16-12-2008
Escándalo destapado por el New York Times
Un informe oficial pone de relieve que la reconstrucción de Irak ha sido un
fracaso
James Glanz y T. Christian Miller
The New York Times
Un informe federal no publicado de 513 páginas sobre la reconstrucción
estadounidense de Irak describe un esfuerzo mutilado antes de la invasión por
los planificadores del Pentágono hostiles a la idea de reconstruir un país
extranjero, y luego transformado en un fracaso de 100 mil millones de dólares
por guerras burocráticas, una escalada de violencia y la ignorancia de los
elementos básicos de la sociedad y la infraestructura
iraquí. |
El informe, que es el primer recuento oficial de su especie, está circulando
en forma de borrador aquí (Bagdad) y en Washington entre un estrecho círculo de
revisores técnicos, expertos políticos y altos funcionarios. También concluye
que cuando la reconstrucción comenzó a rezagarse - particularmente en el área
crítica de reconstruir la policía y el Ejército iraquíes- el Pentágono
simplemente publicó medidas infladas de los progresos para encubrir los
fracasos.
En un pasaje, por ejemplo, el ex Secretario de Estado Colin L. Powell es
citado textualmente afirmando que en los meses sucesivos a la invasión de 2003,
el Departamento de Defensa "no hacía sino inventar las cifras de las fuerzas de
seguridad iraquíes - ¡el número daba un salto de 20.000 cada semana! "Ahora
tenemos 80.000, ahora 100.000, ahora tenemos 120.000".
La afirmación del Sr. Powell de que el Pentágono inflaba las cifras de las
fuerzas iraquíes de seguridad competentes es respaldada por el Teniente General
Ricardo S. Sánchez, el ex comandante de las tropas sobre terreno en Irak, y L.
Paul Bremer III, el máximo administrador civil hasta que el Gobierno iraquí
asumió el control en junio de 2004.
Entre las principales conclusiones del informe está que cinco años después de
embarcarse en el más amplio proyecto de reconstrucción desde el Plan Marshall en
Europa tras la II Guerra Mundial, el Gobierno de Estados Unidos no cuenta en el
lugar ni con las políticas, ni con la capacidad técnica ni con la estructura
organizacional que se requiriría para implementar semejante programa en algo que
se aproximara a esta escala.
El mensaje más amargo de todos para el programa de reconstrucción puede ser
el modo en que termina esta historia. Las duras cifras en cuanto a servicios
básicos y producción industrial recopilados por el informe revelan que, en
contraste con todo el dinero gastado y todas las promesas realizadas, el
esfuerzo de reconstrucción nunca hizo mucho más que restaurar lo que fue
destruido durante la invasión y el saqueo convulsivo que le siguió.
Para mediados de 2008, afirma el informe, se habían gastado 117 mil millones
de dólares en la reconstrucción de Irak, incluyendo unos 50 mil millones de
dólares de los impuestos de los contribuyentes estadounidenses.
El informe contiene un catálogo de revelaciones que muestra el caótico y a
menudo envenenado ambiente que domina en el esfuerzo de reconstrucción.
Cuando la Oficina de Gestión y Presupuesto trancó la repentina solicitud de
la autoridad ocupante estadounidense de unos 20 mil millones de dólares más para
reconstrucción en agosto de 2003, un veterano republicano miembro de un grupo de
presión que trabajaba para la autoridad, realizó un sesgado llamado a Joshua B.
Bolten, entonces director de la Oficina de Gestión y Presupuesto y ahora jefe de
personal de la Casa Blanca. "Retrasar la obtención de nuestros fondos sería un
desastre político para el Presidente", escribió el cabildero, Tom C. Korologos.
"Su elección cuelga en gran medida de demostrar avances en Irak, y sin el
financiamiento este año, los avances se detendrán en seco". Con respaldo de la
administración, el Congreso asignó el dinero más adelante ese mismo año.
En una ilustración de la planificación caprichosa y precipitada, le dieron a
un funcionario civil de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo
Internacional cuatro horas para decidir cuántas millas de carreteras iraquíes
sería preciso reabrir y reparar. El funcionario buscó en la biblioteca de
referencia de la agencia y su estimación fue directamente al Plan Maestro. Sin
importar la calidad del plan de la agencia, comenzó a ejecutar eventualmente
como un esfuerzo de reconstrucción paralelo en las provincias que tenían escasa
relación con el resto del esfuerzo estadounidense.
