01/27/2007
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La apología de Bush
El momento histórico en que el presidente de Estados Unidos,
George W. Bush, se dirigió a la nación con su discurso anual, nos recordó que en
dos ocasiones similares, otros presidentes con un nivel de popularidad sumamente
baja, también se dirigieron a la nación estadounidense. Estos son Harry S.
Truman en el año 1952 en medio de la guerra de Corea y Richard M. Nixon con su
escándalo de Watergate en el año 1974.
Durante su discurso, Bush omitió una serie de asuntos los cuales
para mi son de gran importancia, pero en esta ocasión solo me voy a referir al
de inmigración/deportación. Concerniente al asunto de los inmigrantes
prácticamente no dijo gran cosa. Me hubiese gustado que señalara que alguien en
algún lugar nos dijo que la globalización económica desnacionaliza la economía
nacional y a la misma vez renacionaliza la política. Y que por desgracia, esa
renacionalización de la política, por lo menos aquí en Estados Unidos, es
manifestada a través de la justificación del racismo y de la xenofobia. Es a
esto a lo que podemos identificar como la satanización de los inmigrantes.
Vea por ejemplo la penosa realidad de la comunidad dominicana
—por solo dar un ejemplo— quienes a través de legislaciones como el Acta de
Libertad de Información (Freedom of Information Act - FOIA), el Acta Patriótica
o las migajas que se dan a través de los llamados Estatutos de Protección
Temporal (TPS), han sido víctimas de expulsiones arbitrarias.
Estas expulsiones se han llevado a cabo a través de
deportaciones masivas y en los últimos diez años se han expulsado desde Estados
Unidos hacia la República Dominicana a más de 10,000 personas que habían nacido
en Estados Unidos y eran ciudadanos documentados.
En este asunto de la inmigración me hubiese gustado haber
escuchado a Bush con mas información discutiendo el asunto de cómo la paranoia
colectiva del Congreso de Estados Unidos hacia el comunismo logró producir unas
legislaciones durante la guerra fría en 1966 dejando como resultado la llamada
“ley de ajuste cubano” que otorgó a refugiados cubanos el derecho a convertirse
en residentes legales permanentes de Estados Unidos sin importar cómo llegaron
aquí.
Que bueno si Bush hubiese dicho que esta doble moralidad
legislativa es muy oportunista para declararle la guerra al proyecto socialista
porque le misma atenta contra los intereses de la clase dominante. De aquí el
que el resto de los inmigrantes que llegan hay que retornarles a sus países del
origen.
También hubiese sido fenomenal si Bush hubiese dicho que tanto
los cubanos como el resto de los inmigrantes Latinos son en la mayoría de los
casos inmigrantes económicos, víctimas de injusticias y desigualdades sociales
que obligan a los pueblos a salir a buscar en otros países lo que no encuentra
en el suyo.
Asimismo Bush omitió decirnos que él es parte de las personas
que son adictas a las guerras aquí en Estados Unidos. O sea, que para cualquier
quítame esa paja se inventan un nuevo concepto de guerra.
Vean por ejemplo la guerra contra las drogas, la guerra contra
los inmigrantes y la guerra contra el terrorismo, tres guerras que han servido
para continuar llevando a cabo las deportaciones masivas y expulsiones contra
los inmigrantes.
Ahora bien, yo sigo creyendo que Bush ha llegado tan lejos en
esta agenda de crímenes contra la humanidad porque muchos de nosotros hemos
caído en una rutina absurda que nos ha llevado a ser solamente espectadores de
este proceso de injusticia cuando deberíamos de ser actores y protagonistas de
la construcción de un mundo mejor, lleno de paz con justicia.
lbarrios@jjay.cuny.edu
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