IRAQ-ESTADOS UNIDOS: El espía que prefirió no enterarse
Publicado el Agosto 9, 2008
WASHINGTON, 8 ago
Análisis de Gareth Porter* (IPS)
Fue sistemático el esfuerzo del ex director de la CIA George Tenet para
aplastar toda evidencia que contradijera el principal argumento de Estados
Unidos para invadir Iraq: que el régimen de Saddam Hussein procuraba armas de
destrucción masiva.
Así lo asegura el más reciente libro del periodista Ron Suskind, “The Way of
the World” (”Así funciona el mundo”), según el cual el jefe de inteligencia de
Saddam Hussein, Tahir Jalil Habbush Al-Tikriti, fue una de las principales
fuentes del espionaje británico en el año que precedió a la guerra.
A comienzos de 2003, Habbush dijo en Jordania al agente británico Michael
Shipster, del servicio de inteligencia MI6, que Saddam Hussein había
interrumpido su programa de armas nucleares en 1991 y el de armas biológicas en
1996.
Habbush explicó que el dictador intentaba dar la impresión de que poseía esos
arsenales para intimidar a Irán.
Suskind escribió en su libro que el jefe del MI6, Richard Dearlove, presentó
en Washington ese informe a Tenet, quien, a su vez, lo detalló a la entonces
consejera de Seguridad Nacional y actual secretaria de Estado (canciller),
Condoleezza Rice.
Poco después, la CIA informó al MI6 que el gobierno de George W. Bush no
estaba interesado en mantener un canal de comunicación con Habbush, de acuerdo
con la investigación.
Tenet calificó las revelaciones de Suskind de “completa fabricación”, y
aseguró que Habbush “no logró persuadir” a los británicos que tenía “nada nuevo
que ofrecer en materia de inteligencia”.
Pero la declaración del ex jefe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia)
refuerza la credibilidad del libro, pues deja en evidencia que eligió,
simplemente, no creerle al espía iraquí.
“Hubo muchos funcionarios iraquíes que dijeron, en público y en privado, que
su país no tenía armas de destrucción masiva, pero nuestros colegas de
inteligencia extranjeros y nosotros evaluamos que esos individuos estaban
parloteando la línea del Partido Baath y tratando de retrasar un ataque”,
sostuvo Tenet.
Pero Dearlov dijo a Suskind que él mismo le preguntó al entonces primer
ministro Tony Blair por que no actuó sobre la base de los datos aportados por
Habbush.
Otra fuente de información de inteligencia de alto nivel en los últimos meses
del régimen de Saddam Hussein fue su canciller de esa época, Naji Sabri.
El jefe de operaciones clandestinas de la CIA en Europa entre 2001 a 2005,
Tyler Drumheller, recordó en su libro “On the Brink” que Sabri informó a un
funcionario de un gobierno europeo, pocos meses antes de la invasión, que la
intención de Iraq era alardear de gran poderío militar ante gobiernos
enemigos.
Sidney Blumenthal escribió en septiembre pasado que dos ex funcionarios de la
CIA que habían trabajado con los datos de Sabri identificaron al intermediario:
el gobierno de Francia. El funcionario iraquí recibió cientos de miles de
dólares de la CIA y de la inteligencia francesa a cambio de documentos sobre las
armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.
Drumheller dijo al programa de televisión “60 Minutes”: “Sabri nos dijo que
no tenían un programa activo de armas de destrucción masiva.”
El 17 de septiembre de 2002, el agente que había tratado los datos de Sabri
se entrevistó con el subdirector de la agencia John McLaughlin, según
Blumenthal. McLaughlin respondió que la información de Sabri contradecía a la
“mejor fuente” de la CIA, el denominado “Curveball” (”bola curva”, en la jerga
del béisbol), un iraquí que aseguraba conocer un programa de armas biológicas
portátiles.
“Curveball”resultó ser un mentiroso profesional.
Al día siguiente, Tenet informó a Bush sobre lo que Sabri decía, pero el
presidente consideró que el funcionario decía “lo que Saddam quiere que
pensemos”.
Espías franceses grabaron luego conversaciones telefónicas de Sabri y
determinaron que la información extraída antes de él esta cierta, pero era
demasiado tarde. Fue entonces que uno de los segundos de Tenet dijo a agentes de
la CIA: “Esto no es sobre inteligencia: es sobre el cambio de régimen de
Iraq.”
Otra fuente muy creíble sobre armas de destrucción masiva iraquíes en
septiembre de 2002 fue Saad Tawfic, ingeniero electrónico identificado por la
CIA como “figura clave en el programa clandestino de armas nucleares de Saddam
Hussein”, como rememora el periodista James Risen en su libro “State of
War”.
La hermana de Tawfik, que vivía en Cleveland, viajó a Bagdad en septiembre de
2002 con la misión de obtener detalles sobre las actividades de su hermano. Pero
a la CIA no le gustó lo que informó a su regreso.
Tawfik le dijo a su hermana que el programa nuclear iraquí había sido
abandonado en 1991. Y cuando ella le dijo que la CIA pretendía saber “cómo
avanzaban las centrifugadoras” y “dónde estaban las fábricas de armas”, el
técnico se mostró incrédulo: no entendía cómo la CIA no estaba convencida aún de
la inexistencia del programa con todas las evidencias a su disposición.
La desaparición de todas esas evidencias respondió a una decisión deliberada
de Tenet. El Grupo de Trabajo de la Casa Blanca sobre Iraq las esquivaba, porque
no le servían para cumplir con una misión predeterminada: limitarse a
desarrollar la campaña que creara un clima político de apoyo a la invasión.
En sus memorias, publicadas el año pasado, Tenet ni siquiera mencionó la
información de inteligencia aportada por Habush, Sabri y otros expertos iraquíes
sobre la inexistencia de un programa activo de armamentos de avanzada.
El ex jefe de la CIA, que actuaba más como operador político que como
profesional de inteligencia, traicionó la misión de la CIA de suministrar
análisis objetivos. Por el contrario, eligió servir a los intereses de la
administración de Bush y preparar el terreno para la guerra.
No resulta difícil imaginar que haría lo que fuera para cumplir con los
deseos de la Casa Blanca… incluso fraguar un documento y filtrarlo a los medios
de prensa. *Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad
nacional de Estados Unidos. “Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el
camino hacia la guerra en Vietnam”, su último libro, fue publicado en junio de
2005 y reeditado en 2006.
(FIN/2008)
“Todos los Derechos Reservados, IPS Inter Press Service, (2008)”
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