Voz religiosa contra el fascismo cristiano
Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la
Pacific School of Religion
Dr. Hubert Locke
Revolución #032, 29 de enero de 2006,
posted at revcom.us
Como parte del análisis y la denuncia del crecimiento y la fuerza del
movimiento fascista cristiano en este país, Revolución está presentando
las voces de pensadores y escritores religiosos y de clérigos que ven tal
peligro y están dando la alarma. Naturalmente ellos expresan sus propias
perspectivas y no son responsables de lo que dice este periódico ni nuestro
website.
A continuación publicamos una charla que dio el Dr. Hubert Locke el 17 de
mayo del año pasado en Pacific School of Religion de Berkeley, California. El
Dr. Locke es presidente interino y ex miembro del consejo de administración de
dicha escuela; fue decano del programa de posgrado de asuntos públicos Daniel J.
Evans de la Universidad de Washington. La charla se publica aquí con su
permiso.
Siempre me encanta tener la oportunidad de visitar a mis viejos amigos de
esta institución, pero me inquieta un poco la tarea que tengo hoy en esta
importante reunión. Por definición, una meditación debe ser pensativa y
reflexiva; debe ser una conversación calmada y desapasionada, que sienta el tono
y la atmósfera para lo que viene después. Espero que esta charla sea pensativa
pero les advierto que no será ni calmada ni desapasionada, porque estoy
convencido de que tenemos en un nuestro país un movimiento que está haciendo
grandes esfuerzos por apropiarse de esta nación en nombre de un conjunto de
ideales y valores que presenta como cristianos, pero que, al examinarlos, son la
antítesis del Evangelio que predicó nuestro Señor y que debe ser la guía de la
vida de nosotros, los discípulos de Jesús. Si este movimiento triunfa --si no se
le para en seco-- transformará a Estados Unidos en una pesadilla política y
cultural que le dará la espalda a 200 años de historia y hará irreconocible todo
lo que hemos sido y aspirado a ser como sociedad democrática.
Esta es la única interpretación que puedo dar a la campaña derechista
religiosa de hoy: los ataques a tribunales y jueces, al principio constitucional
de separación de iglesia y estado, a la ciencia y su lugar en el mundo moderno,
y a las ideas de tolerancia y pluralismo en la vida estadounidense. Hace apenas
un año, pensamos que estábamos ante un movimiento obsesionado con usar el aborto
y la homosexualidad como pruebas de fuego para medir el apoyo a los valores
morales en la vida nacional. Resulta que esos temas eran solo el detonador para
movilizar a las tropas; ahora los campos se deslindan y están en juego temas
amplios y mucho más ligados a la forma en que esta nación opera y toma
decisiones sobre cuestiones de política. Por ejemplo, los ataques poco sutiles
contra el principio de separación de iglesia y estado tienen el fin de imponer
una forma de gobierno teocrático que murió con los colonos puritanos. Los
ataques al sistema judicial, mediante intentos burdos de llenar los tribunales
de jueces que apoyan el programa derechista, tienen el objetivo de eliminar toda
oposición legal a las legislaturas estatales y a un Congreso que la derecha
religiosa cree dominar por completo. Y cuando el presidente nacional de
locutores religiosos dice: "Pedir hoy diversidad y multiculturalismo es un
ataque apenas velado contra todos los que sienten el deseo y la obligación de
proclamar la verdad cristiana", pide regresar a los ideales y valores vencidos
en la guerra de Secesión con la derrota del Sur.
La portada del último número de la revista Harper?s habla de "La
guerra de la derecha cristiana contra Estados Unidos". Quizás ese título es
exagerado en la opinión de algunas personas, pero si sirve como alarma para el
resto de la comunidad cristiana, me parece totalmente apropiado. Y con el riesgo
de ofender con una exageración mayor, quiero referirme (no comparar, sino
referirme) a lo que para mí siempre ha sido el clásico choque moderno entre el
cristianismo y el estado moderno.
Tras la I Guerra Mundial, la población de tres naciones europeas (Italia,
Alemania y España) adoptó el fascismo como doctrina y catapultó al poder a
gobiernos que fomentaron ideales fascistas: ese extraño conjunto de nociones que
combina los intereses del capitalismo desenfrenado con un nacionalismo excesivo
y una visión totalitaria del estado que puede imponer su voluntad a la
población. En esos tres países, pero sobre todo en Alemania, que a diferencia de
Italia y España tenía más de una tradición religiosa, la iglesia se dividió
entre dos visiones diametralmente opuestas. Una era que la iglesia tenía el
deber de apoyar las medidas del estado, y que el estado a su vez fomentaría los
principios y creencias de la iglesia; la otra era que la iglesia debe lealtad a
un poder superior que juzgará al estado y a todo gobierno que presume ser
manifestación política de la voluntad divina.
Debido a la devastación cataclísmica que el gobierno fascista de Alemania
causó en el mundo, nuestra atención se ha enfocado, con razón, en los 12 años
que detentó el poder. Durante ese tiempo, James Luther Adams (uno de los
teólogos venerados de mi generación y profesor de las universidades Chicago y
Harvard) fue a Alemania a realizar estudios pos-doctorales, siguiendo la
tradición de la época. Adams fue testigo del choque entre la iglesia y el
fascismo alemán. Hace 25 años, al ver que la derecha religiosa emergía en este
país como una fuerza política dedicada a "recobrar la nación para Dios", Adams
les dijo a sus estudiantes que aquí también habría que luchar contra los
"fascistas cristianos". El fascismo, les advertía Adams, no regresará con
esvásticas y camisas pardas. Sus herederos ideológicos se pondrán el manto de la
Biblia; vendrán con cruces y recitando la Promesa de Lealtad a la bandera.
