El Nuevo Herald
09 de octubre del 2008
Redada contra inmigrantes destruye comunidad en sur de EE.UU
Mary Ann Chastain / Foto AP
Magdalena Domingo Ramírez López, de 29 años y ciudadana guatemalteca, llora
al narrar un día después su dura experiencia al ser arrestada por agentes
federales en la planta procesadora de pollo Columbia Farms, de The House of
Raeford, el miércoles 8 de octubre del 2008, en Greenville, Carolina del
Sur. |
Por MITCH WEISS y JEFFREY COLLINS
Cuando Magdalena Domingo Ramírez López se mudó a esta ciudad de Carolina del
Sur hace casi dos años para trabajar en una planta procesadora de pollos, se
sintió como en su casa.
Los fines de semana, el barrio vecino de la planta The House of Raeford se
llenaba con los sonidos de música salsa y los aromas de la comida de su
Guatemala natal. La mujer de 29 años iba de compras con sus tres hijos a las
tiendas cercanas que abastecen a los inmigrantes hispanos, algunos ilegales en
el país, otros no.
Las imágenes y los sonidos le recordaban a López a su país, y ella se sentía
feliz de vivir en Estados Unidos, un lugar que le ofrecía una vida mejor para su
familia.
Pero esas felicidad se disipó de un golpe el 7 de octubre, cuando agentes
federales realizaron una redada en la planta, arrestaron a 330 presuntos
indocumentados, seis de ellos adolescentes, cerrando efectivamente la
instalación y desgarrando a una comunidad muy unida.
López fue arrestada y podría ser deportada, como sucedió con su esposo hace
dos años.
"Toda mi vida ha cambiado", dijo López, con lágrimas en las mejillas. "No
quiero regresar. Mis hijos están mejor aquí. Mi país (Guatemala) es muy pobre;
no hay nada allá".
En respuesta a pedidos el miércoles de que comentase, una portavoz del
servicio de inmigración y aduanas dijo solamente que los arrestados estaban
violando las leyes de inmigración.
Un día después de la redada, las familias esperaban por noticias de sus seres
queridos en centros de detención. Mientras tanto, calles y negocios estaban
vacíos porque quienes no fueron detenidos permanecen en sus casas, temerosos de
que regresen los agentes federales.
Apenas días antes, trabajadores de la planta avícola llenaban las calles de
los barrios alrededor de la planta.
La transformación de la comunidad fue lenta pero continua durante los últimos
15 años a medida que los recién llegados reemplazaban a los trabajadores negros
y blancos.
Los residentes del barrio que estaban al tanto de los cargos federales contra
supervisores de plantas acusados de ayudar a inmigrantes sin papeles a
falsificar documentos no pensaron que los problemas les alcanzarían.
Después de todo, ellos estaban aquí para dar a la planta largas horas de
trabajo pesado, y a los funcionarios locales no parecía importarles. Ese
pensamiento probablemente era compartido por inmigrantes en comunidades de todo
el país, incluidos estados en el sur, Iowa y Nueva York, que han sido atrapados
en redadas similares del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
López creía que estaba a salvo. Pero pasó la mayor parte del martes siendo
interrogada por agentes federales que le tomaron sus huellas dactilares. En
cualquier momento podría ser enviada de regreso a Guatemala. Sus hijos, de
cuatro, cinco y seis años de edad, nacieron en Estados Unidos.
"Lloré todo el tiempo que estuve con los policías. Seguía pensando en mis
hijos; en que ya no los vería nuevamente", comentó.
Ella salió de Centroamérica porque no quería que su familia viviese en un
lugar en el que ella estaba tan hambrienta que a veces tuvo que comer hierba y
tierra.
"Vine a Estados Unidos a trabajar. Vine en paz. Lo que quería era ayudar a
mis hijos a crecer en un lugar mejor. Ahora todo eso se esfumó", dijo López.
House of Raeford procesa pollos y pavos en ocho plantas en Carolina del
Norte, Carolina del Sur, Georgia, Luisiana y Michigan. La planta de Greenville y
sus casi 900 trabajadores han estado bajo escrutinio durante casi un año,
mientras las autoridades locales investigaban denuncias de que la compañía
contrató a sabiendas a inmigrantes sin papeles. Once supervisores de la planta y
el director de recursos humanos han sido arrestados, mayormente por falsificar
documentos de inmigración.
La compañía emitió una declaración diciendo que nunca contrató a sabiendas a
indocumentados y que estaba cooperando con las autoridades.
Muchos dijeron que no tenían idea alguna de los problemas legales ni de que
se avecinaba una redada.
"Nunca pensamos que ellos iban a venir y arrestar a todo el mundo", dijo
Jorge Mendoza, de 35 años, quien no estuvo durante la redada porque trabajaba el
segundo turno. "Eso sería como cerrar la planta. Ellos no harían eso, pensamos
nosotros. La planta está demasiado atareada".
Mendoza dice que planea mudar a su familia porque es demasiado peligroso
quedarse.
Policías del condado Greenville no podían hacer mucho acerca de los
indocumentados porque no hay una ley en Carolina del Sur que prohiba estar en
Estados Unidos sin permiso. En lugar de ello, los policías que pensaron que
habían arrestado o hablado con un indocumentado recibieron instrucciones de
comunicarse con las autoridades federales de inmigración, dijo el subjefe
policial Michael Hildebrand.
Los arrestados en la redada enfrentan varios cargos, incluyendo de haber
regresado ilegalmente al país tras ser deportados, falsificación de documentos y
declaraciones falsas. Todos están bajo custodia federal y se les han iniciado
trámites de deportación.
López está bajo arresto domiciliario y tiene que llevar un monitor
electrónico en el tobillo hasta su audiencia de deportación el 14 de noviembre.
No tiene dinero para contratar a un abogado.
Su hijo de cuatro años, Issias, se recupera de una operación y ella dudad que
pueda recibir atención médica apropiada en Guatemala, adonde ella planea llevar
a sus hijos para reunirlos con el padre.
Emilio Espinoza es el gerente del Restaurante Guatemala en un centro
comercial con una tienda de abastecimientos, una panadería y un club nocturno,
todos con clientela hispana.
Su restaurante, usualmente atestado, estaba vacío a la hora de almuerzo el
miércoles por primera vez desde que lo abrió hace siete años. La mitad de su
empleados no se presentaron por temor a la presencia de los agentes de
inmigración en el área.
"La gente tiene miedo de salir de sus casas", dijo Espinoza, de 35 años.
David Wynn afirmó que ha visto el barrio cambiar alrededor de su tienda de
acondicionadores de aire y equipos de calefacción al otro lado de la calle de la
planta.
Todo el mundo sabía que la planta contrataba a inmigrantes ilegales, señaló
Wynn, y añadió que nadie hacía nada al respecto porque los trabajadores
realizaban labores que nadie más quería hacer. Con el deterioro de la economía,
eso probablemente ya no es así, y a Wynn le preocupa qué va a suceder a las
personas atrapadas en la redada.
"Tenemos que orar por ellos", dijo Wynn.
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