Revolución #50,
11 de junio 2006
Nuevas maniobras de Estados Unidos en Irán: Cambios tácticos, mayores
amenazas y el peligro de guerra
Larry Everest
Por primera vez en 25 años Washington ha aceptado negociar directamente con
la República Islámica de Irán, junto con Inglaterra, Francia y Alemania, sobre
el presunto programa de armas nucleares de Irán. Estados Unidos participará solo
si Irán acepta suspender primero su programa de enriquecimiento de uranio.
La secretaria de Estado hizo el anuncio el 31 de mayo y la prensa
imperialista ha aplaudido a la Casa Blanca por su cambio de posición; ha dicho
que es un triunfo del “realismo” y de la diplomacia, y que podría evitar una
guerra con Irán.
Sin embargo, examinando las demandas, los motivos y la evolución de este
ajuste táctico de la Casa Blanca, se ve que:
* el objetivo de esta maniobra es ponerse en una posición más fuerte para
confrontar a Irán, por las armas si es necesario, y representa una aceleración
de esa confrontación;
* aunque el aumento de las contradicciones regionales y globales a raíz de la
invasión y ocupación de Irak ha llevado a Washington a ajustar sus tácticas, sin
embargo, el objetivo estratégico de mayor dominación y transformación del Medio
Oriente como parte de un plan general global sigue firmemente en pie;
* las afirmaciones de la Casa Blanca de que Irán está violando el Tratado de
No Proliferación Nuclear (que le da el derecho de producir energía nuclear) y de
que solo busca impedir que Irán construya armas nucleares son mentiras; el
objetivo fundamental es un “cambio de gobierno” que contribuya a la
“transformación” imperialista de la región del golfo Pérsico; y el
desenvolvimiento de las contradicciones de la región ha aumentado la necesidad
de ese “cambio de gobierno” para Washington.
* el grave peligro de intervención, intimidación, ataques militares y/o
guerra contra Irán (ver Revolución #44) sigue
presente, y tiene el potencial de agudizar graves contradicciones y de desatar
grandes tormentas en el golfo Pérsico, en la región y en el mundo, e inclusive
en Estados Unidos.
* todo ataque contra Irán, sea cual sea el estado de su programa nuclear,
sería una agresión reaccionaria y criminal contra los intereses del pueblo
iraní, del pueblo estadounidense y de todo el mundo, y es urgente desenmascarar
y atacar todos los preparativos de guerra.
Una confrontación en gestación desde hace décadas
Las actuales tensiones entre Estados Unidos e Irán se vienen gestando desde
la caída del sha (un odiado títere yanqui) en 1979 y el ascenso al poder del
ayatola Jomeini y los clérigos islámicos. Aunando los intereses feudales y de la
burguesía compradora, estos establecieron una nueva teocracia represiva, la
República Islámica de Irán, y reprimieron violentamente a las fuerzas
progresistas, revolucionarias y comunistas. Impusieron o fortalecieron
sofocantes relaciones feudales y patriarcales, especialmente a la mujer.
Reprimieron despiadadamente el disentimiento y las protestas. Controlaron
estrictamente la vida intelectual y preservaron el capitalismo.
Por más que posaran de antiimperialistas, los ayatolas no buscaban zafar a
Irán del yugo imperialista, sino “renegociar” la posición de Irán en la región:
no ser solo un gendarme regional leal como en tiempos del sha; no tener
relaciones solo con Estados Unidos; y limitar la entrada de capital y cultura
del extranjero (que debilitan las relaciones sociales y la ideología feudales).
Coquetearon con otras potencias imperialistas, trataron de utilizar las
corrientes revolucionarias y antiimperialistas, apoyaron ciertas organizaciones
palestinas y a Hezbolá en Líbano (que Estados Unidos e Israel consideran
enemigos), y empezaron a construir en secreto plantas de energía nuclear y quizá
de armas nucleares para alcanzar esos objetivos, lo que se supo en 2003. Todo
esto ha puesto a los ayatolas en conflicto con las metas de Estados Unidos en la
región.
