Primero fue deportado, ahora dividido
Adam Savitt operaba un negocio
próspero con su esposa en el área de Chicago cuando fue deportado en julio a su
natal Guatemala
Por Antonio Olivo y Óscar Ávila
20 de octubre, 2008
Suena el teléfono en el área 847 de AMS Earth Movers de Highland
Park. Adam Savitt contesta en medio de frondosos bananales guatemaltecos.
La conexión es buena, pero los vínculos con su esposa en el Condado de Lake
se desvanecen desde que él se convirtió en uno de los miles de deportados por la
batida actual del gobierno de Estados Unidos contra los indocumentados.
Sí, le dice Savitt, de 44 años, a un camionero confuso al otro lado de la
línea, todavía quedan montones de desperdicios de construcción en espera de ser
recogidos en Winnetka. No, le asegura él a un contratista nervioso, no hay
porqué preocuparse porque él ahora esté fuera del país.
El teléfono vuelve a sonar, y es su esposa, Julie, de 42 años, que llama por
otra línea de Highland Park. Con la vista cansada tras otro día de 17 horas de
trabajo como nueva dueña de la compañía, ella le da un resumen de los últimos
quebraderos de cabeza del trabajo.
"Quisiera tenerte aquí", dice ella. "Yo también quisiera estar allá, bebé",
responde él.
Desde que unos agentes federales se acercaron a él en el portal y lo enviaron
de vuelta a Guatemala en julio, esas llamadas telefónicas constantes son lo que
mantiene unido el otrora próspero negocio de remoción de desperdicios de
construcción de los Savitt. También mantienen unido un matrimonio improbable que
es una muestra de cómo semejantes arrestos pueden tocar en cualquier rincón de
Estados Unidos.
Ella era la nieta judía ortodoxa de un urbanizador de Chicago que en sus
tiempos estuvo bien conectado; él peleó en las filas del gobierno en la guerra
civil de Guatemala, escapó, luego se convirtió al judaismo tras conocerla en
1998.
Juntos, con los tres hijos de un matrimonio anterior de ella, iniciaron una
vida tranquila en Highland Park —hasta que una negación de asilo político de
hace 13 años alcanzó a Savitt.
El cambio
Era un sábado a las 5 am. Mientras él se ponía sus botas de trabajo, un
hombre se le acercó y le pidió la licencia de conducir. Él acató. El hombre le
preguntó: ¿Ha usado usted otro nombre alguna vez?
Le dio el nombre que usaba antes de cambiar su identidad legalmente como
parte de su conversión al judaísmo: Francisco Adán Estrada.
Momentos después, su mujer vio a su esposo desaparecer esposado en un
vehículo oficial sin insignias, por una calle de casas amplias, aros de
baloncesto y banderas americanas.
"No entendía lo que pasaba", dice ella.
Cuadros similares se repiten por todo el país. Desde septiembre de 2007, unos
60,000 indocumentados a quienes se les ordenó salir de EEUU, han sido rastreados
y deportados, según cifras del gobierno federal.
Entre ellos hay ex convictos, pandilleros y otras amenazas potenciales,
dijeron funcionarios del Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas.
También hay gente como Adam Savitt.
A los 15 años fue llamado al servicio militar para combatir en el Ejército de
Guatemala en una guerra civil que duró 30 años. Savitt dice que odiaba al
oficial a cuyas órdenes estaba, porque éste forzaba a los soldados a robar en
las tiendas de los pueblos.
Un día riñeron. Savitt dejó al oficial sangrando. Temiendo haberlo matado,
huyó y en 1994 cruzó ilegalmente a EEUU.
En 1995, cuando vivía en Nueva York, solicitó asilo político — cinco meses
después de vencerse el plazo para los refugiados de la guerra en Centroamérica.
Su abogado, en aquel momento, no presentó pruebas de la rampante persecución del
gobierno de Guatemala, según su abogado actual, Dana Davidson.
Le ordenan salir
En 1997 a Savitt le ordenaron salir de EEUU. Él alega que su abogado nunca le
informó acerca del fallo y que se enteró tres años más tarde.
En 1998 se mudó a Chicago.
Luego se dio cuenta por qué se sintió atraído por un empleo como bedel en una
shul en Skokie, dice él. Cuando aquello sólo sabía que le caía bien la madre
divorciada que se ocupaba de los libros de la sinagoga.
Los dos se enamoraron. A medida que aprendía más sobre la religión de ella,
volverían a él los recuerdos de su infancia, cuando veía a su abuelo en
Guatemala leer textos en hebreo.
Antes de su boda judía en 2004, él se convirtió. Fue circuncidado a los 38
años.
También tuvo que asumir un nombre judío. Eligió la versión inglesa de su
segundo nombre y el segundo del abuelo de su esposa Maurice Moshe Young. Su
nuevo apellido sería Savitt.
Young, un urbanizador jubilado que ayudó a construir la sede de la escuela de
derecho de la Universidad Loyola, se vio a sí mismo en su nieto político, dice
la familia. Murió en 2002.
"Sus comienzos fueron muy similares", cuenta la madre de Julie, Sheila
Savitt. "Mi padre vino cuando era un niño [desde Polonia] pero perteneció a una
familia inmigrante y todo lo que hizo, lo hizo por su cuenta, y Adam es tan
similar".
Con la ayuda financiera de Young, Adam Savitt compró un camión de volteo de
construcción. Ya él sabía desde entonces que tenía que poner en orden su estatus
inmigratorio. Los Savitt empezaron por solicitar una visa matrimonial, una vía
que aún tramitan al margen del proceso de deportación.
La empresa
A la larga, nació AMS Earth Movers, una empresa que en su apogeo llegó a
coordinar 60 camiones al día en un negocio duro y lucrativo.
Ya esos camiones se vendieron, y la suerte de la pareja cambió ante la
presión de tener que pagar deudas y reducir la carga de trabajo para ella.
"He perdido mucha fe este año", dijo ella mientras conducía en ruta a
supervisar un trabajo de carga. "Nunca escondimos nada. Tratamos de hacer esto
de una manera correcta".
Entretanto, el teléfono de AMS sonaba continuamente, dando timbre con el
sonido de su músico favorito, Bob Marley. "Don't worry, 'bout a thing…".
Ella necesita ese mantra en esos días que comienzan a las 5 am y terminan con
un montón de facturas a eso de las 10 pm.
En el interín, ella coordina el número cada vez menor de camioneros, pasa un
rato con sus hijas gemelas de 13 años, y su hijo de 15, persigue a los
contratistas que le deben dinero a AMS, prepara la cena y ordena el trabajo del
día siguiente.
Antonio Olivo reportó desde Highland Park, y Oscar Ávila desde Guatemala.
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