Tribunal escucha a militar que se rehusó a retornar a Irak
11/22/2006 Maribel Hastings/ La Opinión
WASHINGTON — Un tribunal de apelaciones escuchó ayer los argumentos a favor y
en contra del caso de Agustín Aguayo, el soldado de Los Angeles que asegura ser
objetor de conciencia y que enfrenta hasta siete años de prisión por rehusarse a
retornar a una segunda misión en Irak.
El panel de tres jueces está analizando casos de la Guerra de Vietnam. Para
esa época los tribunales federales de apelaciones escucharon varios casos de
objetores de conciencia, pero entonces, contrario a ahora, el servicio militar
era obligatorio.
Aguayo quiere que el Ejército no lo declare desertor sino objetor de
conciencia, que le conceda una licencia honorable y se le libere de la prisión
militar en Alemania.
El médico militar de origen mexicano asegura que su crianza religiosa y
entorno familiar jugaron un papel en su decisión de autoproclamarse un objetor
de conciencia. Pero el Ejército no lo ve así y argumenta que si ese hubiera sido
el caso, no se habría enlistado voluntariamente en el Ejército.
Aguayo, de 34 años de edad y nacido en Guadalajara, se enlistó en 2002 en
busca de oportunidades educativas, y dice que el reclutador le aseguró que sería
médico militar y no estaría en combate. En 2004, al poco tiempo de llegar a
Irak, solicitó que se le declarara objetor de conciencia y pidió una licencia,
pero su petición le fue denegada. Sirvió un año en Irak. Posteriormente se le
asignó una segunda misión en Irak pero Aguayo decidió escaparse de la base
militar en Alemania y este año reapareció en California donde se entregó a la
autoridades militares en la base Fort Irwin, en Barstow.
El abogado de Aguayo, Peter Goldberger, y los grupos que lo apoyan,
argumentan la que objeción de Aguayo a participar de una guerra se ‘cristalizó’
con la experiencia misma que hizo que afloraran los sentimientos antibélicos
fundamentados en sus convicciones religiosas, morales y su entorno familiar.
J.E. McNeil, directora ejecutiva del Center on Conscience & War, afirmó
que la gente cambia y que las leyes lo permiten. Pero el gobierno argumenta que
las creencias religiosas de Aguayo ya existían cuando se enlistó en el Ejército
y que un soldado no puede ocultar esas creencias cuando cree que puede obtener
beneficios, pero cuando surge una guerra los cita para no tener que servir.
Ya un juez federal estuvo de acuerdo con el Ejército y por eso el caso fue
escuchado ayer ante el Tribunal de Apelaciones del Circuito del Distrito de
Columbia.
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