05-05-2008
“Dictamen” secreto de Bush amplía la guerra contra Irán
Demócratas aprueban fondos para operaciones clandestinas
Andrew Cockburn
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Hace seis semanas, el presidente Bush firmó un dictamen secreto autorizando
una ofensiva clandestina contra el régimen iraní que, según los que están
familiarizados con su texto, “no tiene precedente en su alcance.”
La instrucción secreta de Bush cubre acciones en un área geográfica inmensa –
desde el Líbano a Afganistán – pero es también aún más arrolladora en el tipo de
acciones permitidas bajo sus líneas directivas – hasta e incluyendo el asesinato
selectivo de responsables. Este alcance ampliado abre el camino, por ejemplo,
para un apoyo pleno al brazo militar de Muyahidín-e-Khalq,
el grupo de oposición iraní, a pesar de que sigue estando en la lista de grupos
terroristas del Departamento de Estado.
Del mismo modo, fondos clandestinos pueden fluir ahora sin restricción a
Jundullah, o “Soldados de
dios,” el grupo militante suní en el Baluchistán iraní – al lado mismo de la
frontera afgana – cuyo líder fue presentado hace poco en Dan Rather
Reports cortando la garganta de su cuñado.
Otros elementos que se beneficiarán con la generosidad y la asesoría de
EE.UU. incluirán a los nacionalistas kurdos iraníes, así como a los árabes
Ahwazi del sudoeste de Irán. Más lejos, se aumentarán las operaciones contra
Hezbolá, los aliados de Irán en el Líbano, junto con esfuerzos por
desestabilizar el régimen sirio.
Todo esto cuesta dinero, que por su parte debe ser autorizado por el
Congreso, o por lo menos por unos pocos miembros informados de los comités de
inteligencia. Esto no ha representado un problema. Una inversión inicial de 300
millones de dólares para financiar la implementación del dictamen ha sido
rápidamente aprobada con apoyo bipartidario, aparentemente haciendo caso omiso
de la impopularidad de la actual guerra y de la condición peligrosa de la
economía de EE.UU.
Hasta hace poco, el gobierno enfrentaba un serio obstáculo para la acción
contra Irán en el comandante de Centcom, almirante William Fallon, quien no
ocultaba su desdén por la determinación oficial de llevar a EE.UU. a la guerra.
En un incidente ampliamente publicitado en enero pasado, patrulleros iraníes se
aproximaron a un barco de EE.UU. en lo que el Pentágono describió como una
actitud “provocadora.” Según oficiales del personal de Centcom, el comandante
estadounidense en el lugar estuvo a punto de abrir fuego. En ese momento, EE.UU.
estuvo cerca de la guerra. El comandante desistió sólo cuando Fallon ordenó
personal y explícitamente que no disparara. La Casa Blanca, según los oficiales,
estuvo “absolutamente furiosa” contra Fallon por haber desactivado el
incidente.
Desde entonces Fallon ha partido. Su abrupta renuncia a comienzos de marzo
vino después de la publicación de sus puntos de vista puros y duros sobre la
política de confrontación de EE.UU. hacia Irán, algo que es poco probable que
suceda con su reemplazante, el general favorito de Bush, David Petraeus.
Aunque Petraeus no se hará cargo del comando formal de Centcom hasta fines
del verano, hay abundantes señales de que algo podría suceder antes. La fecha de
partida de una fuerza anfibia de la Armada que originalmente debía partir de San
Diego hacia el Golfo Pérsico a mediados de junio, fue abruptamente adelantada al
4 de mayo. Una reunión programada en Europa entre diplomáticos franceses que
actúan como intermediarios de EE.UU. y representantes iraníes fue repentinamente
cancelada en las últimas dos semanas. Se dice que Petraeus trabaja en una
información general para el Congreso a fin de demostrar concluyentemente que los
iraníes son la fuente de los actuales problemas de EE.UU. en Iraq, debido a su
apoyo a la milicia chií que es atacada actualmente por fuerzas de EE.UU. en
Bagdad.
Es interesante que, a pesar de sus quejas belicosas, Petraeus haya hecho
pocos esfuerzos por sellar la frontera Irán-Iraq, y en todo caso dos tercios de
las bajas de EE.UU. siguen siendo causadas por insurgentes suníes. “Los chiíes
son responsables de menos de un tercio,” me dijo un miembro del personal del
comando en Bagdad, vuelto recientemente de Iraq y familiarizado con la
información relevante de inteligencia, “pero si quieres una guerra tienes que
venderla.”
Incluso sin las iniciativas clandestinas recién descritas, la inmensa y
creciente armada que está actualmente estacionada en el Golfo es un símbolo
impresionante del poder estadounidense.
La potencia armada de EE.UU. estropeada por el plato de limosnas
presentado a los árabes
En algún momento en la próxima quincena, un operador de radar de la flota
podría notar un punto de luz en sus pantallas que representa algo más profundo:
la creciente debilidad financiera de EE.UU. El punto será el avión del ex
Secretario del Tesoro, Robert Rubin, que inicia su descenso hacia Abu Dhabi. La
responsabilidad de Rubin, estos días, es ayudar a mantener a flote a Citigroup,
a pesar de un balance que sigue anegado, a pesar de frenéticos esfuerzos por
reflotarlo de la Reserva Federal y otros, por inmensas pérdidas en obligaciones
hipotecarias. El Fondo de Riqueza Soberana de Abu Dhabi inyectó 7.500 millones
de dólares en noviembre pasado (a pesar de una tasa de interés de alto riesgo de
un 11%), pero la necesidad urgente de capital fresco del banco persiste, y Abu
Dhabi es donde está el dinero.
Incluso si esos operadores de radar no prestaran atención al vuelo de Mr.
Rubin, y el contraste irónico que ilustra entre el poder militar de EE.UU. y su
debilidad financiera, otros sí lo harán, y no sólo en Teherán. Un dictamen no
cambiará gran cosa en ese hecho.
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Andrew Cockburn es colaborador regular de CounterPunch. Vive en
Washington DC.
Su libro más reciente es “Rumsfeld: His Rise, Fall and Catastrophic Legacy”
[Rumsfeld: Su ascenso, su caída y su legado catastrófico].
http://www.counterpunch.org/andrew05022008.html
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