Ehren y su madre Carolyn Ho |
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Discurso del teniente Ehren Watada ante la Convención
Nacional de Veteranos de Guerra por la Paz, EEUU, 12 de agosto, 2006
Traducido por http://www.refusingtokill.net
“Gracias a todos. Gracias a todos por vuestro impresionante apoyo. Es para mí
un honor estar aquí esta noche y estoy encantado de compartir el mismo espacio
que vosotros. Me siento apenas merecedor de estar en compañía de tan
maravillosos conferenciantes.
“Todos vosotros sois auténticos patriotas americanos. Aunque hace tiempo que
no vestís el uniforme, seguís luchando por los mismos principios que un día
jurasteis mantener y defender. Nadie conoce mejor la devastación y el
sufrimiento de la guerra que los veteranos, razón por la que siempre deberíamos
ser los primeros en evitarla.
“No estaba muy seguro de lo que iba a decir esta noche. Pensé que como líder
debería hablar con el fin de motivar. Ahora sé que esto no es el ejército y que
seguramente entre vosotros hay muchos que me superan en rango, ya que, sí, sólo
soy un teniente. Y aún así, siento que todos somos ciudadanos de este gran país
y que lo que tengo que decir no es una cuestión de autoridad, sino de hablar de
ciudadano a ciudadano.
“Hemos visto cómo esta guerra lleva destrozando nuestro país en los últimos
tres años. Parece que nada de lo que hemos hecho, desde vigilias a protestas y
cartas al Congreso, ha surtido efecto para persuadir a quienes están en el
poder. Esta noche os hablaré de mis ideas para cambiar de estrategia.
“Estoy aquí esta noche porque decidí arriesgarme. Mi acción no es la primera
y ciertamente tampoco será la última. Sin embargo, en nombre de quienes me
siguen, os pido vuestra ayuda, vuestro sacrificio y el de innumerables
americanos. Puede que fracase. Puede que fracasemos. Pero nada de lo que hemos
puesto en práctica ha funcionado hasta ahora. Ha llegado el momento del cambio y
ese cambio comienza por nosotros mismos.
“Hoy me presento ante vosotros, no como experto, no como alguien que pretende
tener todas las respuestas. Soy tan sólo un americano y un servidor del pueblo
americano. Mis humildes opiniones no son más que eso. Soy consciente de que
quizás no estéis de acuerdo con todo lo que tengo que decir. Pero yo no escogí
ser un líder por la popularidad. Lo hice para servir y mejorar a los soldados de
este país. Y juré desempeñar mi cargo con honor y respeto a la ley.
“Hoy os hablo de una idea radical. Es una idea que surge del propio concepto
del soldado americano. Se convirtió en algo instrumental para terminar la guerra
de Vietnam, pero hace tiempo que cayó en el olvido. La idea es esta: para acabar
con una guerra injusta e ilegal, los soldados pueden optar por dejar de luchar
en ella.
“Ahora esto no es tarea fácil para un soldado, puesto que él o ella deben ser
conscientes de que se les utiliza para fines ilícitos. Deben asumir la
responsabilidad de sus actos individuales. Deben recordar que su deber para con
la Constitución y el pueblo está por encima de las ideologías de sus dirigentes.
El soldado debe estar dispuesto a sufrir el ostracismo de sus iguales,
preocuparse por la supervivencia de su familia, y, por supuesto, la pérdida de
su libertad personal. Debe saber que oponerse a un gobierno autoritario en su
propio país es tan importante como luchar contra un agresor extranjero en el
campo de batalla. Y finalmente, quienes visten el uniforme deben tener la
certeza absoluta de que al negarse a cumplir órdenes inmorales e ilegales
estarán respaldados por el pueblo, no sólo con meras palabras, sino también con
hechos.
“El soldado americano debe estar por encima de la presión social que le dice
que hay que obedecer a la autoridad sin cuestionar nada. Se debe respetar la
autoridad del rango, pero nunca obedecer ciegamente. Es fundamental tener
conocimiento de la historia y de las atrocidades y destrucción cometidos en
nombre de America, tanto mediante la intervención militar directa como con la
guerra sucia. Todo soldado debe ser consciente de que esta no es una guerra en
defensa propia sino por decisión propia, para sacar ganancias y favorecer la
dominación imperialista. Las armas de destrucción masiva, los vínculos con
Al-Qaeda y con el 11 de septiembre nunca existieron ni existirán.