No debemos subestimar lo que está en juego en esta batalla contra la derecha
religiosa. No es una casualidad que la fuerza y apoyo del movimiento radique en
el centro del país, lo que llaman el "corazón" de Estados Unidos, y en
particular la región sureña. Esa zona jamás se acomodó a la nueva realidad del
país tras la II Guerra Mundial. Al breve lapso de normalidad de posguerra le
siguió una década de una revolución racial truncada y retrasada por mucho
tiempo, que arrasó con siglos de cultura y tradición, especialmente en el Sur.
Dos décadas más tarde, el desengaño de una guerra impopular en el sudeste
asiático sacudió las bases del patriotismo convencional y tradicional en la vida
estadounidense; a eso le siguió una revolución sexual que trastornó actitudes
muy arraigadas de ese sector de la población sobre la posición subordinada de la
mujer en la sociedad y el rechazo a las personas gays y lesbianas. Estas
derrotas políticas, sociales y culturales han estallado ahora en una batalla sin
tregua para retrasar el reloj 50 años y devolver el país a la pureza de la
anteguerra. Es significativo que el creacionismo ocupe un lugar tan prominente
en el programa de la derecha religiosa. La derecha perdió esa batalla a mediados
de la década de 1920 pero nunca aceptó su derrota, como los sureños que no
reconocen su derrota en la guerra de Secesión. En consecuencia, la derecha
religiosa quiere restaurar un modo de vivir que desapareció del país hace medio
siglo.
Si todo esto fuera simplemente una batalla por la conciencia del pueblo
estadounidense, podríamos entrar al conflicto con menos preocupación, confiados
de que al final la razón y la bondad humana triunfarán sobre la ignorancia y la
intolerancia. Pero esta es una batalla por el poder: por acaparar el poder,
manipular los tribunales y las decisiones judiciales, controlar los medios de
comunicación y entrometerse en todo rincón de la vida y las relaciones
personales, para que el país se gobierne de acuerdo a lo que la derecha
religiosa considera la voluntad de Dios.
Según tengo entendido, el debate de esta tarde determinará la respuesta de
esta escuela a tal situación. Gracias a Dios, están empezando discusiones como
esta por todo el país, pero aquí tenemos una urgencia especial por dos razones.
En Alemania, cuando los nazis llegaron al poder y el ruido del fascismo empezó a
hacer eco por todo el país, la respuesta de las iglesias fue principalmente de
los púlpitos. Aquí y allá ciertos teólogos alzaron la voz para guiar a los
consejos eclesiásticos y sínodos, pero la mayoría de las escuelas de teología y
las voces del profesorado en general se callaron. Esa es la primera razón por la
que es importante que este seminario clara y urgentemente se oiga en esta lucha.
Necesitamos reflexión teológica, argumentos teológicos y retos teológicos a lo
que, en mi opinión, son doctrinas falsas de parte de la derecha religiosa en
algunos casos y pura herejía en otros. Las facultades teológicas son las más
capaces de elaborar esas reflexiones, argumentos y retos, y de ayudar a los
predicadores, pastores y laicos de la comunidad cristiana a prepararse para la
lucha.
Segundo, esta escuela ha asumido un lugar destacado en la tarea de animar y
ayudar al conocimiento religioso y aceptación de los fieles gay y lesbianas de
nuestra sociedad. Que yo sepa, es la única institución teológica que ha aceptado
tal tarea. La importancia de esa tarea ha crecido frente a la lucha que he
descrito y James Luther Adams da un recuerdo conmovedor del porqué. Déjenme
citar los últimos párrafos del artículo de Harper?s:
Adams fue testigo del coqueteo de los intelectuales e industrialistas
estadounidenses con el fascismo durante los años 30. En esos tiempos, el
"corporacionismo" de Mussolini, que creó una aristocracia industrial y comercial
sin restricción, se veía como contrapeso al New Deal [las reformas sociales y
económicas de Franklin D. Roosevelt--Nota de la Traducción]. En 1934, la
revistaFortune elogió al dictador italiano por amansar los sindicatos y
fortalecer a los industrialistas a expensas de los trabajadores. En ese tiempo,
como ahora, demasiados liberales no se dieron cuenta del poder y la seducción de
la maldad, y Adams señaló que cuando salieron al ruedo los cristianos radicales,
acataron las reglas de la democracia, cuando ya hacía tiempo los gobernantes
habían empezado a desmantelar el estado democrático. Adams vio que los
académicos alemanes se callaron o se conformaron. Vio la desesperación con que
la gente quería creer las mentiras cómodas de los movimientos totalitarios y la
facilidad con que esas mentiras apaciguaron a los moderados.
Nos advirtió poner atención a los ataques de los derechistas cristianos a
los homosexuales y lesbianas, porque Hitler, poco después de asumir el poder en
1933, prometió restaurar los valores morales y luego prohibió toda organización
y publicación homosexual y lesbiana. Más tarde, ordenó redadas en lugares
frecuentados por homosexuales y el 6 de mayo de 1933 todo culminó en el saqueo
al Instituto de Ciencia Sexual de Berlín. Tiraron a la fogata 12,000 libros de
la biblioteca del Instituto. Adams advirtió que los homosexuales y las lesbianas
serán los primeros "desviados" que ataca la derecha cristiana. Luego seguimos
nosotros
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|