Revolución #55, 30
de julio de 2006
Últimas noticias de Mississippi
El Mundo No Puede Esperar en Jackson
Sunsara Taylor
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Voluntaria de El Mundo No Puede Esperar y tipo de la Operación
Salvar a América. La camiseta de “Intolerante” no es una parodia. Están
orgullosos de su intolerancia hacia todo lo que no sigue su interpretación
textual de la Biblia. (foto: worldcantwait.org) |
La semana pasada, la Operación Salvar a América (un grupo fascista cristiano
que lleva años sembrando terror a las pacientes y los médicos de las clínicas de
aborto) le cayó encima a Jackson, la mayor ciudad del estado de Mississippi (de
300,000 habitantes, la mayoría negros). En vista de esto, centenares de
voluntarios respondieron a la convocatoria de la Organización Nacional para la
Mujer a un Verano de Libertad Reproductiva en defensa del derecho al aborto. Fui
con un grupo de activistas de El Mundo No Puede Esperar—Sacar Corriendo al
Gobierno de Bush de Nueva York, San Francisco, Atlanta y Texas.
Nosotros también nos presentamos cada mañana frente a la última clínica de
aborto del estado. En nuestras camisetas anaranjadas está el lema: “Aborto libre
y sin pedir disculpas”. Los medios informan sobre nuestras críticas a los
fascistas cristianos y las peligrosas medidas del gobierno de Bush para
convertir el país en una teocracia. Después, vamos a las casas y los negocios
para platicar sobre los crímenes del gobierno, especialmente los ataques al
aborto y al control de la natalidad, y sobre la necesidad de organizar una
resistencia masiva el 5 de octubre para parar en seco el programa de Bush.
Oímos docenas de historias de mujeres acerca de las decisiones que han tomado
sobre tener o no tener hijos. Si tuvieran una manera de hacerlo… ¿cuántas
mujeres saldrían a oponerse a la avalancha de obstáculos al control de la
natalidad y el aborto, al veneno patriarcal del “debido lugar de la mujer”, al
yugo de vergüenza y culpabilidad que llevan tantas mujeres por pedir un
procedimiento médico básico?
Al otro lado de la ciudad, otro equipo ha ido a disfrutar de la comida soul.
Muchos de los hombres y adolescentes negros que entran y salen del restaurante
viven en la calle y llaman a la cocinera “mamá”. Ella se alegra al enterarse por
qué el equipo multinacional de activistas está en el restaurante y los invita a
celebrar sus reuniones ahí. Estos, después de hablar de que el gobierno de Bush
está torturando, librando guerras injustas, traicionando a los damnificados de
Katrina y atacando los derechos de la mujer, le preguntan a un joven qué piensa.
Les contesta: “Mírenme”. Inicialmente no entienden, así que continúa: “Acabo de
pasar cinco años en la cárcel. No tengo trabajo ni casa. Vengo aquí a platicar
cuando no aguanto más. ¿Qué creen que opino de Bush?”.
Esa mañana el periódico anunció un plan de meter al bote a los sin techo y
obligarlos a hacer trabajo “voluntario” (como limpiar la basura) para pagar el
“alojamiento”.
Platicamos con muchos negros que nos hablan con amargura de cómo Bush y el
sistema les han arruinado la vida: unos damnificados de Katrina que hablan de
las inundaciones, de cómo los estafaron y les quitaron la ayuda federal, de no
tener casa; una conserje negra de la universidad Jackson State que recuerda
cuando la policía disparó más de 460 balas a unos manifestantes en menos de un
minuto y mató a dos, y que vio el mismo desprecio a los negros después de
Katrina; un jardinero de la universidad de Tougaloo que nos habla de todas las
maldades del capitalismo y de George Bush. Muchos oscilan entre la indignación y
la resignación, pero luego dicen que dios tiene un plan misterioso o que quizá
se acerca el Apocalipsis. Esa justa indignación podría transformar el país,
podría unirse con el descontento de tantos más y fortalecerlo, si saliera a la
superficie en una resistencia resuelta e intrépida.
Nos recomendaron no hablar de “dios”, pero no es posible evitar el tema. Por
todos lados parece que dios (o sea, la idea de dios, dado que en realidad no
existe) llegó primero.
Denise es una señora que trabaja en otro restaurante de comida soul. Al
llenar nuestros platos de verduras, frijoles, macarrones gratinados y más, nos
pregunta por qué estamos en Jackson. Nos escucha en silencio y me pregunto si la
gran cita de la Biblia que cuelga en la pared quiere decir que apoya la
Operación Salvar a América.
