05/21/2006
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¡Esa maldita pared!
La nueva versión de la triple muralla en la frontera con México que se han
inventado aquí en Estados Unidos me recuerda cuando mi abuela Doña Bárbara solía
cantarme un bolero que inmortalizó ese gran cantante venezolano, Felipe Pirela:
¡esa maldita pared, que separa tu vida y la mía!
La racional irracional de quienes favorecen el arresto y deportación de los
inmigrantes indocumentados es que por cuanto violaron la ley hay que
penalizarlos.
Esta lógica legalista tiene serias contradicciones. ¿Por qué?
Si es correcto que esta lógica es buena para tomar acción legal, ¿qué
hacemos, por ejemplo, con todas las violaciones de las leyes que el presidente
George W. Bush y el vicepresidente Richard Cheney han llevado a cabo? De hecho,
hay quienes los clasifican como violadores en serie, porque siguen siendo
constantes sus violaciones a las leyes.
Por ejemplo: Haber mentido al pueblo en donde se informó que Saddam Hussein
fue el causante de las acciones terroristas del 11 de septiembre nuestro, que
tenía armas de destrucción masiva y que tenía intenciones de usarlas contra
Estados Unidos, es otra violación seria.
El arresto, torturas y asesinatos a personas musulmanas residiendo en otros
países y secuestrarles y llevarles a la base militar de Guantánamo y retenerles
con acusaciones de ser combatientes enemigos es otra violación grave. Súmele a
todo este rollo la penosa realidad del sistema de espionaje de la Agencia
Nacional de Seguridad (NSA) el cual se implementó sin ser aprobado por la
legislatura y los asesinatos por negligencia en Nueva Orleáns con el huracán
Katrina. Si estamos serios en este asunto de arrestar a quienes violan las
leyes, entonces comencemos por Bush y Cheney, y luego sumamos más gente a la
lista.
A mi me parece que si tomamos seriamente este asunto no es difícil el poder
traer cargos contra ambos, Bush y Cheney, en el Artículo II, sección 4 de la
Constitución de Estados Unidos, y de esta manera les removemos del poder. Hay
que reconocer que lo único que ha impedido esto por un lado ha sido que la Rama
Legislativa está controlada por el partido que controla la Rama Ejecutiva y el
Tribunal Supremo, Partido Republicano. Esto huele y sabe a dictadura sin
respaldo popular. Y por otro lado, tenemos una serie de personas camaleones en
el Congreso que sin importar la afiliación política responden a los intereses de
la clase dominante.
En esta lista están la senadora Hillary Clinton y el senador Charles E.
Schumer, ambos del Partido Demócrata, quienes no toman el liderato de enjuiciar
al presidente pero se atreven a dar un voto a favor de la construcción de esta
maldita pared.
Vuelvo y lo repito y lo seguiré repitiendo, el asunto no es uno de seguridad
o soberanía nacional sino más bien de la legalización y posteriormente la
justificación de la exclusión a través de las medidas opresoras del racismo y
xenofobia. Una de las realidades que se trata de ocultar lo es la relación
causal entre la globalización y el fenómeno social de la inmigración el cual
deja al descubierto una contrariedad seria entre lo que puede ser una propuesta
de inclusión o una de exclusión. Aquí es que está el meollo del problema.
Lo bueno y bello de la canción que inmortalizó Felipe Pirela es que la misma
termina diciendo: ¡esa maldita pared, yo la voy a tumbar algún día! Esta es la
resistencia del pueblo en la construcción de la paz con justicia.
lbarrios@jjay.cuny.edu
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