Revolución #68, 5 de noviembre
de 2006
Las elecciones sin salida para la mujer y la necesidad de una
alternativa
Sunsara Taylor
La semana pasada, en esta campaña electoral en que los candidatos
republicanos no quieren que los vean con un presidente que no es popular, Bush
fue a elogiar a Don Sherwood, un representante por Pensilvania que busca la
reelección. Sherwood está en un lío por una relación de cinco años con una mujer
que tiene menos de la mitad de su edad. Ella le ha entablado una demanda por
golpearla varias veces en la cara, el cuello, el pecho y la espalda con los
puños, y por tratar de estrangularla. Bush alabó a Carol, la esposa de Sherwood,
por afrontar el escándalo urgiendo en una carta a los votantes que voten por su
esposo.
Bush no mencionó a la mujer agredida y alabó a la mujer que se mantiene fiel
a su esposo engañador y aparentemente agresivo, y lo recomendó para forjar la
política del estado. Es difícil imaginarse una declaración menos sutil de parte
de George Bush sobre el papel y el valor de la mujer.
Bueno, el candidato demócrata por Virginia del Oeste casi le gana. El New
York Times informa que después de décadas de fanfarronearse de su servicio
militar en Vietnam y de lanzar insultos machistas contra los que no participaron
en esa guerra inmoral, James Webb piensa que la “prolongada investigación de
abuso sexual en las fuerzas armadas llamada Navy Tailhook a mediados de la
década pasada fue una caza de brujas, motivada por una agenda de feministas
radicales que buscaban minar la cultura masculina de las fuerzas armadas”.
¿Qué “voluntad del pueblo” determinó que este año los votantes deben
“escoger” entre hombres que agreden a mujeres y hombres que detestan a mujeres
que denuncian la agresión que han sufrido?
El 8 de noviembre, al día siguiente de las elecciones, la Suprema Corte
considerará si ratificar una prohibición que, según la Unión Americana de
Libertades Civiles, “prohibirá a médicos practicar abortos a partir de las 13
semanas de embarazo”. Esto sucede cuando los estados de Dakota del Sur y
Louisiana han prohibido el aborto y cuando la Suprema Corte ha sido moldeada a
la imagen ideológica de George Bush. Muchos fascistas cristianos dan por sentada
la penalización del aborto y han pasado a un nuevo ataque. Por eso en agosto
ProLife Action, una organización que se opone al aborto, celebró una conferencia
llamada “La anticoncepción no es la solución”.
Es difícil imaginarse una manera más segura de atrofiar y degradar la vida de
la mujer que regresar a los tiempos cuando era esclava de la reproducción.
También es difícil imaginarse una manera más segura de retroceder a esos
tiempos no tan remotos que seguir la estrategia del Partido Demócrata de
capitular completamente en este asunto.
La propaganda del Comité de Candidatos Demócratas al Senado ni siquiera
menciona las palabras aborto o control de la natalidad. Por otra parte, las
nueve senadoras demócratas se han unido bajo la consigna “Mujeres Progresistas
Pragmáticas por Casey” para respaldar y recaudar fondos para un candidato que se
opone vehementemente al aborto y a la investigación con células madre, y que
está a favor de la guerra. Muchas personas y organizaciones progresistas se han
dejado engañar por esa lógica, que las lleva a censurar de su vocabulario la
palabra aborto, o si la mencionan es para decir que es una tragedia.
¿Qué “voluntad del pueblo” decidió que los votantes deben “escoger” entre
teócratas que avanzan implacablemente hacia la criminalización y demonización
cultural del control de la natalidad y el aborto, y un partido que o cambia el
tema o se une a ellos?
En las últimas décadas, un movimiento fundamentalista de fanáticos que
interpretan la Biblia literalmente se ha apoderado del Partido Republicano. Su
grito de batalla es de manera intercambiable “valores tradicionales” y “valores
familiares”, y su programa inflexible se opone a las conquistas de los
movimientos de derechos civiles, antibélico y de emancipación de la mujer de las
décadas de 1960 y 1970.
Hoy, sus ataques contra los derechos fundamentales de la mujer (por ejemplo,
eliminar la educación sexual que se basa en la realidad, criminalizar y hasta
matar a médicos que practican abortos, limitar y difamar el control de la
natalidad, reforzar las cadenas del matrimonio tradicional, y atacar judicial y
culturalmente el divorcio) se remontan a las tradiciones de este país que
consideran a la mujer propiedad legal del esposo. Considérese que solo han
pasado 13 años desde que el último estado prohibió la violación de una mujer por
el esposo. Considérese también que el lugar más peligroso para una mujer o una
niña es su hogar, a manos del esposo o del padre.