Estados Unidos no ha tenido relaciones diplomáticas con Irán desde 1979 y ha
tratado de aislarlo y controlarlo por medio de acciones secretas, amenazas
militares y sanciones económicas, pero Irán ha permanecido fuera de su órbita.
El tamaño de Irán, su cuantiosa población, sus enormes reservas de petróleo y
gas natural, y su posición estratégica (en el golfo Pérsico y en el flanco sur
de Rusia), han hecho que esta situación sea muy problemática para Estados
Unidos.
Condoleezza Rice declaró hace poco: “Quizá el mayor desafío que tenemos es
Irán, cuya política gubernamental busca forjar un Medio Oriente que estaría a
180 grados del Medio Oriente que nosotros quisiéramos ver”. En realidad, el
Medio Oriente que quisiera ver Estados Unidos no está a 180 grados del que
quisieran los ayatolas de Irán: los dos quieren un Medio Oriente en que el
imperialismo manda la parada (¡y los dos quieren que predomine la religión
oscurantista, fundamentalista, en la región y en Estados Unidos!). Lo que Rice
quiere decir ES que Estados Unidos no tolerará una región con gobiernos que no
se le sometan totalmente o que traten de negociar con las potencias rivales.
Las mentiras e hipocresía del gobierno de Bush, y sus verdaderos planes
generales
Cuando el equipo de Bush llegó al poder, decidió cortar a la fuerza el nudo
de contradicciones del Medio Oriente (y del mundo) y transformar la situación
conforme a las necesidades e intereses estratégicos de Estados Unidos.
Como su objetivo no era mantener el statu quo regional, sino, como ha
analizado Bob Avakian, “reconfigurar la situación mundial” en el Medio Oriente y
demás, lo que antes les parecían problemas difíciles, como la República
Islámica, ahora les parecen obstáculos intolerables. Por eso resolvieron que
Irán, miembro honorario del “eje de la maldad”, necesita un “cambio de
gobierno”.
Primero atacaron a Irak, un blanco mucho más débil. Pero tenían la esperanza
de que la conquista de Irak sacudiera la región, intimidara a los gobiernos
ariscos y provocara su capitulación o colapso (junto con otras medidas). Al
concluir la invasión de Irak, el subsecretario de Estado John Bolton (ahora
embajador a las Naciones Unidas) advirtió: “Tenemos la esperanza de que varios
gobiernos saquen la debida lección de Irak: que construir armas de destrucción
masiva va contra sus intereses nacionales”. Zalmay Khalilzad, ahora embajador en
Bagdad, dijo que la conquista de Irak era un “elemento clave en una estrategia
de largo plazo para la transformación de la región en su totalidad”.
Por eso Estados Unidos rechazó las tentativas de Irán de negociar sobre una
variedad de temas, inclusive su programa nuclear, y llegar a un acuerdo. (Por
ejemplo, Gareth Porter escribe en antiwar.com que en el 2003 el gobierno iraní
ofreció en secreto, entre otras cosas, “aceptar la paz con Israel y suspender la
ayuda material a los grupos armados palestinos” a cambio de “la suspensión de la
conducta hostil de Estados Unidos y la rectificación del status de Irán en
Estados Unidos”, la “suspensión de todas las sanciones” y el “reconocimiento de
los intereses de seguridad legítimos de Irán en la región con la correspondiente
capacidad de defensa”).
La meta nunca ha sido cambiar la conducta de Irán o impedir que tenga un
programa nuclear. La meta es tumbar el gobierno. Negociar hubiera implicado
reconocer la legitimidad de la República Islámica, cuando Estados Unidos quería
restarle legitimidad; resolver los problemas con Irán hubiera estabilizado el
statu quo, cuando el objetivo es transformarlo.
Las consecuencias no planeadas de la guerra de Irak
El cambio reciente de posición de Estados Unidos tiene que verse sobre el
telón de fondo de las consecuencias no planeadas de la invasión y ocupación de
Irak, y de los cambios de táctica de Irán. La guerra de Irak no se ha
desenvuelto como esperaban; por el contrario, le ha creado nuevos problemas y
contradicciones al gobierno de Bush. El odio a este gobierno en el mundo y en
este país se ha multiplicado; el apoyo a la guerra se ha ido al suelo; no han
podido estabilizar a Irak; y han aumentado las tensiones con otras potencias, en
especial Rusia y China.
