Reseña de película
Milk: Desgarradora y radiante
Milk es una película que hay que ver, sobre la vida de Harvey Milk,
un líder de la comunidad gay del distrito Castro de San Francisco en los años 70
y la primera persona abiertamente gay que ganó una elección para un puesto
político en Estados Unidos. En 1979, menos de un año después de su elección, el
ex-supervisor y ex-policía Dan White mató a balazos a Milk y al alcalde de San
Francisco George Moscone. White representaba los valores tradicionales y en su
campaña política había condenado los “grupos pequeños de radicales, desviados
sociales e incorregibles”.
La película es desgarradora y radiante. Es un retrato de valentía, compromiso
y amor forjados en una lucha por la justicia. Además, es oportuna e impactante
y, aunque va más allá de ser una película “de temas sociales”, a veces hace eco
de una manera inquietante del ambiente político actual, con los ataques al
matrimonio gay, la aprobación de la proposición 8 en California (y medidas
similares en otros estados) y la poderosa resistencia del pueblo, en particular
de la comunidad gay y lesbiana.
Sean Penn da vida a Milk: es chistoso, carismático, valiente y dedicado a una
causa justa. El director Gus Van Sant (Mi Idaho privado, En busca del
destino, Descubriendo a Forrester, Elefante) es gay y sus
películas generalmente retratan a personas que no encajan con su ambiente de una
forma u otra.
Un vistazo a un período de tumulto
La película capta vívidamente la vida de Harvey Milk, con todas sus
contradicciones, y también el espíritu del movimiento gay durante ese tiempo
—del principio al fin de los años 70— centrándose en el distrito Castro de San
Francisco durante su nacimiento como un centro cultural, político y social gay
nacional.
La película comienza con un vistazo a lo que significaba ser gay en una época
en que la mayoría de los gays se vieron obligados a estar en “el clóset”. Detrás
de los créditos, vemos escenas de noticiero en que la policía hace redadas en
bares gays, arrestando a las personas y metiéndolas a los furgones mientras
estas tratan de cubrir la cara para evitar que se descubra el “delito” de su
orientación sexual, que en ese tiempo les habría causado perder el trabajo y
tener que enfrentar un ostracismo social. A través de la vida de Milk, quien
abandonó una vida en el clóset como ejecutivo publicitario en Nueva York para
empezar una nueva vida en San Francisco, la película describe la férrea batalla
compleja que se libró para poner fin a todo eso, una batalla que está lejos de
terminada.
Vemos a Milk en 1972, en la apertura de lo que llegaría a ser su famosa
tienda de cámaras sobre la calle Castro. El tendero de frente viene para decirle
que si abre la tienda, llamará a la policía. Milk le pregunta con qué ley, y el
tipo responde: “Está la ley de Dios y la ley del hombre, y la policía de San
Francisco hacer cumplir a las dos”. El compañero de Milk se sobresalta, pero
Milk abre la tienda al instante, con un letrero que dice: “Sí, ya abrimos para
la clientela”.
Vemos las formas en que se manifestaba un espíritu de rebelión por todo el
país. Si se asesinaba a una persona gay en el Castro o si la policía brutal
realizaba una redada a un bar gay (en un incidente la policía tapó sus chapas y
mandaron a 14 personas al hospital), Milk agarraría su megáfono para dirigir
marchas militantes por la ciudad. Otra manifestación de ese espíritu se ve en
una marcha de miles de personas que corean “derechos civiles o guerra
civil”.
La película enseña el daño que causaban las viles campañas políticas contra
los derechos de los gays que libraba gente como Anita Bryant, la cantante y
vocera del jugo de naranja del estado de Florida. Y expone las subyacentes
relaciones sacadas de la Biblia que esas personas estaban fortaleciendo.
Las tomas documentales muestran a Anita Bryant cuando dice que hay “fuerzas
del mal a nuestro alrededor que quieren destrozar el núcleo familiar que
mantiene unido al país”. El reaccionario senador estatal John Briggs lanzó una
iniciativa (la proposición 6), que hubiera despedido a todos los maestros gays,
tildándolos de “perversos y pedófilos que enganchan a nuestros hijos”. En
respuesta, Milk empezó sus discursos con lo que llegaría a ser su presentación
característica: “Me llamo Harvey Milk y quiero reclutarlos”.
Vemos y sentimos el daño que este sistema represivo y patriarcal les ha
causado a generaciones de jóvenes gays. Y vemos el corazón y la valentía que
Milk demandaba de sí mismo y de otros. Milk recibía llamadas de todo el país de
jóvenes que pedían ayuda y estaban a punto de suicidarse, que experimentaban la
violencia, el cruel aislamiento social y la “reprogramación” psicológica. Le
aconseja a un joven dejar su familia, ir a la ciudad más cercana y buscar la
comunidad gay. Cuando Dan White dice con envidia que Milk tiene un “tema
social”, Milk responde con pasión que los derechos de los gays son “más que un
tema social, estamos luchando por nuestras vidas”. Explica que tres de sus
cuatro compañeros sentimentales intentaron suicidarse porque él los obligó a
vivir en el clóset. Para luchar contra la proposición de Briggs, exhorta a todos
los gays y las lesbianas a que “sálganse, sálganse de clóset, dondequiera que
estén”. Antes de su muerte, dijo: “Si me pega una bala, que abra la puerta de
cada clóset”. Es una canallada que todavía en esta sociedad, según los informes
un joven gay se suicida cada seis horas debido a la deshumanización y el
hostigamiento constante que sufren.
