19-01-2009
¿Perdón y olvido?
Paul Krugman
Diario de los Andes
Barack Obama, que asumirá pasado mañana, no parece dispuesto a investigar las
irregularidades de la administración Bush, con lo que, de hecho, los gobernantes
no enfrentarán consecuencia alguna, aunque abusen del
poder. |
El domingo pasado, le preguntaron al presidente electo de Estados Unidos,
Barack Obama, si buscaría una investigación sobre posibles crímenes por parte de
la administración Bush. "Yo no creo que nadie esté por encima de la ley",
respondió, pero "necesitamos ver hacia delante en vez de mirar hacia atrás".
Lo siento, pero si no tenemos una averiguación sobre lo que ocurrió durante
los años de Bush -y casi todos han asumido que las declaraciones de Obama
equivalen a que no la tendremos- eso significa que quienes tienen el poder de
hecho están por encima de la ley, ya que no enfrentan consecuencia alguna si
abusan de su poder.
Seamos claros con respecto al tema que aquí abordamos. No solamente es la
tortura y el espionaje de comunicaciones, cuyos perpetradores alegan, aunque de
manera inadmisible, que ellos fueron patriotas actuando en la defensa de la
seguridad de la nación.
El hecho es que los abusos de la administración Bush se extendieron desde la
política ambiental hasta los derechos al voto. Además, la mayoría de los abusos
involucraron el uso del poder gubernamental para recompensar a amigos políticos
y castigar a enemigos políticos.
En el Departamento de Justicia, por ejemplo, nominados políticos reservaron
ilegalmente posiciones no políticas para "estadounidenses de pensamiento
correcto" -es su término, no el mío- y existe firme evidencia que funcionarios
utilizaron sus posiciones tanto para socavar la protección de los derechos al
voto de minorías como para perseguir a políticos demócratas.
El proceso de contratación en el área de Justicia hizo eco del proceso de
contratación durante la ocupación de Irak -ocupación cuyo éxito supuestamente
era esencial para la seguridad nacional-, en el cual los aspirantes fueron
juzgados con base en su inclinación política, su lealtad personal al presidente
Bush y, con base en algunos informes, sus opiniones sobre el caso Roe vs. Roe en
vez de por su capacidad para desempeñar el trabajo.
Hablando de Irak, no olvidemos la fallida reconstrucción de ese país: la
administración Bush entregó miles de millones de dólares en contratos sin previa
licitación a empresas que tenían conexiones políticas, los cuales después no
lograron cumplir.
¿Y por qué deberían haberse molestado en hacer su trabajo? Cualquier
funcionario gubernamental que intentara hacer valer la rendición de cuentas
sobre Halliburton, digamos, rápidamente descubría que su carrera había sido
descarrilada.
Hay mucho, mucho más. Con base en mi propio conteo, al menos seis importantes
dependencias gubernamentales experimentaron importantes escándalos a lo largo de
los últimos ocho años; en la mayoría de los casos, estos escándalos nunca fueron
investigados de manera apropiada.
Y después estuvo el mayor escándalo de todos: ¿acaso alguien duda con
seriedad que la administración Bush haya engañado deliberadamente a la nación
para que invadiera Irak?
¿Por qué, entonces, no habríamos de tener una averiguación oficial sobre
abusos durante los años de Bush?
Una respuesta que se oye es que ir en pos de la verdad crearía divisiones,
que se exacerbaría el partidismo. Pero si el partidismo es tan terrible, ¿acaso
no debería haber alguna pena por la politización de cada aspecto del gobierno
por parte de la administración Bush?
De manera alternativa, nos dicen que no tenemos que atorarnos en los abusos
del pasado, ya que no los vamos a repetir. Sin embargo, ninguna figura de
importancia en la administración Bush, o entre los aliados políticos de la
Administración, ha expresado arrepentimiento por violar la ley. ¿Qué les hace
pensar a cualquiera que ellos o sus herederos políticos no lo harán todo de
nuevo, si se les da la oportunidad?
De hecho, ya vimos esta película. Durante los años de Reagan, los
conspiradores del caso Irán-contra violaron la Constitución de Estados Unidos en
nombre de la seguridad nacional.
Sin embargo, el primer presidente Bush indultó a los principales malhechores,
y, cuando la Casa Blanca finalmente cambió de manos, el grupo dominante en
política y medios de comunicación masiva le dio a Bill Clinton el mismo consejo
que le está dando a Obama: deja que los escándalos latentes queden como
están.
Seguro, la segunda administración Bush retomó justo donde se habían quedado
los conspiradores de Irán y la contra; lo cual no causa mucha sorpresa si
tenemos en cuenta que Bush de hecho contrató a algunos de esos
conspiradores.
Ahora bien, es cierto que una seria investigación de los abusos en la era de
Bush volvería a Washington un lugar incómodo, tanto para quienes abusaron del
poder como para quienes actuaron como sus procuradores o apologistas. Y estas
personas tienen muchos amigos. Sin embargo, el precio de proteger su comodidad
sería alto: si cubrimos superficialmente los abusos de los ocho años pasados,
garantizaríamos que ocurran de nuevo.
En el ínterin y con respecto a Obama: si bien probablemente esté en sus
intereses en el corto plazo perdonar y olvidar, pasado mañana él va a jurar
"preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos". Ese no es un
juramento condicional que se debe honrar sólo cuando resulta conveniente.
Además, con miras a defender la Constitución, un presidente debe hacer más
que obedecer él mismo la Constitución; debe llamar a rendir cuentas a quienes
violen la Constitución. Así que Obama debería reconsiderar lo que al parecer es
su decisión de permitir que la administración previa escape a las consecuencias
del crimen. Haciendo a un lado las consecuencias, él no tiene derecho a tomar
esa decisión.
http://www.losandes.com.ar/notas/2009/1/18/opinion-403711.asp
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