Justicia. ¿Perdida en la traducción?
Yo fui uno de los 16 intérpretes que prestaron servicio durante las dos
semanas de las audiencias de Postville, Iowa, despues de la redada de
inmigración. Al contrario de los jueces, fiscales y abogados, yo estuve presente
en cada paso del proceso. Es mi deber, como testigo experto e imparcial y como
funcionario judicial, asegurarme que el tribunal no reciba información errónea,
y señalar cualquier impedimento al debido proceso de ley.
Durante el 12 al 23 de mayo, observé los siguientes defectos: El centro de
detención temporal no estaba certificado por el buró de prisiones; el tribunal
no mantuvo independencia física ni operacional de la fiscalía de ICE, ni brindó
igualdad de condiciones para la defensa; no hubo acceso adecuado a consejería
legal; no hubo auténtica presunción de inocencia; los acusados parecían no
entender los derechos a que renunciaban; se les negó audiencia para pedir
fianza; y el cargo de “robo de identidad” con que se les amenazó para forzarlos
a declararse culpables no tenía base.
Otros defectos: Muchos acusados no sabían lo que era un Número de Seguro
Social, y por lo tanto no podían ser culpables de delitos “intencionales”;
muchas declaraciones de culpabilidad se obtuvieron bajo coacción; los jueces no
tenían discreción de variar la condena que imponía el acuerdo obligatorio de
culpabilidad; y padres y madres, atormentados por la difícil supervivencia de
sus hijos sin sostén, enfrentan ahora un castigo psicológico cruel e inusitado,
producto previsible del encarcelamiento de unos simples padres de familia.
El apresurado proceso masivo acumuló injusticias al otro extremo de la línea
de producción: Padres que suplicaban ser deportados fueron enviados a la cárcel
a costo público; orgullosas madres trabajadoras: marcadas como ganado con la
letra escarlata de un localizador electrónico al tobillo, deshumanizadas, y
forzadas a mendigar a las puertas de la iglesia para mantener a sus hijos,
porque las autoridades las dejaron “libres por motivos humanitarios”; el pueblo
de Postville devastado, y los lazos humanos que nuestra noble gente está siempre
presta a forjar con sus nuevos vecinos, dolorosamente tajados; y familias y
amigos, separados.
Vi negada la Carta de Derechos de la Constitución. Y todo con el barniz legal
que le impartía un sistema de inmigración roto.
Ahora tenemos una profunda contradicción en nuestro seno: el auge de un
régimen autoritario dentro del cascarón de una democracia constitucional.
La reforma migratoria ha de comenzar por redefinir la jurisdicción de ICE
sobre los asuntos penales y de inmigración, sin perjudicar su capacidad de
defendernos de las verdaderas amenazas del terrorismo.
Nuestra unidad nacional requiere, no solamente una reforma migratoria
integral, sino también compasiva, que esté a la altura de la dignidad de este
gran país, construido sobre hombros de inmigrantes, por sus hijos.
es profesor de letras en Florida International University.
© American Forum
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