En vez de expresar la clara verdad de que la mujer es un ser humano que tiene
la capacidad y el derecho de participar plenamente y con igualdad en toda las
esferas de la sociedad, el Partido Demócrata quiere mostrarse más a favor de los
valores tradicionales y familiares que el Partido Republicano. En vez de
defender los derechos de la mujer a controlar su propio destino, como el derecho
de decidir cuándo tener un hijo por la razón que sea, la lógica liberal de hoy
es reemplazar la discusión de los derechos de la mujer por la discusión de que
los demócratas son los verdaderos abanderados de las familias
americanas y de las madres.
Considérese que demócratas titulares como Hillary Clinton, Barak Obama y Ted
Kennedy se han unido a la nueva campaña de la cofundadora de MoveOn, Joan
Blades: Momsrising.org (Madres en ascenso), cuya misión es abogar por “la
maternidad y los asuntos familiares en las esferas sociales de la política, la
sociedad y la economía”. El trailer de su película, que se llama Manifiesto
Maternidad, insta a sumarse a la campaña para satisfacer la promesa de una
“cultura pro familia y un estado pro familia”. Grupos como National Organization
for Women, National Women’s Law Center y Network of Spiritual Progressives se
han suscrito a esta campaña.
¡La verdad es que no importa quién los manifieste, los valores tradicionales
son los horrores de las cadenas de la tradición y el patriarcado! El propio
portal de Momsrising.org dice mucho sobre su punto de vista al incluir una cita
de George Bush, que podría parecer propia: “Hoy, dos tercios de las madres
trabajan fuera del hogar…y el gobierno debe estar con ustedes”.
¿Qué “voluntad del pueblo” decidió que los votantes deben “escoger” entre un
partido que celebra la esclavitud de la mujer a la reproducción y a la autoridad
masculina, y un partido que disfraza las mismas tradiciones para hacer parecer
que le dan fuerza a la mujer?
La voluntad del pueblo no tuvo nada que ver con esas “opciones”. Son fruto de
las necesidades de un sistema: el capitalismo.
Lo que se ve es la esencia de la dictadura burguesa que esconde la democracia
burguesa. Es una dictadura capitalista-imperialista que acumula una enorme
cantidad de riqueza para un puñado por medio de la explotación de la mano de
obra de millones de personas por todo el mundo. En esta dictadura burguesa, la
opresión de la mujer es un factor integral de la ideología y la cultura, y la
familia patriarcal es la unidad básica del funcionamiento económico.
Pero en las últimas décadas, se ha dado un desmoronamiento significativo de
la “familia tradicional” y del papel tradicional de la mujer en este país. La
mayoría de las mujeres trabajan y no son amas de casa de tiempo completo; la
mujer es la cabeza de muchas familias; muchos matrimonios se divorcian, etc.
Estos y otros cambios del papel de la mujer y de la familia (junto con
dramáticos cambios económicos, sociales, culturales y demográficos relacionados
con una mayor globalización) han creado agudas contradicciones para la clase
dominante. Por eso, la clase dominante tiene la necesidad de resucitar y
reforzar la familia tradicional y los valores tradicionales para la mujer. Esta
necesidad aumenta en el contexto de una guerra muy arriesgada e impopular en el
mundo. En este contexto, los fascistas cristianos y otros movimientos
reaccionarios han adoptado la misión de llevar a la mujer a la sumisión
obediente a la autoridad del hombre y en general a la autoridad de las
relaciones patriarcales capitalistas.
Sin duda los republicanos afirman con más descaro que la mujer es
fundamentalmente diferente al hombre y que es inferior. Pero a su propia manera,
a veces con un disfraz más “moderno” o pragmático, las fuerzas de la clase
dominante que se aglutinan en el Partido Demócrata tienen que responder a los
mismos imperativos del capitalismo global en que la imposición de la autoridad
patriarcal no se debate.
Si la gente progresista sigue permitiendo que las elecciones repriman la
discusión honesta y urgente que se necesita sobre los peligros que encaramos; si
nos dejamos confinar dentro de esas “opciones” peligrosas, la mujer sufrirá
graves reveses crueles, brutales y degradantes.
Es hora de la resistencia. Es hora de abrir nuevos campos políticos por medio
de una lucha clara, sin disculpas, por la plena igualdad de la mujer, en vez de
dejarse llevar por los caminos estrechos del discurso “electoral”. Es hora de
iniciar un debate por todos lados sobre la verdadera naturaleza de este sistema
y de lo que se requerirá para lograr la plena emancipación de la mujer y de toda
la humanidad.
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