Uno de los principales problemas que tiene el gobierno de Bush es que la
guerra de Irak no ha debilitado a Irán. Por el contrario, la guerra y otros
sucesos (como el aumento del precio del petróleo) lo han fortalecido en cierto
modo. Por ejemplo, Irán hoy tiene más influencia en Irak (y potencialmente
contra las fuerzas armadas yanquis) por sus lazos con los grupos chiítas que son
la fuerza dominante del nuevo gobierno iraquí. En Palestina, Afganistán y
Líbano, los aliados de Irán han aumentado su poder e influencia. Dentro de Irán,
el odiado gobierno de los clérigos ha logrado posar de defensor de la nación
ante la agresión de Estados Unidos en la región.
La República Islámica de Irán tiene sus propias necesidades y ambiciones,
internas y regionales, y ha resuelto cambiar de táctica por varias razones: la
frustración de que los dos años de negociaciones con Francia, Inglaterra y otras
potencias no llegaran a ninguna parte; el reconocimiento de que su influencia ha
aumentado; la percepción de que los desacuerdos entre Estados Unidos y Rusia
están aumentando; y no poder dejar pasar las amenazas de Estados Unidos sin
hacer nada. Cuando el nuevo presidente Ahmadinejad asumió el cargo, “adoptó la
decisión previa del alto mando de buscar una confrontación con Occidente sobre
el programa nuclear”, informó el New York Times. En agosto del año
pasado, Irán anunció que iba a reanudar el enriquecimiento de uranio (que
suspendió voluntariamente durante las negociaciones con las potencias europeas),
un paso necesario para producir energía nuclear o armas nucleares.
En este artículo no puedo analizar a fondo las motivaciones y metas del
gobierno de Irán, pero en resumen se puede decir que tiene sus propias
necesidades (defenderse de Estados Unidos y conservar el control de la
población) y sus propias ambiciones de ser una potencia en la región del Medio
Oriente/Asia central. Su actitud de confrontación busca capitalizar el odio a
Estados Unidos que existe en Irán y en la región, y colocarse en una mejor
posición para llegar a un acuerdo con Washington: un acuerdo que NO busca
zafarse del marco imperialista ni desafiarlo fundamentalmente. Varios informes
indican que el gobierno iraní ha tratado de abrir canales de comunicación con
Washington desde el año pasado para hablar de su programa nuclear y de otros
asuntos, y que cree que su programa de enriquecimiento de uranio y su influencia
en Irak son “palancas” para llevar a Estados Unidos a negociar. Hasta ahora, la
respuesta de Estados Unidos a las acciones de Irán ha sido aumentar las amenazas
y los planes de ataque militar.
Diplomacia para intimidar y agredir
Cuando Irán reanudó el programa de enriquecimiento de uranio y afirmó que
estaba haciendo avances (aunque no hay evidencia de que tenga un programa de
armas nucleares y sostiene que el enriquecimiento de uranio es con fines
pacíficos, y todos los expertos coinciden en que Irán necesita por lo menos una
década para construir una bomba nuclear), Estados Unidos siguió al margen de las
negociaciones con las potencias europeas.
Pero ahora, Washington cree que tiene que tomar medidas para ponerse a la
cabeza y forjar una alianza para estrangular a Irán y crear las condiciones
políticas y diplomáticas para un cambio de gobierno, lo que incluye la guerra si
le parece necesario.
Las razones de los principales funcionarios del gobierno dejaron en claro que
estas negociaciones les parecen esenciales para seguir adelante con sus planes
generales de reconfigurar la situación mundial. El New York Times (1º
de junio) informó que si Estados Unidos no participa, “se acusaría a la
administración de no hacer todo lo posible para calmar la crisis y eso
dificultaría movilizar a la opinión mundial contra Irán”. Un ex funcionario le
dijo al mismo periódico: “Era cuestión de convencer a Cheney y otros de que si
vamos a confrontar a Irán, tenemos que decir que antes tratamos de hablar”.
