Revolución #88,
13 de mayo de 2007
La policía de Los Ángeles ataca marcha del 1º de Mayo
Luciente Zamora
"Todos vimos el ataque policial el 1° de Mayo en el parque MacArthur.
Batallones de policías armados apalearon y dispararon contra una manifestación
de derechos para migrantes. Centenares de policías del LAPD, en uniforme de
motín y armados con macanas, dispararon balas de goma directamente a niños,
mujeres y hombres. Apuntaron las escopetas a quemarropa a la cara. Los padres
intentaron proteger a sus hijos de misiles 'no letales’ que pueden fracturarle
el cráneo a un niño. Varias personas resultaron heridas".
De la declaración de Travis Morales “Condenamos el ataque del LAPD contra el
1º de Mayo--Exigimos un mundo mejor" (en revcom.us)
El 1º de Mayo, el Día Internacional del Trabajador, tras las masivas redadas
de la Migra por todo el país y las campañas para sembrar terror en comunidades
del sur de California, docenas de miles de personas, al igual que miles más por
todo el país, marcharon al centro de Los Ángeles para declarar que son seres
humanos, no criminales o bestias de carga indignas de derechos humanos básicos.
Al atardecer, el LAPD dio su respuesta con gas lacrimógeno y balas de goma.
A mediodía, en el Este de los Ángeles cientos de estudiantes se salieron de
clase en las prepas Roosevelt y Garfield y en la secundaria Hollenbeck. Se
dirigían al centro y animaban a otros a hacer lo mismo y a sumarse a los miles
que ya estaban en el centro de otras partes de la ciudad y de los condados
Orange y Ventura. Un estudiante de la prepa Roosevelt nos dijo: “Nos decían que
nos quedáramos, pero nosotros nos queríamos hacer oír. Los estudiantes tienen
que lanzarse a la calle para prender a otros. Esto tiene que ver con los
derechos de millones de personas”.
Jackie, una conserje centroamericana, nos dijo que muchos pensaban que si
iban a la protesta del 1º de Mayo los iban a detener, a deportar o que podían
perder el trabajo, pero que era importante superar ese temor y lanzarse a la
calle, y que “No pedimos respeto, exigimos respeto y una legalización
para todos”.
Por la tarde, otra protesta llegó al parque MacArthur, en Pico Union, también
conocido como la “Pequeña Centroamérica”, y docenas de miles se reunieron a
descansar un rato después de la gran marcha y a oír discursos de organizaciones
que luchan por los derechos de los migrantes y música en vivo.
Ataca el LAPD
Al atardecer, los policías del LAPD se metieron con motocicletas en medio de
la muchedumbre que estaba disfrutando de una danza azteca a la entrada del
parque. Muchos se indignaron y criticaron el comportamiento de los policías. De
repente, escuadras de policías se abalanzaron contra la multitud y dispararon
más de 240 balas de goma, en un acto de fuerza brutal, sin ni siquiera
considerar la vida de las miles de personas presentes. La tele captó imágenes de
policías que por poco le dan en la cabeza a un niño asustado que lloraba
paralizado en medio del caos. A los que no podían correr (las mamás con sus
carritos, familias enteras, los discapacitados y los vendedores ambulantes), los
empujaron, les pegaron y los humillaron cuando iban corriendo de la policía.
Atacaron con saña a reporteros de televisión. A una camarógrafa del Canal 11
de Fox News la tiraron al suelo y la golpearon. Cuando una reportera fue a
ayudarla a ponerse de pie e ir al van que estaba a unos pies de distancia, los
policías la empujaron y amenazaron con arrestarla. A otro camarógrafo le
quitaron la cámara y la tiraron al suelo.
“Estaba transmitiendo en vivo cuando de repente me encuentro corriendo para
salvarme. De repente un policía me estaba apuntando una de esas escopetas a
quemarropa”, dijo Pedro Sevcec, el reportero de Telemundo, y agregó: “Fue un
exceso de fuerza. Lo que hicieron fue maltratar mujeres, niños y
periodistas”.
Varios recibieron heridas con proyectiles supuestamente “no letales” que
pueden dejar a una persona ciega o partirle el cráneo a un niño. Un señor tenía
una enorme herida en el costado; como muchos llevó una bandera estadounidense
ese día, pero la tiró al suelo indignado por la agresión de la policía. Dijo:
“¡No me importa que me maten!”. Cuando la policía sacó del parque a los
manifestantes y los empujó hacia el distrito comercial y calles colindantes de
apartamentos, los vecinos les abrieron las puertas para protegerlos del ataque.
Grupos de chavos pusieron barricadas en unas esquinas y prendieron fogatas.
Cientos llenaron las calles hasta que la policía se retiró.
El salvaje ataque no fue provocado. La policía y sus defensores justifican el
ataque con el cuento de que tenían que responder a los “agitadores”. Esa es una
descarada mentira. Los manifestantes tenían permiso de estar en el parque hasta
las 9 p.m. (el ataque empezó a las 6 p.m.). Lo que “provocó” a la policía fue
que docenas de miles de migrantes y aliados se manifestaron ese día para exigir
que se les trate como seres humanos.
Tras el ataque, la indignación hierve en diferentes sectores de la población.
