02-04-2007
La insania de George W. Bush
Harold Pinter Znet
A comienzos de este año me sometí a cirugía mayor por cáncer. La
operación y sus secuelas fueron como una pesadilla. Me sentía como un hombre
incapaz de nadar suspendido entre las profundidades acuáticas de un océano
infinito y fosco. Pero no me ahogué, y estoy muy contento de estar vivo.
Al salir de una pesadilla personal, me hallé en una pesadilla pública harto
más asediante: la pesadilla de la histeria, de la ignorancia, de la arrogancia,
de la estupidez y de la beligerancia norteamericanas; la nación más poderosa que
jamás haya conocido el mundo, en guerra con el resto del mundo. “Si no estás con
nosotros, estás contra nosotros”, ha dicho el Presidente Bush. También ha dicho:
“No permitiremos que las peores armas del mundo queden en manos de los peores
dirigentes del mundo”. Precisamente. Mírate al espejo, amiguito. Eres tú.
Los EEUU están ahora desarrollando avanzados sistemas de “armas de
destrucción masiva”, preparados para usarlas cuando les acomode. Tienen más
ellos solos, que el resto del mundo tomado de consuno. Han abandonado los
tratados internacionales sobre armamento biológico y químico, rechazando la
inspección internacional de sus propias fábricas. La hipocresía de unas
declaraciones desmentidas por sus propios hechos es casi como un chiste.
Los EEUU creen que las tres mil muertes en Nueva York son las únicas muertes
que cuentan, las únicas muertes que importan. Son muertes norteamericanas. Las
otras muertes son irreales, abstractas, y carecen de consecuencias.
Nunca se habla de las tres mil muertes en Afganistán.
Nunca se habla de os centenares de miles de niños iraquíes muertos a causa de
las sanciones estadounidenses y británicas, que les privaron de medicamentos
esenciales.
Nunca se habla de los efectos del uranio empobrecido empleado por
Norteamérica en la Guerra del Golfo. Los niveles de radiación en Irak son
terriblemente elevados. Nacen niños sin cerebro, sin ojos, sin genitales. Cuando
tienen orejas, bocas o recto, todo lo que sale de esos orificios es sangre.
Nunca se habla de los doscientos mil muertos provocados en 1975 en Timor
oriental por un gobierno indonesio inspirado y apoyado por los EEUU.
Nunca se habla del medio millón de muertes en Guatemala, Chile, El Salvador,
Nicaragua, Argentina y Haití por causa de acciones sostenidas y subsidiadas por
los EEUU.
Ya no se habla más de los millones de muertes en Vietnam, Laos y Camboya.
Apenas se habla de la deseperada situación del pueblo palestino, factor
central del malestar del mundo.
¡ Qué error de juicio en la estimación del presente ¡ ¡ Qué falseamiento de
la historia ¡
Los pueblos no olvidan. No olvidan la muerte de los suyos, no olvidan la
tortura y la mutilación, no olvidan la injusticia, no olvidan la opresión, no
olvidan el terrorismo de las grandes potencias. No sólo no olvidan. Devuelven el
golpe.
La atrocidad ocurrida en Nueva York era predecible e inevitable. Fue un acto
de venganza contra las constants y sistemáticas manifestaciones de terrorismo de
estado, durante muchos años y por doquier, por parte de los EEUU.
En Gran Bretaña se alerta ahora al público para que tenga una actitud
“vigilante” ante la posible preparación de actos terroristas. El mismo lenguaje
empleado es ridículo.
¿Cómo habría de tomar cuerpo la vigilancia pública ? ¿En forma de pañuelo
cubriendo la boca, para prevenir los efectos de un gas ponzoñoso ? Sin embargo,
los ataques terroristas son harto probables, el resultado inevitable de la
despreciable y vergonzosa actitud servil de nuestro primer ministro hacia EEUU.
Aparentemente, se evitó hace poco un ataque terrorista con gases tóxicos en el
sistema de ferrocarriles subterráneos de Londres. Pero una cosa así podría
perfectamente ocurrir. Miles de niños en edad escolar viajan en el metro
londinense cada día. Si un ataque con gases tóxicos los matara, la
responsabilidad caería por entero sobre las espaldas de nuestro primer ministro.
No hará falta decir que el primer ministro no viaja en metro.
La planeada Guerra contra Irak es, de hecho, un plan para el asesinato
premeditado de miles de civiles, supuestamente con objeto de librarles de su
dictador.
Los EEUU y la Gran Bretaña han emprendido un rumbo que sólo puede llevar a
una escalada de violencia a lo largo y ancho del mundo, y acabar en catástrofe.
Es obvio, sin embargo, que EEUU revienta por atacar Irak. Yo creo que lo
hará. No para controlar su petróleo, sino porque la administración
estadounidense es ahora un animal salvaje sediento de sangre. Las bombas son el
único lenguaje que conoce. Muchos norteamericanos, como sabemos, están
horrorizados por la postura de su gobierno, pero parecen impotentes.
A menos que Europa encuentre la solidaridad, la inteligencia, el coraje
y la voluntad para desafiar y resistir el poder de EEUU, acabará por merecer la
definición que de ella diera Alexander Herzen, recientemente citada por el
cotidiano londinense The Guardian: “No somos los médicos. Somos la
enfermedad”.
Harold Pinter fue Premio Nóbel de Literatura en 2005
Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss
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