¿Qué celebramos el 4 de julio?
OPINIÓN - Tuesday, June 27, 2006 14:24 por latribuna
Chris White* CounterPunch
Cuando nuestra nación celebra el Día de la Independencia, tenemos desfiles,
lanzamos y presenciamos magnificentes fuegos artificiales y honramos a nuestros
veteranos con emisiones especiales en las elogiamos a los que murieron para
preservar nuestra independencia. Una cosa falta, sin embargo: nadie pregunta lo
que la independencia significa para nosotros. Nos dicen, con esas
manifestaciones de afección por nuestra independencia, qué celebrar, pero no se
ofrece calificación alguna de esa celebración. Si, como estadounidenses, vamos a
celebrar nuestra independencia, ¿no deberíamos por lo menos saber qué estamos
celebrando? George W. Bush afirma que la independencia es algo que valoramos
universalmente, por eso somos los líderes del “mundo libre”, y como tales,
“liberamos” Irak. ¿Pero cómo definimos la independencia? ¿Apoyamos la
independencia de un modo universal? ¿O, la apoyamos sólo cuando conviene a
nuestros intereses? Si lo que vale es esto último, ¿cómo podemos considerar la
independencia como un valor estadounidense? ¿No es la independencia algo que es
deseado por todo ser humano? Ningún estadounidense argumentaría ciertamente que
una persona elige estar bajo el control de otro, es decir ser no-independiente.
Desde este punto de vista, si sólo respetamos la independencia cuando nos
conviene, ¿cómo somos “excepcionales” en nuestra valoración del concepto de
independencia?
¡Blasfemia!, dirán. ¿No amas a EE.UU.? ¿No gozas de tu libertad? ¡Si vivieras
en cualquier otro sitio, te matarían por escribir este ensayo! Estoy de acuerdo,
digo. Especialmente en naciones que armamos hasta los dientes y en sitios en los
que hemos violado este concepto de independencia innumerables veces. Cualquier
buen argumento merece una buena explicación basada en un fundamento sólido de
ejemplos y lógica. No niego que nos gustan los privilegios que conlleva la
libertad y que gozamos de muchas libertades desconocidas en otros países, pero,
si vamos a celebrar verdaderamente este día, ¿no deberíamos por lo menos conocer
nuestra historia en relación con el respeto por la independencia? Después de
todo, no se puede esperar simplemente que marchemos por una idea, tenemos que
comprender un poco su significado, ¿no es así?
¿Valoramos la independencia de Cuba y de las Filipinas a fines del siglo XIX
y comienzos del XX cuando convertimos esos países en virtuales colonias, matando
a cientos de miles de combatientes filipinos por la independencia? ¿Apoyamos la
independencia de la cuenca del Caribe cuando patrocinamos golpes e intervenimos
docenas de veces en las primeras cuatro décadas del siglo XX? ¿En qué medida
apoyó EE.UU. la independencia de Irán, cuando orquestamos el derrocamiento de su
primer ministro, instalamos al Shah, y apoyamos a ese dictador durante su
matanza y tortura de miles de disidentes, que sólo querían restaurar las
libertades que ese dictador les había arrebatado? ¿Cómo imaginábamos la
independencia de Guatemala en 1954, cuando ayudamos a destituir al presidente
democráticamente elegido, Jacobo Arbenz, y pusimos en su sitio a un dictador
que, junto con sus sucesores durante los cuatro decenios siguientes, asesinó y
torturó a cientos de miles? ¿Respetamos la independencia de Chile cuando
apoyamos el derrocamiento del presidente democráticamente elegido, Salvador
Allende, el 11 de septiembre de 1973, y luego apoyamos al dictador, que asesinó
y torturó a miles de chilenos?
¿Respetamos la independencia de la mayoría de la población pobre de El
Salvador en los años 80, cuando su único crimen fue tratar de lograr las mismas
cosas que nosotros pedimos en EE.UU., como atención sanitaria, alimento, agua
potable, y NO ser reprimidos por escuadrones de la muerte que apoyan al gobierno
derechista? Si es así, ¿cómo ocurre que hayamos dado tantos millones de dólares
en equipo militar y entrenamiento a los escuadrones de la muerte, que asesinaron
y torturaron a miles de salvadoreños desarmados? ¿Apoyamos la independencia de
Cuba y Nicaragua después de que revoluciones populares derribaron a las antiguas
dictaduras que limitaban las libertades de expresión y reunión que nosotros
mismos exigimos? ¿O apoyamos a movimientos clandestinos, contrarios a la
independencia, que utilizaron tácticas de terror y sabotaje contra civiles, con
el propósito de derrocar esos gobiernos populares?
Por desgracia, la frustración de la independencia continúa todo el tiempo. Si
esta lista, que está lejos de ser completa, demuestra un ligero nivel de desdeño
por la independencia del “Otro”, entonces ¿no deberíamos considerar este factor
en nuestra perspectiva al celebrar el concepto de un Día de la Independencia? Si
Estados Unidos ha ciertamente violado la independencia de tantos países, ¿no
sería por lo menos un poco más exacto si este día se celebrara en su auténtico
contexto? Es decir, nos gusta NUESTRA independencia, pero cualquiera que en el
Tercer Mundo trate de lograrla, tendrá que pasar por NOSOTROS antes de hacerlo.
Si esto es generalmente exacto, tal como vemos los antecedentes históricos,
¿cómo podemos decir honestamente que valoramos la independencia universal?
Después de todo, es lo que George Bush dice que fue el lado positivo de nuestra
guerra contra Irak.
El pueblo de Irak está libre de un malvado tirano, dice, pero ahí se detiene,
y no menciona cómo apoyamos a Sadam durante la mayor parte de sus peores
atrocidades: es decir la invasión de Irán y la represión de todos los
movimientos por la independencia iraquí, desde 1980 a 1991. Incluso nos quedamos
contemplando después de la I Guerra del Golfo como espectadores mientras Sadam
aplastaba dos movimientos populares simultáneos por la independencia con una
horrenda brutalidad. Así que, de nuevo, queda la pregunta: en vista de nuestra
larga historia de frustración de movimientos por la independencia, ¿qué es lo
que celebramos verdaderamente el 4 de julio?
* Chris White, ex sargento de los marines de 1994 a 1998, trabaja
actualmente en su doctorado en historia en la Universidad de Kansas. Colabora en
la nueva historia de la última década de guerras de CounterPunch, “Imperial
Crusades”. Su correo es: juliopac@swbell.net. El artículo fue raducido para
Rebelión por Germán Leyens, donde se publicó originalmente.
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