, sobre todo, su voto por la legislación FISA…”.

Si bien deja en claro que “reconocemos que es necesario hacer compromisos en cualquier democracia” y que “entendemos que las presiones ejercidas sobre los que buscan el más alto cargo son intensos”, le aconseja a Obama, “retirarse de las posiciones que han sido la bandera de su campaña va a debilitar el movimiento cuyo vigoroso respaldo usted necesita para ganar con la finalidad de entregar el cambio que ha prometido”.

“Los hombres han sido siempre, en la política, victimas necias del enganño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes.”

V.I. Lenin

Después de enumerar algunas posiciones de Obama que les gusta y otras que no, promete: “Si usted gana en noviembre, trabajaremos para apoyar sus posiciones cuando estemos de acuerdo con usted y las cuestionaremos cuando no. Esperamos tener un diálogo constructivo y permanente con usted cuando sea elegido presidente”.

Los firmantes de esta carta son una impresionante lista de escritores e intelectuales, algunos de los cuales cuentan con un enorme respeto como voces de conciencia. Pero, esta carta, y su lógica y método, son muy malos. Sea cual sea su intención, los que la firman se ejercen su influencia para hacer que la gente se una a ellos en su mortal ejercicio de autoengaño.

Por un lado, la mejor respuesta a esta carta son las palabras de Obama mismo. En respuesta a las acusaciones de que se había “desplazado a la derecha” después de amarrar la nominación demócrata, dijo: “La gente que dice esto al parecer no me ha estado escuchando a mí”.

Sin embargo, ya que los que firmaron la carta son personas serias con un argumento serio y ya que la carta refuerza los temas en que muy constantemente hacen hincapié, es importante decir más.

El veneno de las ilusiones

Un peligro muy insidioso de la carta es la manera en que “suaviza” la política de Obama, distorsiona el sentido de su campaña y parte de lo que los autores desean que fuera cierto en lugar de lo que realmente es.

Tomemos, por ejemplo, la afirmación de la carta de que Obama tiene “esbozada una visión de un futuro mejor, en que Estados Unidos abandona su postura bélica en todo el mundo”.

En realidad, lo que ha “esbozado” es ¡una visión de escalada masiva, al tono de 10 mil tropas más, de la guerra de Afganistán, una disposición de utilizar de manera unilateral la fuerza militar en Pakistán y una negativa de excluir el uso de armas nucleares en contra de Irán! Además de votar varias veces a favor de seguir financiando la guerra de Irak, Obama ha dejado claro que critica a esa guerra por un deseo de fortalecer la influencia y dominación de los EE.UU. en el mundo. Pero todo esto es mucho más que un “esbozo”; Obama ha presentado un programa muy concreto de dominación imperialista para que todos lo vean y oigan. . . sin que ello implique “abandonar su postura bélica” en un futuro próximo.

O veamos la descripción de la carta sobre las posiciones de Obama como “prudente y centrista”.

¿Qué hay exactamente de “prudente y centrista” acerca de votar a favor de la ley FISA de Bush que permite el espionaje masivo en territorio nacional en telecomunicaciones y que retroactivamente protege a aquellos que violaron los derechos a la privacidad de millones de personas? ¿Qué es “prudente y centrista” acerca de dar un discurso sanguinario ante el AIPAC (Comité Norteamericano-Israelí de Asuntos Públicos) que en lo fundamental le da un cheque en blanco a Israel y amenaza con la guerra a Irán? ¿Qué es “prudente y centrista” sobre culpar a los padres afroamericanos, en su infame discurso del Día de los Padres, por la manera en que el sistema ha anulado a toda una generación de jóvenes negros, que es incapaz y está poco dispuesto a proporcionar empleos dignos, educación o un futuro en general, mas al contrario ha embutido a uno de cada nueve hombres negros en la cárcel? ¿Qué es “prudente y centrista” acerca de ubicarse a la derecha de la Suprema Corte de George Bush y de argumentar a favor de usar más ampliamente la pena de muerte? ¿Qué es “prudente y centrista” acerca de prometer expandir las iniciativas de Bush basadas en la fe?

Si todo esto es “prudente y centrista”, ¡yo realmente odiaría ver lo que es “cínico y fascista”!

Más al grano, embellecer las posiciones de Obama de esta manera es una forma peligrosamente similar a la manera en que el Pentágono se refiere a los civiles asesinados en guerras injustas como “daños colaterales”; tiene el efecto de adormecer a la gente ante la realidad, lo que lo hace más fácil aceptar los crímenes de guerra que su gobierno comete. Lo que es particularmente doloroso es que muchos firmantes de la carta tienen una loable historia de hablar claro e insistir que la ciudadanía cuestione los horrores de los crímenes de su gobierno, pero la lógica de tratar de hacer de Obama algo que no lo es los ha alejado de los principios que han defendido.