La secretaria de Estado dijo en el programa NewsHour que el objetivo de las
negociaciones es acelerar los planes estadounidenses: “Esperamos que esta medida
acelere el momento en que la decisión de Irán sea clara para todo el mundo,
porque no podemos dejar que esta situación se prolongue… Necesitamos saber, y
necesitamos saber ya”. También dijo que la guerra sigue en el tapete: “Hemos
dicho con toda claridad que el presidente se reserva la opción militar… No
estamos hablando de un gran acuerdo, de normalización de relaciones, de algo que
legitime las actividades del gobierno iraní que nos parecen aborrecibles y
peligrosas”.
Cuando se anunció la iniciativa diplomática… siguieron los preparativos
militares y políticos contra Irán. El periódico Wall Street Journal (1º
de junio) escribió que la diplomacia “podría ser parte de mayores acciones
contra Irán que aumentarán en los próximos meses, no importa lo que pase en la
ONU”, como por ejemplo extensas sanciones financieras y de otro tipo. También
dijo que “los funcionarios del gobierno han estado tratando de parapetar un
frente unido de países del Medio Oriente para presionar a Irán”, ofreciéndoles
mayor cooperación militar. “Especialmente buscan establecer una mayor presencia
de seguridad en el Medio Oriente por medio del Consejo de Cooperación del Golfo,
una entidad regional compuesta por Arabia Saudita, Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar
y los Emiratos Árabes Unidos… Creen que el Consejo de Cooperación del Golfo
puede ser un contrafuerte contra la influencia de Irán en países como Siria,
Líbano e Irak”.
El 22 de mayo, el New York Times dio a conocer que se estaban
realizando ejercicios militares conjuntos con Turquía a fin de bloquear el
traslado de materiales y suministros nucleares hacia Irán. En mayo también, el
periódico inglés Herald informó:
“Estados Unidos está actualizando los planes de contingencia para un ataque
no nuclear para inutilizar el programa de armas nucleares de Irán si la
diplomacia falla, confirmaron fuentes del Pentágono. Se cree que se han
presentado dos opciones de ataques precisos con bombarderos B52 que salgan de
bases de Missouri, Guam en el océano Pacífico y Diego García en el océano
Índico. La base Fairford de la Fuerza Aérea [inglesa] en Gloucester también
tiene instalaciones para bombarderos B52, pero se han descartado porque el Reino
Unido se opone a la acción militar contra Teherán. El plan central contempla
cinco días de bombardeos seguidos contra 400 blancos: 24 centros nucleares, 14
bases aéreas y de radar, cuarteles de la Guardia Revolucionaria y otros”. (http://www.theherald.co.uk/news/62043-print.shtml)
Contradicciones en juego
El Wall Street Journal comentó que esta última maniobra de
Washington es una “estratagema” y que no se sabe cómo se puede desenvolver.
¿Aceptará Irán las condiciones? ¿Aceptarán China y Rusia maniobras más hostiles
contra Irán? De cualquier modo, las contradicciones de la región se están
agudizando y en el horizonte se ciernen nubarrones de guerra… una guerra que
podría desencadenarse porque Estados Unidos juzgue que le conviene o por errores
de cálculo de una o ambas partes.
Lo central no es que Washington desconozca las dificultades que le puede
crear una guerra contra Irán ni el potencial de consecuencias no planeadas. Lo
central es que los que están en la cúpula del imperio estadounidense tienen
grandes ambiciones de profundizar el control de todo el planeta, y para eso el
medio Oriente y Asia central son clave. Creen que ese curso de acción es crucial
para fortalecer y perpetuar todo su sistema de poder y explotación global, y que
si no lo siguen con implacable decisión, lo pueden perder todo.
Fue muy diciente que a mediados de mayo, Bush revirara y decidiera no
sostener conversaciones con Irán sobre la situación de Irak, aunque Irán puede
ejercer mucha influencia. Mejor dicho: a pesar de sus profundas dificultades
para estabilizar a Irak y cumplir sus objetivos, lo primordial es el plan
general de reconstituir toda la región.