Trabajando dentro del sistema
Milk luchó por una variedad de causas progresistas, no solamente los derechos
de los gays, pero lo hizo en el marco de lograr cambios dentro del sistema y no
en buscar eliminar el sistema. Fue un líder que representó y abogó por la
posibilidad de tener esperanza en el sistema, y defendió la constitución y la
“promesa de Estados Unidos” como el marco indicado para el cambio social.
Esa es una ilusión peligrosa y la película describe unas de las
contradicciones inherentes en tal enfoque. En medio de una protesta en el
Castro, la policía le advierte a Milk que si él no previene que estalle un
disturbio, los agentes lo harán a golpizas. Milk interviene y dirige una marcha
pacífica al palacio municipal. En otra ocasión, la gente sale a la calle en el
Castro para protestar contra la anulación de los derechos de los gays en
Florida, tras la aprobación de una iniciativa de Anita Bryant. Milk le pide
dirigir la protesta a un activista, Cleve Jones (Emile Hirsch), mientras Milk
maniobra para mediar entre la multitud y la policía. Según dice la película,
Milk también decía que si se aprobara la iniciativa Briggs (la proposición 6),
habría que hacer un “disturbio”. Agrega que como funcionario elegido, él no
podría convocarlo directamente, pero pide que Cleve lo dirija.
El hecho es que cuando se confronta una opresión tan profundamente arraigada
en el tejido social como es la discriminación contra los gays y las lesbianas,
como hicieron Harvey Milk y el movimiento gay de los años 70, la gente se topará
una y otra vez con el estado capitalista y, en particular, su uso de la fuerza
armada. Y continuamente se verá obligada a hacerle frente a todo eso, o tendrá
que bajar las miras, moderar los sueños y buscar una forma de acomodarse al
sistema de opresión.
En el marco de trabajo dentro del sistema, Milk luchó audazmente en oposición
a la mortífera estrategia conservadora en el movimiento de derechos de los gays,
de dirigirse al “público de conciencia mediana” y hacer todo lo posible por no
“ofenderlo”. Por ejemplo, unas fuerzas dentro del movimiento pro derechos de los
gays argumentaban que la campaña contra la iniciativa Briggs debía hablar de
“derechos humanos” y ni siquiera mencionar a los gays. Milk rechazó ese camino,
llamándolo la “respuesta de un cobarde”, y abogó por una “salida del clóset” en
masa, diciendo que todos votarían contra la iniciativa Briggs al ver que sus
amigos y familiares eran gays.
El asesinato de Milk
Milk sabía que unas fuerzas poderosas se le oponían, pero hizo frente a los
ataques reaccionarios con humor y valentía. The Mayor of Castro Street
[El alcalde de la calle Castro], la biografía de Milk escrito por Randy Shilts,
dice que siempre predecía que todo “iba a terminar con unas balas a la cabeza”.
Cuando una amenaza de muerte llega por correo, el compañero de Milk recomienda
llamar a la policía. Milk contesta que a lo mejor la policía la envió y pega la
nota, que muestra su cuerpo desmembrado por una motosierra, a la calentadora de
agua. Cuando le informan de una amenaza con balearlo cuando se presenta al
micrófono para hablar en un mitin con motivo del día de liberación gay, Milk
literalmente corre al podio y levanta los brazos.
Milk es asesinado por Dan White (representado por Josh Brolin), quien
vituperaba contra la “desviación social” y, como parte de su campaña para ser
supervisor, dijo que “quería desatar una furia que eliminara la lacra de nuestra
hermosa ciudad”. Brolin capta con brillantez el complejo de mártir del varón
blanco heterosexual que se siente bajo ataque, cuando la realidad es todo lo
contrario.
La película termina con una escena conmovedora, tras el asesinato de Milk y
Moscone, en que decenas de miles de personas marchan por San Francisco en una
vigilia con luz de velas. En una leyenda al final del film, describe lo que pasó
luego. Por los dos asesinatos, White recibió una condena de homicidio sin
premeditación (y no de homicidio a secas) y una pena de solo siete años de
cárcel. La población de San Francisco, que interpretaba la sentencia como una
vindicación de White por haber asesinado a Milk, pues White fue el muchacho
típicamente americano y un ex-policía, irrumpió en los disturbios de las “Noches
blancas” [el apellido “White” significa “blanco” — Nota de la
traductora]. Se destrozaron los cristales del palacio de gobierno municipal
y se incendiaron una docena de patrulleros. Como represalia, en la noche la
policía hizo una redada brutal en el bar Elephant del Castro, en que a gritos de
“¡bonzai!” destruyó las cámaras televisivas de los que trataban de filmarlo y se
echó encima con macanazos a todo lo que moviera.
La relevancia para hoy
Milk se estrenó en medio de una batalla que rugía de nuevo en la
sociedad por los derechos de los gays, y ¡la película hace que uno o una quiera
luchar! La proposición 8 en California ha prohibido los matrimonios gays, una
vez más legalizando la discriminación. Las condiciones hoy son diferentes,
aunque la oposición del sistema a la homosexualidad en su núcleo permanece y en
algunas formas es más virulenta. Las Anita Bryant, John Briggs y Dan White se
han transformado en un movimiento fascista cristiano que tiene más fuerza
política y vínculos más estrechos con los corredores del poder de la sociedad
estadounidense.
En respuesta, han aparecido en las calles manifestaciones de gran impacto.
Estas protestas necesitan seguir adelante y crecer, aprendiendo de la postura
firme de Harvey Milk.
Milk se estrenó el 26 de noviembre y para el 5 de diciembre ya estaba en
los cines por todo el país. Vea esa película y traiga a los amigos.
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