La necesidad de hablar honestamente

Es fundamental hablar honesta y precisamente acerca de todo esto. Sólo reconociendo la realidad como es, podremos determinar cómo se le puede transformar de formas que resulten posibles y deseables. Al contrario, si insistimos en engañarnos a nosotros mismos, y lo que es peor, engañar a los demás, seguiremos encontrándonos marginados con frustración e impotencia, mientras que este país siga su sangriento camino criminal.

La realidad es que la situación es extremadamente grave. Millones en el planeta y muchas generaciones futuras están en peligro debido a lo que el gobierno de los EE.UU. está haciendo en nuestro nombre: la tortura, el espionaje masivo, la negativa a reconocer o adoptar medidas significativas para detener el calentamiento global, las redadas al estilo Gestapo contra los inmigrantes, las agresiones contra los derechos fundamentales de las mujeres, el feroz resurgimiento del racismo y sobre todo las guerras.

Además, la realidad es que todo esto se santificó y se codificó, no se le detuvo ni siquiera se le redujo su ritmo, a través de la participación de la ciudadanía en “la política de costumbre”.

Por ejemplo, en 2006 millones dieron dinero, ofrecieron tiempo y votaron a favor de los demócratas con el deseo de que se ponga fin a la trayectoria del gobierno de Bush. ¿A qué fue lo que esta “victoria” condujo? Un congreso que ha votado en seis ocasiones para aprobar la financiación de la guerra, ha participado activamente en el encubrimiento de la tortura y ha protegido a los criminales de guerra, y en secreto ha financiado operaciones militares encubiertas que ya estaban en marcha dentro de las fronteras “soberanas” de Irán.

¿Es de extrañar que muchos se hayan vuelto profundamente enajenados de esta porquería?

¿Es todo eso algo bueno o algo malo?

Potencialmente, es algo profundamente bueno, pero esta enajenación está lejos de ser suficiente, y por su cuenta se convertiría en cinismo, desesperanza y pasividad. Lo que se necesita es que esto avance más y que las personas den un paso adelante a presentar resistencia política que sea amplia, profunda y suficientemente decidida a detener todo este rumbo.

En vista de esta necesidad urgente, ¿por qué se debería celebrar si Obama, con las posiciones que hoy sostiene, “vuelve a enganchar” a las personas dentro de los mortales confines de su “política de costumbre”? Eso es como felicitar al flautista por la forma en que el sonido hermoso de su flauta atrae a los niños del pueblo, haciendo caso omiso de que eso los está llevando al fondo de un río.

Pero ¿no TIENE él que escuchar?

Pero ¿y qué del argumento de la carta de que Obama tiene que escucharles porque no puede darse el lujo de “debilitar el movimiento cuyo vigoroso respaldo [él] necesita para ganar...”?

Una vez más, tal vez la mejor respuesta para esto proviene del propio candidato.

En respuesta a sus enfadados partidarios que se quejaron de su voto por FISA, escribió: “Puede que algunos de ustedes decidan que mi posición sobre FISA sea motivo de ruptura. Eso está bien. Pero cabe mencionar que nuestro entendimiento sobre la abrumadora mayoría de los asuntos que importan más que compensa las divergencias que podamos tener… Que no se equivoque: si John McCain sale elegido, la dirección fundamental del país que amamos no cambiará”.

En otras palabras, sabe muy bien que mientras los ojos se centren en Quién Va a Ser el Presidente, los progresistas no tienen “ninguna alternativa”, sino a votar por él.

Y, mientras los autores de la carta se comprometen a cuestionar a Obama, en caso de ser elegido, acerca las posiciones con que no estén de acuerdo, el efecto concreto de su carta y de su lógica es la promesa de no oponerse mucho ahora a Obama. Se trata de una lógica a que hacen eco demasiados individuos; como un prominente activista contra la guerra quien hace poco me dijo, al explicar por qué su grupo no dedicaba más esfuerzos a las protestas durante la Convención Nacional Demócrata: “Vamos a cerrarnos la boca hasta que él sea elegido”. Eso, sin duda, no es lo que el movimiento contra la guerra debería hacer en un momento en que los gobernantes del país están preparando activamente una nueva guerra, una guerra contra Irán a la que Obama ha dejado claro que apoyará.

Como se ve, mientras que critican a Obama por su voto a favor de FISA, en el párrafo siguiente despejan el camino reconociendo que el “compromiso es necesario en cualquier democracia… y que las presiones ejercidas sobre los que buscan el más alto cargo son intensas”.

Bueno, esa lógica no acaba nunca.

Hoy día, un voto en favor de FISA está exento “con el fin de ser elegido”. Mañana más tarde, un retraso en la retirada de las tropas porque “los generales insisten...” Al poco tiempo más, la gente se tragará más legislación de índole religiosa y homilías a Jesucristo, porque “él no puede hacer nada” a menos que “reúna a todo el país”. Luego, antes de que te des cuenta, habrá más “compromiso” a fin de que los demócratas conserven la mayoría en las elecciones de mitad de período. Después, al igual que una cinta que da vueltas en círculo, esas mismas “presiones” tendrán que tenerse en cuenta para reelegirlo otra vez.

