31/12/07
Sobrevivir en una ‘prisión secreta’ de la CIA
Amy Goodman Democracy Now!
El programa de secuestro y tortura del gobierno de Bush, con sus “vuelos de
tortura” a bordo de jets privados y las "prisiones secretas" de la CIA, salió un
poco más a la luz este semana. Hablé con Mohamed Farag Ahmad Bashmilah en su
primera entrevista para televisión. Bashmilah fue víctima del llamado programa
de “rendición extraordinaria” de la CIA, en el que personas son “arrestadas” en
sus casas, en aeropuertos, en la calle, y son trasladadas, lejos de la
vigilancia del Congreso de EE.UU., lejos de la prensa, lejos del alcance de los
tribunales, a países en los que la tortura y los tratos crueles son rutina.
Bashmilah está siendo representado por la Unión Estadounidense por las
Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y por el Departamento de
Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York en
una demanda conjunta con otras cuatro víctimas del programa de rendición
extraordinaria de la CIA. No han demandado al gobierno de EE.UU. ni a la CIA,
sino a una compañía llamada Jeppesen Dataplan Inc., una subsidiaria de Boeing
Corporation. Un ex empleado de Jeppesen, Sean Belcher, presentó una declaración
jurada en apoyo a Bashmilah, en la que informaba que el ejecutivo de Jeppesen
Bob Overby presumía de la siguiente forma: “hacemos todos los vuelos del
programa de rendición extraordinaria”, y continuaba explicando al personal que
se refería a “los vuelos de tortura”, y que estaban muy bien pagos.
Con la ayuda de un intérprete, a través del teléfono desde su casa en Yemen,
Bashmilah describió cómo comenzó su calvario el 21 de Octubre de 2003, cuando
fue arrestado en Amman, Jordania: “Duró aproximadamente seis días, pero lo que
soporté allí equivale a años. Querían que confesara que tenía relaciones con
algunos individuos de al-Qaeda. Intentaron varias veces que confesara, y cada
vez que les decía que no, me daban una patada, me abofeteaban o me insultaban.
Entonces dijeron que si no confesaba, traerían a mi esposa y la violarían
delante de mí. Y por miedo a lo que podría pasarle a mi familia, grité hasta
desmayarme. Después de recuperar la conciencia, les dije ‘por favor, no le hagan
nada a mi familia. Cooperaré con ustedes de la manera en que quieran’”.
Tras firmar una confesión falsa, le anunciaron que iba a ser liberado.
Mientras era conducido por las instalaciones de la inteligencia jordana se
levantó la venda que le tapada los ojos. “Vi a otro hombre, que tenía aspecto
occidental. Era blanco, con cierto sobrepeso y llevaba gafas de sol. Comprendí
entonces que probablemente me estaban entregando a otra agencia, porque durante
los interrogatorios a los que me habían sometido los jordanos, una de las
amenazas era que, si no confesaba, me entregarían a la inteligencia
estadounidense”. Fue preparado para el traslado, fue completamente desnudado.
“Empezaron a fotografiarme por todas partes. También empezaron a golpearme por
los costados y en los pies. Y después me pusieron en una postura parecida a la
posición de postración en la oración musulmana, que es parecida a la posición
fetal. Y en esa posición, uno de ellos metió el dedo en mi ano muy
violentamente. Me dolía terriblemente, y empecé a gritar. Cuando empezaron a
tomar fotos, pude ver que estaban enmascarados. Estaban vestidos de negro de
pies a cabeza, y también llevaban guantes de cirujano”.
Bashmilah cuenta que le pusieron un pañal, que tenía los ojos y los oídos
tapados, que le pusieron una bolsa sobre la cabeza y auriculares para bloquear
el ruido exterior. Fue trasladado en avión a Kabul, Afganistán, donde estuvo
detenido en aislamiento durante casi seis meses. Creía que estaba a cargo de
estadounidenses. “Algunos de los interrogadores se me acercaban y me
interrogaban en la sala de interrogatorios, y me decían: ‘Deberías calmarte y
sentirte tranquilo, porque enviaremos toda esta información a Washington’. Y
decían que en Washington determinarían si mis respuestas eran verdaderas o no”.
Aunque fue aislado de otros prisioneros, logró escuchar a algunos de ellos
comentando que podían estar en la base aérea de Bagram. Bashmilah siguió
contando en el teléfono que lo mantenían despierto con música estridente y que
permanecía sujeto con grilletes, que solamente le quitaban durante los
periódicos interrogatorios.
Durante el período en que Bashmilah era interrogado y torturado, también era
visitado por “psiquiatras”. “La terapia consistía principalmente en analizar mis
pensamientos e intentar interpretarlos por mí, además de suministrarme
tranquilizantes”.
Bashmilah intentó suicidarse tres veces, protagonizó una huelga de hambre que
fue interrumpida de forma dolorosa cuando le introdujeron un tubo por la nariz
para alimentarlo de manera forzosa, se le negó el acceso a un abogado, a
entrevistarse con algún grupo de derechos humanos, y al Comité Internacional de
la Cruz Roja. En efecto, estaba desaparecido.
El 5 de mayo de 2005 fue trasladado a una prisión en Yemen, donde finalmente
pudo comunicarse con su familia. Amnistía Internacional se involucró en el caso.
Fue liberado en marzo de 2006, sin que se hayan presentado cargos por terrorismo
en su contra.
Mohamed Bashmilah afirmó que había cámaras en sus celdas y en las salas de
interrogatorio. Quizás su calvario fue registrado en video. Esperemos que la CIA
no destruya también esas grabaciones.
_________________________
* Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es), noticiero
internacional diario emitido por más de 650 estaciones de radio y televisión en
Estados Unidos y el mundo.
En Inglés: http://www.truthdig.com/report/item/20071218_surviving_a_cia_black_site/
Traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|