Warren es un error
Barack Obama ha elegido a Rick Warren, el polémico evangelista de California,
como el encargado de dictar la llamada “invocación” que acompaña al presidente
electo en su festejo inaugural desde los años treinta. Permitir que un hombre
que asegura que el paraíso le será negado a homosexuales, judíos y varios otros
grupos sociales sea el rostro espiritual de una nación entera es un error
grave.
De Warren brota un catálogo entero de prejuicios.
El hombre, por ejemplo, ha equiparado la unión entre homosexuales al
matrimonio entre hermanos o a la pederastia. Su intolerancia frente a todos
aquellos que no sigan los dogmas de la derecha evangélica estadounidense es no
sólo evidente sino descarada.
Darle a Warren el sitio de honor en la inauguración presidencial es un acto
incomprensible.
¿Cómo lo ha tratado de explicar Obama? El presidente electo ha dicho que su
intención es organizar la inauguración más incluyente de la historia. El
argumento tiene sustento: después de todo, junto a Warren estará el Reverendo
Joseph Lowery, célebre defensor liberal de los derechos civiles.
Aun así, la distinción a Warren resulta lamentable. Obama tendría que haber
comprendido que su propia elección se debió, antes que nada, a una reacción
furiosa en contra de los ocho años de fanatismo de George W. Bush. Una enorme
parte de la política de Bush se formó a partir de la ideología enloquecida de la
extrema derecha religiosa, esa que da la espalda a la evolución, la ciencia y la
tolerancia social. Es difícil calcular el daño que han hecho a Estados Unidos
hombres como Rick Warren, que confunden semanalmente a los miles que los siguen
como guías incuestionables.
Reconocerlo ahora con un papel de esta importancia en un momento de esta
trascendencia histórica demuestra, por decir lo menos, poca consideración con
los votantes —miles de ellos miembros de los grupos que Warren discrimina— que
llevaron a Obama a la Casa Blanca.
En un error poco común en un hombre de su templanza, el presidente electo ha
confundido el ánimo incluyente con la incongruencia moral. Es un mal
principio.
León Krauze es periodista y escritor.
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