En lo fundamental, hay que ver esas presiones por lo que son: el funcionamiento y la lógica del sistema en el que Obama está compitiendo para ser comandante en jefe. Y si quiere ser elegido presidente, tiene que demostrar que se es capaz de gobernar a este país para los intereses de la clase de capitalistas imperialistas que la domina.

Por eso, avala la llamada “guerra contra el terror” que, en su esencia, es una guerra por dominación imperialista. Por eso, se toma la foto con los generales y alaba a las tropas que están hasta el cuello en crímenes de guerra. Por eso, se reúne con gente como Franklin Graham, y trata de granjearse su aprobación, gente que una vez comparó al pueblo iraquí a los antiguos babilonios del Antiguo Testamento. Por eso, no tiene en la mira a la supremacía blanca sino a los hombres negros y admite que “no está totalmente inmune a los sentimientos xenofóbicos” contra los inmigrantes.

Sobre la real

Seamos reales. En las elecciones burguesas lo que las masas piensan tiene muy poco que ver con cómo los candidatos escogen sus posiciones, o qué candidato gana. En el momento en que la gente echa la papeleta en la urna el día de las elecciones, los términos ya se han establecido: qué candidatos, cuestiones y posiciones están en contienda, de acuerdo con los intereses de la clase dominante. Cuando votan, lo único que están haciendo es dándole a esos intereses dominantes, tales como están encarnados en un candidato u otro, el manto de la legitimidad y el “mandato popular”.

Si los individuos que escribieron esta carta abierta no saben eso, pues deben hacerlo. Pero lo que es realmente el colmo es que Obama no va a escuchar ni tomar en cuenta esta “Carta abierta a Barack Obama”; es más probable que se sople la nariz con ella a que la tome en serio. No obstante, la escucharán y la tomarán en cuenta aquellos que están extremadamente enajenados y con rabia contra el gobierno, quienes tomaron la candidatura de Obama como una fuente de esperanza, y que ahora están desilusionados por la forma en que Obama articula una descarada agenda imperialista.

Estas personas no necesitan volver a confinarse en el callejón sin salida de la política de costumbre; necesitan que se les diga la verdad:

La elección que tenemos no está entre Obama y McCain. Nuestra elección está entre aceptar el ofrecimiento de la clase dominante, de Obama a McCain, como los límites de lo que es posible, o rechazar todo ese marco y librar una importante resistencia política masiva a toda la dirección fascista a la que están arrastrando las cosas. Es la diferencia entre luchar por el cambio en que SE TE PERMITE creer y el cambio que tú entiendes que realmente es necesario.

Sí, la resistencia política de una escala y alcance que podría llevar a poner fin a todo eso es más formidable y exige más sacrificios. Pero, si quieres un cambio auténtico, pues no hay nada más irreal que confinarte a echar la papeleta en la urna.

Ya es hora de que la gente cifre sus esperanzas en algo que puede gestar el cambio en el que vale la pena creer: el poder del pueblo que actúa en pro de los intereses de la humanidad. La gente tiene el poder de efectuar cambios cuando se niega a morderse la lengua a causa de los cálculos electorales y deja de quedarse sentada y sale a protestar a las calles.

Es una muy buena cosa, y no una cosa mala, como da a entender The Nation, que millones están profundamente enfadados y enajenados no sólo contra el régimen de Bush, sino cada vez más contra Obama. Muchos de ellos andan buscando y preguntándose si hay otro camino. Muchos de ellos se unirán a la resistencia si la ven como una opción.

Todos los ojos de ellos, y de millones más en todo el mundo, tendrán en la mira a la Convención Nacional Demócrata.

En lugar de tratar de convencerlos de que hay que aceptar lo que está ocurriendo en la convención, ¿acaso no deberíamos decirles la verdad sobre lo que todo eso representa? ¿No tenemos que hacer todo lo que sea posible para garantizar que vean a miles de manifestantes AFUERA que dejan en claro su negativa a tragarse el belicismo y la represión, independientemente de qué candidato o partido lo está impulsando?

Para aquellos que están listos a dejar de luchar de mente y corazón en el marco de lo “mejor” que el capitalismo puede ofrecer, ¿no deberíamos ir aún más lejos? ¿No deberíamos debatir los problemas de nuestro tiempo que exigen soluciones de verdad, como en qué tipo de sociedad estamos dispuestos a vivir y qué tipo de cambio es realmente necesario? ¿Se trata simplemente de retocar los acuerdos ensangrentados del imperio o necesitamos con urgencia un cambio fundamental y radical?

A aquellos que se preguntan si un mundo mejor, un futuro realmente digno de los seres humanos, es posible, te reto a soñar con la revolución. Te invito a explorar, a través de las páginas de este periódico y las obras de Bob Avakian, una visión viable de lo que eso es y a abordar y bregar con la dirección que puede señalar el camino.


 

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