Revolución #63, 1
de octubre de 2006
¡Échenle ganas, ahora, al 5 de octubre!
El conjunto de los artículos de este número esbozan un cuadro: de México a
Irán, de Guantánamo a Nueva York, se ve un sistema imperialista basado en
explotación internacional. Sobre esa base se yergue todo un aparato de
dominación militar, cárceles, represión, ignorancia cultivada, tortura y muerte.
Un sistema de explotación y opresión que tiene que acabar, y que solo puede
acabar por medio de la revolución comunista.
En estos momentos, el gobierno de Bush ocupa la cima de este sistema. Los
crímenes que ha cometido, y los que está planeando, han prendido justa furia por
todo el mundo. Pero el mundo todavía no ha visto una fuerza que desafíe todo
esto de un modo visible y serio en este país. En su ausencia, muchos se acercan
al fundamentalismo islámico (un callejón sin salida que lleva a relaciones
sociales arcaicas) o a programas reformistas que buscan ascender un poco de
categoría en el mundo de la dominación imperialista. Ninguno de los dos lleva a
la liberación; pero para los que anhelan algo diferente la idea de una
alternativa seria parece algo muy lejano.
Por otro lado, cada semana empeoran los crímenes de este sistema y de sus
dirigentes. Bombas de dispersión en Líbano, Made in USA. Matanzas en las calles
de Bagdad, gracias a la democratización al estilo de Bush. Tortura, legalizada
por parejo por los dos partidos. Más pasos por el camino de la teocracia, y
guerra religiosa de presidentes, papas y ulemas.
¿Qué sigue? ¿Guerra contra Irán? ¿Quizás con armas nucleares?
Ya la están preparando.
¡ESTO TIENE QUE PARAR!
Sin embargo hoy, el discurso y el debate político de este país lo dominan los
dirigentes demócratas y republicanos, y se centra en “quién es mejor para
dirigir la guerra contra el terror”. Esto no toma en cuenta los intereses
esenciales del pueblo ni toma en cuenta los profundos sentimientos de docenas de
millones por todo el país. Dejar que la situación siga así… confinarse a votar
por el mal menor… lleva a un círculo más profundo del infierno. Hoy, quedarse en
ese marco es complicidad.
El discurso y el debate tienen que cambiar, radical y urgentemente. Tiene que
surgir algo diferente: una fuerza masiva en las calles el 5 de octubre que exija
contundentemente que se largue el gobierno de Bush, resuelta a luchar hasta
echarlo políticamente. Esa lucha puede cambiar políticamente el mortal curso de
los acontecimientos en este país y en el mundo, haciéndole saber a millones y
millones por todo el planeta que aquí hay quienes proclaman que no van a escoger
entre McWorld/McCruzada y jihad… hay quienes están resueltos a no “protestar
como de costumbre” sino a sacar corriendo a este gobierno…
Gestar esa fuerza es el próximo paso urgente, tanto para los revolucionarios
como para todos los que piensan en el futuro de la humanidad.
Existe una fuerte posibilidad de hacerlo. En las últimas semanas, las
manifestaciones planeadas para el 5 de octubre han adquirido fuerza. La cantidad
de gente que asistió a las juntas organizativas del 7 de septiembre, la
publicación de la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar en USA
Today, la respuesta a la desobediencia civil en Naciones Unidas, las
acciones de personas conocidas y desconocidas… todo esto y más, mucho más,
muestra el potencial. Pero ese potencial necesita concretarse el 5 de octubre, y
eso requiere lucha y trabajo.
Poderosas manifestaciones el 5 de octubre pueden cambiarlo todo.
Manifestaciones sumamente resueltas, que empiecen con decenas de miles y
crezcan, pueden electrizar políticamente de la noche a la mañana, y cambiar el
discurso de modo que el tema central sea la necesidad de PARAR estos crímenes;
cambiar el debate a cómo echar políticamente a los responsables de esos crímenes
tan pronto como sea posible, ¡e impedir que hagan algo peor! Manifestaciones
masivas que no sean cosa de un día, sino el salto de un movimiento que avanzará
y seguirá a la ofensiva política e impondrá los cambios que se necesitan, pueden
poner en movimiento una dinámica totalmente diferente. Pueden cambiar los
asuntos que todo mundo aborda, y la forma de abordarlos… desde el fondo hasta la
cúpula de la sociedad, y de vuelta abajo.
Esto ha sucedido antes. Hoy, cada vez más, se evocan los años 60, cuando
mucha gente resolvió que un siglo de segregación y racismo, junto con una guerra
sangrienta en el sudeste asiático, ya no eran tolerables ni aceptables… y cuando
un suceso u otro llevó a miles a darle un giro a su vida, a veces de la noche a
la mañana, asumir grandes riesgos y dirigir a millones a sumarse a
movilizaciones de masas para pararlo… y al hacerlo, esos miles y millones
cambiaron la dirección de la sociedad y dejaron entrever la posibilidad de algo
mucho mejor para la humanidad. La evocación de esos tiempos de cambio en sí es
evidencia del potencial… y de la urgencia de concretarlos en los hechos.
Repitiendo, se requiere un trabajo urgente, hoy, para transformar ese
potencial en realidad. Este periódico se publica a poco más de una semana del 5
de octubre. Los que están leyendo este editorial tienen que dedicar esta semana
al 5 de octubre, a que sea una realidad. Lo que hagan, lo que contribuyan, puede
y debe ser parte de cambiar el mundo.
¿Qué darían por parar este monstruo de guerra y represión, por darle la
vuelta a esta sociedad?
¿Qué sacrificarían?
Empiecen con una semana.
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