El dinero para muchos de los proyectos locales de construcción todavía en
camino es fraccionado por un sistema de botines controlado por los políticos y
jefes tribales vecinos. "El director de nuestro consejo de distrito se ha
convertido en el soprano de Rasheed, en términos de control de recursos", afirmó
un funcionario estadounidense de la embajada que trabajana en un peligroso
vecindario en Bagdad. "Usted utiliza mi contratista o el trabajo no se
realiza".
Un cuento con moraleja
Estados Unidos podría tener en breve razones para consultar este cuento
aleccionador sobre el engaño, el desperdicio y la mala planificación, ya que es
probable que el número de tropas y esfuerzos de reconstrucción en Afganistán
aumenten bajo la nueva administración.
Se espera que los expertos en reconstrucción entrantes de la administración
Obama se concentren en proyectos de menor escala y enfaticen la reforma política
y económica. Aún así, estos programas no afrontan una de las principales
opiniones del informe: que el esfuerzo de reconstrucción ha fracasado porque ni
una sola agencia en el Gobierno estadounidense es responsable de la tarea.
Cinco años después de la invasión de Irak, concluye el informe, "el gobierno
en su conjunto nunca ha desarrollado una doctrina sancionada por ley ni un marco
para la planificación, preparación y ejecución de operaciones de contingencia en
que atañen a la diplomacia, el desarrollo y al ejército".
Titulado "Lecciones duras: La Experiencia de Reconstrucción de Iraq", el
nuevo informe fue compilado por la Oficina del Inspector General para la
Reconstrucción de Irak, dirigida por Stuart W. Bowen Jr., un abogado republicano
que viaja regularmente a Irak y tiene un equipo de ingenieros y auditores
establecido aquí. Las copias de varios borradores del informe fueron
suministradas a los reporteros del New York Times y ProPublica por dos personas
externas a la oficina del inspector general que han leído el borrador, pero no
están autorizadas a comentarlo públicamente.
El segundo del Sr. Bowen, Ginger Cruz, no quiso hacer declaraciones sobre el
contenido del informe. Pero dijo que sería presentado el 2 de febrero en la
primera audiencia de la Comisión de Contratación en Tiempos de Guerra, que se
creó este año como resultado de la legislación propuesta por los senadores Jim
Webb de Virginia y Claire McCaskill de Missouri, ambos demócratas.
El manuscrito se basa en aproximadamente 500 nuevas entrevistas, así como en
más de 600 auditorías, inspecciones e investigaciones sobre las que la oficina
del Sr. Bowen ha informado durante años. Reunido por primera vez en un informe
conexo, el material constituye la base para juicios amplios sobre el programa de
reconstrucción.
En el prefacio, el Sr. Bowen propina una mordaz crítica de lo que él denomina
"la planificación prebélica estrecha de miras e inconexa para la reconstrucción
de Irak" y la chapucera expansión del programa de una iniciativa modesta para
mejorar los servicios iraquíes a una empresa multimilmillonaria.
El Sr. Bowen también propina un golpe a las interminables revisiones y
modificaciones del programa, que en varias ocasiones dio un giro de enfoque en
gigantescos proyectos de construcción dirigidos por grandes contratistas
occidentales a modestas iniciativas de base comunitaria desarrolladas por
iraquíes locales. Mientras el Sr. Bowen admite que la deteriorada seguridad
contribuyó a dañar las esperanzas en el programa, sugiere, como ya lo hizo en el
pasado, que el programa no necesitaba de mucha ayuda externa para
arruinarse.
A pesar de años estudiando el programa, el Sr. Bowen escribe que él todavía
no tiene una buena respuesta a la pregunta de por qué el programa fue incluso
continuado cuando la violencia galopante lo hacía insostenible. "Otros tendrán
que proporcionar esa respuesta", escribe el Sr. Bowen.
"Pero más allá del asunto de la seguridad se mantiene otra respuesta
insoslayable: el Gobierno de Estados Unidos no estaba adecuadamente preparado
para llevar a cabo la misión de reconstrucción que asumió a mediados de 2003",
concluye.
El informe cita algunos proyectos y éxitos. La revisión elogia los esfuerzos
de identificación comunitaria por parte de la Agencia para el Desarrollo
Internacional, el plan del Departamento del Tesoro para estabilizar el dinar
iraquí tras la invasión y un esfuerzo coordinado por los Departamentos de Estado
y de Defensa para crear equipos locales de reconstrucción.
