Todos somos prisioneros ahora
Por Paul Craig Roberts
Traducido del pogreso-semanal.com Semana del 10 al 16 de
enero, 2008
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“Hoy los están encerrando Están tirando la llave Me preguntó quién
será mañana, ¿tú o yo?"
-- El Teléfono Rojo (AMOR, 1967)
En época de Navidad he tenido por costumbre escribir una columna en recuerdo
de las muchas personas inocentes en prisión cuya vida ha sido robada por el
sistema norteamericano de justicia criminal (sic), que es tan inhumano como
indiferente a la justicia. Generalmente vuelvo a contar los casos de William
Strong y de Christophe Gaynor, dos hombres a quienes los fiscales y los jueces,
tan malvados y corruptos como cualquiera de los que hayan servido bajo Hitler y
Stalin, encarcelaron injustamente.
Este año es diferente. Todos los norteamericanos son ahora prisioneros en un
mundo de mentiras y engaño creados por el régimen de Bush y los dos partidos
cómplices en el Congreso, por jueces federales demasiado tímidos o ignorantes
como para reconocer a un estado delincuente que destroza burdamente la
Constitución, por medios comprados que sirven de propagandistas a un régimen de
criminales de guerra, y por un público que ha olvidado a los Padres
Fundadores.
Los norteamericanos también son prisioneros del temor, un falso temor creado
por la patraña del “terrorismo”. Resulta que los grandes eventos terroristas
desde el 11/9 han sido orquestados por el gobierno de EEUU. Por ejemplo, el
supuesto plan terrorista para hacer estallar la Torre Sears de Chicago fue un
invento de un agente del FBI que buscó a unas pocas personas desafectas para que
repitieran de palabra un complot ideado por el agente del FBI. El mismo agente
arrestó a las víctimas, cuyo juicio terminó en absolución y en declaración de
juicio nulo.
Muchos europeos consideran que el propio 11/9 fue un hecho orquestado. Ex
miembros de gabinetes de gobiernos británicos, canadienses y alemanes y el jefe
de Estado Mayor del ejército ruso expresaron públicamente sus dudas acerca de la
versión oficial del 11/9. Recientemente un ex presidente de Italia, Francesco
Cossiga, dijo en una entrevista al periódico Corriere della Sera
(“Osama-Berlusconi”, 30 de noviembre de 2007), que “elementos democráticos en
Estados Unidos y Europa, con la centro-izquierda italiana a la cabeza, creen
ahora que el ataque del 11/9 fue planeado y ejecutado por la CIA norteamericana
y el Mossad israelí a fin de culpar a los países árabes, y para persuadir a las
potencias occidentales de realizar acciones militares tanto en Irak como en
Afganistán”.
No queda claro si Cossiga estaba siendo sarcástico acerca de la opinión de
los escépticos o sencillamente reportando lo que piensa la gente. Le he escrito
pidiéndole una aclaración y reportaré cualquier respuesta que yo reciba.
Aparentemente, los medios italianos no han hecho ninguna aclaración.
La declaración de Cossiga no ha sido reportada por ningún periódico o canal
de TV norteamericanos. Plantear dudas a los norteamericanos acerca del gobierno
no es un punto fuerte de los medios corporativos. Los norteamericanos viven en
un mundo de propaganda diseñado para garantizar su aquiescencia a los crímenes
de guerra, tortura, registros y medidas de estado policiaco, agresión militar,
hegemonía y opresión, mientras se presenta a los norteamericanos (e israelíes)
como la sal de la tierra que están amenazados por los musulmanes que odian “la
libertad y la democracia”.
Los norteamericanos se aferran a esta “verdad” mientras que el régimen de
Bush y un Congreso cómplice destruyen la Carta de Derechos y fraguan el robo de
elecciones.
La libertad y la democracia en Estados Unidos han sido reducidas a listas de
prohibición de volar, espionaje sin órdenes judiciales, arrestos sin órdenes
judiciales ni evidencia, detención permanente a pesar de la protección
constitucional del habeas corpus, tortura a pesar de la prohibición contra la
autoincriminación… La lista continúa.
En el actual Estados Unidos temeroso, un ex senador cuyos hermanos mayores
fueron (1) un héroe militar que murió en combate; (2) un Presidente de Estados
Unidos asesinado mientras cumplía su mandato; (3) un Fiscal General y posible
presidente, pero que fue asesinado como su hermano, puede encontrarse en la
lista de prohibición de vuelo. Actuales y ex altos funcionarios gubernamentales
no pueden viajar en avión con un tupo de pasta de dientes o una botella de agua,
a pesar de la ausencia de evidencia de que las extremas medidas impuestas por la
“seguridad aeroportuaria” hagan más seguros los vuelos. (Estudio de que no
hay prueba de que la seguridad aeroportuaria haga más seguros los vuelos,
Reuters, 20 de diciembre de 2007.)
Ciudadanos norteamericanos de la tercera edad con andadores y madres jóvenes
con niños son meticulosamente registrados porque Seguridad Interna de EEUU no
puede diferenciar a un ciudadano norteamericano de un terrorista.
Todos los norteamericanos deben notar las ominosas implicaciones de la
incapacidad de Seguridad Interna para distinguir a un ciudadano norteamericano
de un terrorista.
Cuando la Seguridad Aeroportuaria no puede diferenciar a un general del
Cuerpo de Infantería de Marina que ha sido condecorado con la Medalla de Honor
de un terrorista, los norteamericanos poseen toda la información que necesitan
saber.
Cualquier norteamericano puede ser arrestado por una autoridad no responsable
de sus actos, ser retenido indefinidamente sin ser acusado, y torturado hasta
que no pueda seguir resistiendo el abuso y confiese.
Esta situación, en la que se puede ver cualquier norteamericano, es nuestra
recompensa por nuestra estupidez, nuestra indiferencia, nuestra credulidad y
nuestra falta de compasión por cualquiera que no sea uno de nosotros.
Algunos norteamericanos han comenzado a comprender el tremendo costo
financiero de la “guerra al terror”, Pero pocos entienden el costo para la
libertad norteamericana. El pasado octubre un proyecto de ley patrocinado por
los demócratas, “Prevención del Radicalismo Violento y del Terrorismo Nativo”,
fue aprobado por la Cámara de Representantes por 404 votos contra 6.
Solo seis miembros de la Cámara votaron contra una legislación tiránica que
pretende destruir la libertad de palabra y la de reunión, y ordena 18 meses de
audiencia congresionales para descubrir a norteamericanos con opiniones
“extremas”, los cuales pudieran ser arrestados preventivamente.
¿Qué mejor indicio de que la Constitución de EEUU ha perdido su autoridad si
los representantes elegidos más cercanos al pueblo aprueban un proyecto de ley
que permite que la Carta de Derechos sea eliminada por la opinión subjetiva de
miembros de una “Comisión de Creencias Extremistas” y burócratas de Seguridad
Interna? Claramente los norteamericanos no se enfrentan a una amenaza mayor que
la del gobierno en Washington.
Paul Craig Roberts fue Subsecretario de la Tesorería
durante la Administración Reagan. Es el autor de Revolución del suministro:
un recuento de un enterado acerca de la forma de decidir políticas en
Washington.
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