La Jornada – 19 de febrero de 2008
Se requiere “la intención de causar un daño mental prolongado” para definirla
como tal
Debate en EU establece: si no hay dolor físico severo y es breve, no es
tortura
Descarta el procurador general una investigación sobre la técnica del
waterboarding
El país necesita la capacidad de interrogar efectivamente a “terroristas”: la
Casa Blanca
David Brooks (Corresponsal/I)
Washington, 18 de febrero. Durante días en este país cuyos líderes afirman es
faro de la libertad, la justicia y la civilización, se realizó un debate macabro
sobre si la tortura es legal o no, qué tanto dolor o daño es tortura, y cuándo o
no se justifica; en él participaron el vicepresidente, un juez de la Suprema
Corte, altos funcionarios del Departamento de Justicia, y el director de la CIA
admitiendo que fue aplicada, que ya no es legal, pero que podría ser
justificable recurrir a ella.
Todo esto ha culminado –por el momento– en la aprobación (con decenas de
legisladores opuestos) de un proyecto en el Congreso que prohíbe explícitamente
el uso de ciertas “técnicas” consideradas universalmente como tortura.
Pero esto no será promulgado, ya que la Casa Blanca anunció que el presidente
George W. Bush vetará la propuesta. “Estados Unidos necesita la capacidad de
interrogar efectivamente dentro de la ley a los terroristas detenidos de Al
Qaeda”, aclaró Dana Perino, vocera de la Casa Blanca.
¿La tortura se puede emplear dentro de la ley? Esa ha sido la pregunta básica
en audiencias, investigaciones, declaraciones oficiales y más en el transcurso
de los últimos días, y claro la posición del gobierno es que Estados Unidos no
tortura, ya que eso es ilegal. Sin embargo, esta semana el general Michael
Hayden, jefe de la CIA, admitió ante el Congreso que sí se había empleado la
técnica de interrogación “severa” conocida como waterboarding
–traducido a veces como el submarino, o ahogamiento simulado– a tres
detenidos sospechosos de ser integrantes de Al Qaeda en 2002 y 2003.
Hubo reveladores intercambios. Steven Bradbury, el funcionario del
Departamento de Justicia encargado de determinar qué es o no legal, testificó
ante uno de los subcomités del Comité Judicial de la Cámara la semana pasada y
dio tal vez el análisis más detallado hasta ahora sobre qué es, según ellos, la
tortura. “Algo puede ser bastante aflictivo o incómodo, aun provocando susto,
pero si no involucra dolor físico severo y no dura mucho tiempo, podría no
constituir sufrimiento físico severo”, explicó.
Las tres bases de la ley
Señaló que bajo la ley hay tres bases para la definición de la tortura:
“dolor físico severo, sufrimiento físico severo y dolor o sufrimiento mental
severo”, y agregó que para evaluar eso “se tiene que tomar en cuenta tanto la
intensidad de la incomodidad o aflicción involucrada y la duración… y si algo no
involucra dolor físico severo y no dura mucho, podría no constituir sufrimiento
físico severo”.
Bradbury dijo que del lado “mental”, bajo la ley, para que sea tortura, “se
requiere la intención de causar daño mental prolongado”, y explicó que si se
emplea un procedimiento que ha sido evaluado y monitoreado, y no se espera un
daño mental prolongado, bajo la ley eso no sería tortura. Así, aunque una
víctima de waterboarding pueda sufrir pánico al sentir que se está
ahogando, si se supone que esta práctica no tiene consecuencias físicas o
mentales a largo plazo, no sería tortura bajo la ley.
La semana pasada se presenciaron debates donde la CIA finalmente confesó que
sí emplearon el waterboarding en el interrogatorio a “terroristas”,
el zar de inteligencia nacional afirmó después que sí fue legal el
empleo de esa tortura en su momento, luego, el procurador general, interrogado
sobre si ordenaría una investigación formal acerca de la legalidad del
waterboarding y la destrucción de la CIA de videograbaciones de estas
actividades, respondió que no, explicando que todo eso fue legal en su momento,
aunque tal vez no hoy día.
Hayden, el jefe de la CIA, aclaró que cuando fue empleada esa técnica, fue
considerada legal por el Departamento de Justicia, pero que las leyes han
cambiado desde entonces y se atrevió a decir que “no está incluido en el
programa actual… y no es seguro que esa técnica sería considerada legal bajo la
ley actual”.
El procurador general Michael Mukasey –jefe del Departamento de Justicia–
declaró que no realizará una investigación criminal sobre el
waterboarding, argumentando que las técnicas de interrogación de la
CIA, incluyendo ésta, fueron aprobadas por el Departamento de Justicia en ese
tiempo (bajo su antecesor Alberto Gonzales), y por lo tanto el Departamento de
Justicia no podía realizar una investigación sobre personas que cumplieron con
las determinaciones de esa misma secretaría.
Uno de los momentos más notables fue cuando el senador Edward Kennedy le
preguntó a Mukasey “¿el waterboarding sería tortura si fuera aplicado
sobre usted?” El procurador respondió: “yo sentiría que sí”.
El director de Inteligencia Nacional Michael McConnell declaró a The New
Yorker que “el waterboarding sería dolorosísimo… Si es tortura por
la definición de alguien más, para mí sería tortura”.
Sin embargo, el vocero de la Casa Blanca Tony Fratto, esa misma semana,
aclaró que el presidente se reserva el derecho de aprobar el
waterboarding una vez más “dependiendo de las circunstancias”. No sólo
eso, explicó que el proceso de aprobación sería que la CIA presentaría tal
propuesta al procurador general para ver si es legal y efectivo, y después sería
el presidente quien diera la orden.
O sea, ni torturan, ni no torturan, sino todo lo contrario.
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