Los vecinos del parque MacArthur, donde la División Rampart del LAPD tiene
pésima fama por su violencia, están furiosos por el salvajismo contra la
protesta. Unos dicen que la policía quería “ponernos en nuestro lugar”, pero que
todo lo contrario ha sucedido, pues nunca han estado tan furiosos como ahora.
Feroz ataque cambia la manera de pensar
A lo largo del día muchos hablaron con cólera del tratamiento que dan a los
migrantes y de la necesidad de parar las redadas y las deportaciones. Por otro
lado, se oían muchas falsas ilusiones sobre el “sueño americano”, o como dijo
una señora: “Tener las oportunidades que nos ofrece este gran país”. Pero a
pesar de que muchos se hacen ilusiones, el feroz ataque del 1º de Mayo ha
llevado a reexaminar la naturaleza de este país y sus supuestas “libertades”.
También se ha visto interés en la lucha de los afroamericanos por derechos
civiles de los años 50 y 60. José, un centroamericano, dijo: “Asimismo trataron
a los negros que se pusieron de pie en los años 50 y 60, y ahora que nosotros
nos hemos puesto de pie nos están tratando igual”.
Un cajero salvadoreño de un negocio cerca al parque MacArthur habló de una
señora que estaba de compras el 1º de Mayo. Ella estaba con un niño y él le
preguntó si iba a ir a la marcha. “Sí”, contestó la señora. Siendo de El
Salvador, él siempre teme a la policía y las grandes manifestaciones. Le dijo
que tuviera cuidado y que estuviera lista a correr en cualquier momento. Ella
dijo: “Aquí estamos en Estados Unidos”, pensando que aquí era diferente a su
país. Ahora ya no ve las cosas de la misma manera y al día siguiente regresó a
la tienda para agradecerle la advertencia.
El cajero dijo: “Con esta represión quieren asustar al pueblo. Quieren
decirle: ‘¡Nosotros somos capaces de esto y más!’. Y nosotros ya lo sabemos.
Ellos pueden hacer lo que quieran con nosotros, pueden golpearnos, pueden
maltratarnos, quitar los carros a la gente humilde… y nos pueden reprimir, pero
que tengan presente las autoridades que mientras más maltraten al pueblo, la
respuesta del pueblo va ser más dura y más eficiente”.
Joanna vive en un suburbio de Los Ángeles y se ha dejado embaucar por el
cuento del gobierno de que hay un problema de inmigración y que hay que cerrar
la frontera. Pero después del ataque del 1º ahora cuestiona que existan tales
“libertades” en este país. “Por lo general he sido conservadora con respecto a
estas cosas. He pensado que la policía sabe lo que hace y si son agresivos es
porque sienten que están en peligro. Pero lo que he visto en las noticias es
increíble. Dicen que unos chavos estaban causando problemas, pero lo que yo vi
es que la policía disparó a familias y a periodistas. No fue una protesta no
autorizada, ¡ellos tenían permiso para estar en el parque!”.
Como dice Travis Morales en su declaración:
"A pesar de todas las propuestas del Congreso, que son todas malas e
inaceptables, y de los muchos políticos latinos elegidos, este ataque policial
demuestra la realidad de la 'reforma migratoria integral'. Demuestra la esencia
de lo que ofrecerá el gobierno a los migrantes: redadas policiales,
deportaciones y medios para aplastar la resistencia. ¿Qué dice todo esto sobre
los tiempos en que vivimos?
"Vayamos al grano. No tienen ninguna solución para lo que llaman 'el problema
migratorio'. Los imperialistas estadounidenses violan y saquean al mundo para
obtener ganancias. Distorsionan, quiebran y destruyen economías de países
enteros, y por eso millones tienen que pasar hambre, morirse o buscar trabajo
donde puedan en el mundo. A los 12 a 20 millones de trabajadores indocumentados
que se calcula que están en Estados Unidos los corrió aquí el funcionamiento
cruel del capitalismo e imperialismo. Cuando llegan, los matan de trabajo, los
demonizan, los deshumanizan y les echan la culpa de casi todos los problemas de
la sociedad. En realidad la economía de Estados Unidos se vendría abajo sin la
mano de obra superexplotada de los migrantes. La explotación despiadada de los
trabajadores migrantes es crucial para el funcionamiento de la economía
imperialista; depende de la esclavitud de millones de migrantes. Es parte de la
genética de su sistema. La verdad resuena fuerte: no tenemos un problema
migratorio; tenemos un problema de capitalismo-imperialismo.
"Frente a este ataque policial y todos los ataques contra migrantes hoy, es
crítico que los interesados en la justicia y el futuro hagamos todo lo posible
para unir a todos los oprimidos y explotados con los demás que odian lo que hace
este sistema, en unidad revolucionaria para parar todos los ataques del sistema
contra los migrantes. Hagamos de esto una parte y una contribución a la unidad
de millones en una causa revolucionaria común contra un enemigo común, y
declaremos, a una voz, con diversos acentos y lenguas, pero firmemente unida en
el sentimiento: 'Somos seres humanos, exigimos un mundo mejor, no aceptaremos
ninguna forma de esclavitud'".
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