26-01-2009
¿Cambios?
Juan Gelman
Página/12
El flamante presidente de EE.UU. aseveró en su discurso inaugural que las
cuestiones de seguridad nacional no deben afectar la vigencia de los derechos
humanos. Bien dicho. Sus primeras medidas fueron el cierre de la base de
Guantánamo en un año, la suspensión de los procesos incoados por tribunales
militares a algunos de los 245 detenidos que allí siguen y la suspensión del
régimen de torturas al que han sido sometidos. Bien hecho, sobre todo lo último.
Los presos seguirán presos en otros campos de concentración que el Pentágono
instaló ya en distintos países y Obama no dispuso que sus casos pasen a
tribunales civiles, como demanda Amnesty. Estas decisiones sin duda
interrumpirán el declive del más que dañado prestigio de EE.UU. en el mundo.
No parece que se modificará la política exterior: la estrategia del nuevo
mandatario no entraña el cese de la guerra "antiterrorista" que la Casa Blanca
de-sató, apenas un cambio de acento. Habló de una retirada de Irak "responsable"
y no reiteró su intención de hacerlo en 18 meses, anuncio de campaña electoral
que le atrajo muchos votos. Tampoco la mencionó al cabo de su reciente reunión
con los capitostes del Pentágono para tratar el asunto y los comentarios del
general Ray Odierno, comandante en jefe de las tropas estadounidenses en Irak,
indican que tal vez Obama le da otro peso ahora a la palabra "responsable" (www.mccclatchydc.com,
21-1-09). El general señaló que la retirada dependía de las elecciones
nacionales que se llevarán a cabo en Irak a fin de año. Imposible completarla en
18 meses.
La idea, por lo demás, no es sacar hasta el último hombre del país invadido.
Más bien no. Colin Kahl, importante asesor de Obama durante la campaña
electoral, señaló que EE.UU. debía mantener en Irak una fuerza de 60.000 a
80.000 efectivos al menos hasta fines del 2010 (www.prorev.com, 4-4-08). El New York Times (13-12-08) subrayó
la "aparente evolución" del mandatario afroamericano en este tema, sólo que no
la hubo: BO siempre mencionó la necesidad de dejar una "fuerza residual" en
Irak, aunque nunca indicó la cuantía del "residuo". Si se cumpliera la
observación de Kahl, los muchachos tardarán en volver a sus hogares. Dicho de
otra manera: la ocupación de Irak seguirá.
El demócrata Obama, que votó contra la invasión a Irak, se reunió asiduamente
a lo largo de los últimos tres meses con su vencido contrincante republicano
John McCain, que votó a favor, para solicitarle asesoramiento y opinión sobre
las guerras en curso y sobre los futuros encargados de la política exterior.
McCain les dijo a varios colegas republicanos que "muchos de esos nombramientos
los habría hecho yo mismo" (www.newsmax.com, 19-1-09). No sorprende esa declaración:
empezando por la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, y pasando por el
reconfirmado jefe del Pentágono Robert Gates –otra herencia de W. Bush–, el
equipo que seleccionó BO en este delicadísimo campo está integrado por
demócratas partidarios de la guerra y no hay signos de que se hayan vuelto
pacifistas.
Es notorio que BO se comprometió a aumentar el número de tropas
norteamericanas en Afganistán: el Pentágono ha pedido el envío de 30.000
soldados más en un lapso de 12 a 18 meses y Washington presiona a la OTAN desde
hace meses para que incremente también sus efectivos en ese país (Reuters,
20-1-09). Varios gobiernos de la Unión Europea se muestran remisos a aceptar la
gentil invitación. Francia la ha rechazado ya, Alemania enfrenta un año
electoral difícil, aunque es posible que todo cambie luego de la primera reunión
de Obama con sus contrapartes europeas. Continuamos.
Obama reiteró en su campaña que EE.UU. debe atacar las bases de Al Qaida y de
los talibán en Pakistán con o sin el consentimiento del gobierno paquistaní. "Si
llegamos a tener información confiable sobre objetivos terroristas importantes
–dijo– y el (entonces) presidente Musharraf no actúa, actuaremos nosotros"
(Reuters, 1-8-07). Cada tanto un avión no tripulado de EE.UU. deja caer misiles
en la zona de Pakistán limítrofe con Afganistán. La pregunta clave es cuál será
la magnitud del ataque anunciado.
El mandatario ya en funciones llamó por teléfono al presidente de la
Autoridad Palestina y al primer ministro de Israel afirmando que no escatimará
esfuerzos para desarmar un conflicto que acaba de costar la vida de 1300
palestinos, en su mayoría civiles y sobre todo niños. Pero si Obama insiste en
el reclamo de una "Jerusalén única" y capital de Israel –-que formuló ante el
poderoso lobby judío proisraelí que recorre infatigablemente los pasillos de la
Casa Blanca y del Capitolio–, fracasará como Bill Clinton en la cumbre de Camp
David del 2000. Y se verá qué distancia media entre su discurrir de campaña y la
realidad de sus actos.
BO no preocupa a Tel Aviv. Como señalara al diario israelí Yediot Ahronot el
ex embajador de Israel en Washington, Daniel Ayalon, "en cuanto a las relaciones
Israel/EE.UU., tengo la impresión de que no habrá cambio alguno. Al contrario:
el mapa de los intereses estadounidenses no depende de la identidad de la
persona sentada en la Casa Blanca y EE.UU. seguirá tratando a Israel como un
aliado leal" (www.ynetnews.com, 20-1-09). Re-claro, ¿verdad?
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-118852-2009-01-25.html
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|