Un editorial reciente del Wall Street Journal (1º de junio)
escrito por Robert Blackwill (ex subasesor de seguridad nacional de Bush y
enviado presidencial a Irak) delinea las necesidades que tiene el imperio en
Irán, desde un punto de vista imperialista. Empieza diciendo: “Hay fuertes
razones para no usar la fuerza militar estadounidense para frenar el programa
nuclear de Irán. Irán tomaría fuertes represalias en Irak, en Afganistán y quizá
contra el territorio de Estados Unidos. [Un ataque militar] tendría un efecto
volcánico en el mundo musulmán. Aumentaría el terror contra Estados Unidos. El
Islam se radicalizaría más. El precio del petróleo se dispararía, con
consecuencias nocivas para la economía internacional, incluso si Irán no
interrumpe su suministro. La población de Irán probablemente apoyaría a los
ulemas. La opinión global se desplazaría más contra Estados Unidos”.
Pero después presenta razones más fuertes para el ataque: “Usar la fuerza
militar estadounidense contra la infraestructura nuclear de Irán obviamente
conllevaría grandes riesgos. Pero consentir en que Irán tenga capacidad de armas
nucleares sería profundamente peligroso para Estados Unidos y democracias afines
por muchas décadas. Todo el mundo, amigos y enemigos, lo verían como una derrota
estratégica de Estados Unidos, e inclinaría el equilibro de poder en el Medio
Oriente a favor de Irán… John McCain lo ha resumido: ‘Lo único peor que ejercer
nosotros una opción militar es que Irán tenga armas nucleares’”.
Este análisis de un alto miembro del equipo de Bush debe tomarse con toda
seriedad.
La urgencia de sacar corriendo al gobierno de Bush
Esta agresión de Bush, Rice y compañía se lleva a cabo con el pretexto de
“liberar” al pueblo iraní del yugo de un gobierno opresor y de forjar buenas
relaciones con los iraníes. Rice dijo: “El presidente ha dicho claramente que en
todos los rincones del mundo, donde sea, el pueblo merece libertades básicas y
las demandas no negociables de la dignidad humana”.
Pero basta con mirar al país vecino, Irak, para que quede claro qué es esa
“liberación”: tras el derrocamiento de un gobierno opresor ha seguido una serie
de horrores peores para los iraquíes en todos los frentes: en la vida diaria, en
el grado de control imperialista de su país, en la escalada de conflictos
sectarios reaccionarios, en la destrucción de los derechos de la mujer, y en la
mayor fuerza de un fundamentalismo religioso sofocante y sectario.
Los horrores y crímenes de guerra que está cometiendo este gobierno en Irak,
junto con su empecinamiento de seguir adelante con su plan general de guerra
para reforzar y reconstituir el imperio, a pesar de reveses y sin que importe
cuánta sangre se derrame, destacan la urgencia de sacar corriendo a este
gobierno y de repudiar todo su programa, y de redoblar la lucha contra todo este
sistema imperialista. Esa urgencia la realza el hecho de que la dirección del
Partido Demócrata está de acuerdo con el plan general del gobierno de Bush, y
apoya estrangular a Irán y lanzarle la guerra si le parece necesario. Como
señaló el periodista Seymour Hersh, no hay presión del Congreso para frenar un
ataque contra Irán; la única presión es de la derecha para atacar.
Un ataque contra Irán tendría enormes consecuencias y agudizaría las
contradicciones en Irán, en la región, en el mundo y dentro de este país de
muchas formas. En esas circunstancias es muy positivo que las fuerzas
revolucionarias de Irán, representadas en el Partido Comunista de Irán
(Maoísta), que se oponen tanto a la agresión estadounidense como a sus brutales
opresores, podrían surgir como un polo significativo y una alternativa a los
polos que define Estados Unidos: McCruzada o Jihad. Hay que brindarles apoyo
político. Tenemos que movilizarnos, ahora, contra otra guerra, divulgar la
verdad de la situación y atizar la resistencia.
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