La pista de la tortura
El hecho de que la Casa Blanca autorizó el 'submarino' es preocupante. Que,
al parecer, no le importa a ningún político importante de Estados Unidos es
peor
Andy Worthington
guardian.co.uk,
Jueves 16 de octubre 2008
La revelación en el Washington Post ayer de que la
administración Bush "en 2003 y 2004 dictó un par de memos secretos de la CIA que
explícitamente respaldan la utilización de técnicas de interrogatorio, tales
como el submarino, contra sospechosos de pertenecer a Al-Qaida " aumentará las
demandas que el gobierno rinda cuentas de sus acciones.
Es poco probable, sin embargo, que esta revelación suscitará una actividad
significativa, más allá de añadir más voces a las campañas de demandar un juicio
de destitución en Estados Unidos - aunque puede conducir al fortalecimiento de
los planes en varios países europeos de acusar a altos funcionarios
estadounidenses de crímenes de guerra. Como el profesor de derecho Scott Horton
explicó
en junio, lo mejor que los opositores del régimen pueden esperar es que los
"funcionarios del gobierno de Bush que abogaban por la tortura tengan que
cuidarse al hacer planes de viaje."
El problema para todas las partes interesadas es que el gobierno todavía se
niega a reconocer que haya aplicado la tortura, y les permiten salirse con la
suya las dos entidades cuya oposición podría tener un efecto: el Senado y la
Cámara de Representantes. En lugar de perseguir a los altos funcionarios, la
líder demócrata de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi declaró que el
juicio de destitución estaba "fuera del debate" después de que los demócratas
ganaron la mayoría en la Cámara de Representantes hace dos años. Un mes antes,
esos políticos habían respaldado el intento del Ejecutivo de proteger a sí mismo
y a sus empleados de toda responsabilidad por sus acciones, mediante la
aprobación de la Ley de Comisiones Militares, de la cual algunas partes tenían
la clara intención
de eximir a los funcionarios de EE.UU. de cualquier proceso por crímenes de
guerra.
Estando libre de todo desafío directo, el gobierno ha tratado de contener
cualquier mención de la tortura en sus relaciones con los presos capturados en
la "guerra contra el terror".
Un ejemplo es el residente británico Binyam
Mohamed. De acuerdo a sus abogados, de la organización legal benéfica Reprieve , elseñor Mohamed, aprehendido en Pakistán en abril de 2002, fue
enviado aMarruecos por la CIA (antes de que la agencia empezó a hacer la tortura"en casa"), donde los torturadores
“sustitutos” le sacaron una seriede confesiones falsas. Como resultado, se lo acusó de conspirar para detonaruna
"bomba sucia" radiactiva en alguna ciudad de EE.UU., y se lepreparó un juicio por una comisión militar en Guantánamo.
Sin embargo, apenas la semana pasada, cuando un juez de Washington, DCfinalmente tuvo la oportunidad de examinar su caso,
el Departamento de Justiciaoptó por retirar los cargos relativos a la "conspiración
de bomba", presumiblemente porque los altos funcionarios eran conscientes de que
todas las pistas respecto a la rendición extraordinaria del señor Mohamed a
Marruecos conducían a los niveles más altos del gobierno, y al tipo de discusión
entre la CIA y los altos funcionarios – como el vicepresidente Dick Cheney y el
secretario de Defensa Donald Rumsfeld - que el artículo del Washington Post
reveló ayer.
Aun así, es posible todavía que el señor Mohamed enfrente a las mismas
acusaciones en un juicio de comisión militar, porque el Departamento de Defensa,
ahora a salvo del escrutinio judicial, cree que todavía puede realizar juicios
en un sistema que es tan amañado que, cuando el fiscal teniente coronel Darrel
Vandeveld renunció hace dos semanas,
expresó su profunda duda de que el sistema sea "capaz de hacer justicia".
El hecho de que unos de esos casos – como el de Mohamed - implican la
presunta utilización de rendición extraordinaria y tortura por, o en nombre de,
la CIA sólo sirve para confirmar que incluso los firmes críticos y opositores de
la política oficial sobre la detención y los interrogatorios en la " guerra
contra el terror" tienen un largo trecho que caminar para hacer que los altos
funcionarios rindan cuentas. Quizás la mayor vergüenza, sin embargo, es que en
la campaña presidencial, donde esas cuestiones deben contar para algo, no se
mencionan en absoluto.
·© guardian.co.uk Guardián de Noticias y Medios Limitada 2008
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