Pero el retrato que emerge sobre todo es el de los funcionarios de un
programa actuando por instinto en medio de una empresa crítica en el exterior,
donde se suponía que la reconstrucción debía convencer a la ciudadanía iraquí de
la buena voluntad estadounidense y apoyar la nueva democracia con luces que se
encendieran y grifos que fluyeran con agua clara. Más que todo, es el retrato de
un programa que parecía crecer exponencialmente incluso aunque aquellos
involucrados desde el inicio del esfuerzo lo veían con sorpresa.
Errores de cálculo tempranos
La noche de la invasión, a medida que algunos funcionarios comenzaron a caer
en la cuenta de que el precio de reconstruir Irak sería inmensamente mayor de lo
que les habían dicho, el grado de los errores de cálculo quedó ilustrado en un
encuentro entre Donald H. Rumsfeld, entonces secretario de defensa, y Jay
Garner, un teniente general retirado que había sido apresuradamente nombrado
jefe de lo que sería una breve autoridad civil denominada Oficina de
Reconstrucción y Ayuda Humanitaria.
El informe registra cómo el Sr. Garner presentó al Sr. Rumsfeld varios planes
de reconstrucción, incluyendo uno que incluiría proyectos a lo largo de
Irak.
"¿Cuánto piensas que costará?" preguntó el Sr. Rumsfeld acerca del plan más
expansivo.
"Creo que va a costar miles de millones de dólares", dijo el Sr. Garner.
"Amigo mío", replicó el Sr. Rumsfeld, "si crees que vamos a gastar mil
millones de dólares de nuestro dinero allá, estás lamentablemente
equivocado".
De una forma que nunca previó, el Sr. Garner resultó tener razón: antes de
que el año acabara, Estados Unidos había asignado más de 20 mil millones de
dólares a la reconstrucción, que efectivamente incluyó proyectos a lo largo de
todo el país.
El Sr. Rumsfeld no quiso declarar sobre el informe, pero una vocera, Keith
Urbahn, afirmó que las citas atribuidas al Sr. Rumsfeld en el documento
"aparentemente son precisas". El Sr. Powell también rechazó emitir
comentarios.
Los efectos secundarios de la invasión y sus secuelas estuvieron entre los
principales factores que cambiaron radicalmente las perspectivas. Las tablas del
informe muestran que las medidas de cosas como la producción nacional de
electricidad y petróleo, acceso público al agua potable, servicio telefónico
terrestre y móvil y la presencia de las fuerzas de seguridad iraquíes se
desplomaron al menos en un 70%, y en algunos casos a cero, durante las semanas
posteriores a la invasión.
Las tablas subsiguientes en el informe proporcionan una visión acelerada de
lo que ocurrió cuando la avalancha de dinero cayó sobre Irak los siguientes
cinco años.
Esperanzas defraudadas
Para cuando un gobierno iraquí soberano recibió el poder de los
estadounidenses en junio de 2004, ninguno de esos servicios -con una sola
excepción, los teléfonos móviles- había recuperado los niveles anteriores a la
guerra.
Y para cuando se dieron las mejoras en la seguridad, en 2007 y 2008, la
producción de electricidad tenía una precaria ventaja del 10 por ciento sobre
sus niveles bajo Sadam Hussein; la producción de petróleo estaba todavía por
debajo de los niveles anteriores a la guerra; y el acceso a agua potable se
había aumentado un 30 por ciento, aunque con el sistema de tuberías de Irak
destruido, no estaba claro cuánta agua llegaba sin contaminar a los hogares de
la gente.
Nunca se sabrá si el esfuerzo de reconstrucción podría haber tenido éxito en
un escenario menos violento. En abril de 2004, miles de fuerzas iraquíes de
seguridad que habían sido excesivamente alabadas por el Pentágono estaban
invadidas, se amotinaron de repente o simplemente abandonaron sus puestos cuando
la insurgencia estalló, metiendo a Irak en una senda violenta de la que nunca se
ha recuperado completamente.
Al final de su narración, el Sr. Bowen elige una línea de "Grandes
esperanzas" por Dickens como epitafio del intento estadounidense de reconstruir
Irak: "Gastamos tanto dinero como pudimos, y obtuvimos tan poco de ello como lo
que la gente pudo decidirse a darnos".
James Glanz informó desde Bagdad, y T. Christian Miller, de la página web
de investigación sin ánimo de lucro ProPublica,
informó desde Washington.
El artículo original "Official
History Spotlights Iraq Rebuilding Blunders" fue publicado por el New York
Times este domingo, 14 de diciembre de 2008.
Traducido para YVKE por Patricia Rivas
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