Cuando voy a pedir más comida, me da un plato desbordante y no acepta mi
dinero. Me sigue a la mesa y me da más pan de maíz, y empezamos a platicar. Se
opone al aborto y recuerda la decisión que tomó a los 18 años de edad de tener
un hijo, pero me dice que odia la guerra de Irak. Uno de los trabajadores del
restaurante se encuentra en Irak y, como muchos más, no sabe por qué. Luego dice
pausadamente: “Yo iría hasta Washington a decirle a Bush que se vaya”.
Desoigo los consejos y le digo a Denise que la misma gente que nos mintió
sobre la guerra también nos está mintiendo sobre el aborto y la existencia de
dios. Me escucha cuando explico la diferencia entre un feto y un bebé, y asiente
con la cabeza cuando digo que la Operación Salvar a América y el gobierno de
Bush están aprovechando el aborto y el matrimonio gay para atraer a los negros a
un programa genocida. Hace una distinción interesante entre los varios tipos de
cristianos, que aprendió al estudiar la historia del Sur y de cómo el Ku Klux
Klan y los demás supremacistas blancos utilizaban la Biblia con fines
aborrecibles. Es evidente que es la primera vez que habla con una atea y que oye
que un feto no es un bebé. Cuando me voy me pide volantes para llevar a una
clase de baile litúrgico al día siguiente.
La cuarta noche en Jackson organizamos una reunión. Empieza a hablar un señor
gay de unos 30 años que encontramos en la iglesia Unitarian Universalist y que
ha pasado varios días con nosotros: “Todo el año antes de que vinieran, casi no
salí de la casa. Pensaba que en 10 años me voy a preguntar: ‘¿Dónde se me fue la
vida?”. Pero es inaguantable. Ni siquiera puedo ir a la gasolinera sin oír
hablar de Jesús… Y quienes más me sermonean con una actitud de superioridad
moral piensan que deben criticarme tan pronto me vaya”.
Esta semana la atmósfera de odio ha empeorado. Los fascistas cristianos
realizaron una protesta horripilante y amenazadora frente a la iglesia Unitarian
Universalist el domingo; dijeron que el pastor es un “ministro de Satanás” y
anunciaron un plan de una “semana de violencia” en Jackson. Unos días después
quemaron un Corán y una bandera de orgullo gay.
Un joven negro que conocimos, que acaba de salir de la cárcel y se considera
cristiano, escucha una discusión entre el señor gay y una señora sobre las leyes
y la actitud de odio hacia los gays hoy. Ella dice que le da asco el Partido
Demócrata, aunque se considera demócrata. Describe que en la última convención
enfrentaron a los ministros negros y los gays con una plataforma contra el
matrimonio gay. Este grupo inusual se mira cuando ella dice: “Qué bueno que esta
gente de afuera vino para que nos conociéramos”.
Después, se acercan para trazar planes para protestar el 5 de octubre, el día
nacional de protesta para parar el programa de Bush. ¿Cuánta gente más por todo
el país está escondida en la casa o se muda porque no puede aguantar la
intolerancia? ¿Qué pasaría si se conocieran y se dedicaran a organizar el 5 de
octubre?
* * * * *
Los organizadores de El Mundo No Puede Esperar recibieron una llamada de una
señora de Arkansas, la próxima parada de la gira. Se queja de que nuestro
website, que dice que “el gobierno de Bush se ha propuesto redefinir la sociedad
con un molde fascista por muchas generaciones”, no dice lo pésima que es la
situación. Dice que cuando habló en defensa de los derechos de su hijo, que es
gay, un grupo que se llama “Southern League” la atacó y terminó en el
hospital. Ya está corriendo la voz de que va a llegar la gira de El Mundo No
Puede Esperar y eso la llevó a buscar a otra gente progresista de su pueblo.
Pienso en los miles de personas más como ella que tenemos que encontrar y
acercar a este movimiento para sacar corriendo al gobierno de Bush, que tienen
que actuar juntos el 5 de octubre de una manera lo suficientemente grande y
audaz para romper la atmósfera política sofocante que los agobia, y quienes
juntos pueden crear las condiciones para sacar corriendo a este gobierno.
A fin de cuentas se necesitarán millones de personas… y esos millones
existen. ¿Los que leen esto están dispuestos a salirse del camino trillado e ir
a buscarlos?
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