“El soldado debe saber que nuestros oficiales, elegidos de forma cuestionable
por una insignificante mayoría, manipularon intencionadamente las pruebas
presentadas ante el Congreso, el público y el mundo entero para justificar la
guerra. Debe saber que ni el Congreso ni esta administración tienen autoridad
para violar la prohibición de la guerra preventiva, una ley americana aún
vigente. Esta misma administración nos utiliza para violar flagrantemente leyes
establecidas y largamente asentadas que prohíben la tortura y degradación de los
prisioneros de guerra.
“Aunque el soldado americano quiera hacer el bien, la ilegitimidad de la
propia ocupación, la política de esta administración y las normas de combate de
los desesperados comandantes en maniobras acabarán por obligarles a tomar parte
en crímenes de guerra. Los soldados deben conocer algunos de estos hechos, si no
todos, para poder actuar.
“Mark Twain dijo, “Todo hombre debe decidir por sí mismo lo que está bien y
lo que está mal, qué forma de proceder es patriótica y cuál no. Uno no puede
eludir esto y ser un hombre. La decisión de obrar en contra de las propias
convicciones equivale a ser un inexcusable e incondicional traidor, tanto para
uno mismo como para su país…” Según esto, todos y cada uno de los soldados
americanos de los ejércitos de tierra, mar y aire son responsables de sus
opciones y actos. Sólo nosotros mismos podemos negarnos la libertad de
elegir.
“El juramento que hacemos es de lealtad, no a un hombre, sino a un documento
que recoge principios y leyes para proteger al pueblo. Alistarse en el ejército
no es renunciar al derecho de buscar la verdad, ni tampoco nos exime de pensar
racionalmente o distinguir entre el bien y el mal. La frase “obedecía órdenes”,
nunca ha de servir como excusa.
“Los Juicios de Nuremberg demostraron a América y al mundo que la ciudadanía
y los soldados tienen la ineludible obligación de negarse a ser cómplices de los
crímenes de guerra perpetrados por sus gobiernos. La tortura generalizada y el
trato inhumano a los prisioneros son crímenes de guerra. Una guerra de agresión
surgida de una política preventiva no oficial es un crimen contra la paz. Una
ocupación que viola la misma esencia de las leyes humanitarias y la soberanía
internacionales es un crimen contra la humanidad. Estos crímenes se financian
con el dinero de nuestros impuestos. Si la ciudadanía opta por permanecer en
silencio mediante la ignorancia auto-impuesta o porque así lo elige, eso le hace
tan culpable de estos crímenes como el soldado.
“La Constitución no es un mero documento, no está anticuada u obsoleta, ni es
irrelevante. Es la materialización de todo aquello que los americanos tienen en
estima: la verdad, la justicia y la igualdad para todos. Es la fórmula de un
gobierno del pueblo y para el pueblo, un gobierno transparente y que rinde
cuentas ante quienes sirve. Dicta un sistema de controles y valoraciones y la
separación de poderes para evitar el mal de la tiranía.
“Con todo lo fuerte que es la Constitución, no es infalible. No considera
totalmente la fragilidad de la condición humana. Las ganancias, la codicia y el
ansia de poder pueden corromper a las personas tanto como a las instituciones.
Los fundadores de la Constitución no podían haber imaginado cómo el dinero iba a
infectar nuestro sistema político. Tampoco podrían creer que el ejército sería
utilizado para la sacar ganancias y realizar la idea del “destino manifiesto”; o
que, como en cualquier dictadura, se ordenaría a los soldados cometer actos de
naturaleza tan atroz como para considerarse de lo más impropio e indecoroso de
un país libre.
“El soldado americano no es un mercenario. No lucha en una guerra sólo por
dinero. Verdaderamente, la situación del soldado americano es peor que la de un
mercenario. Un soldado de fortuna puede retirarse si no le gusta la actuación de
quienes le pagan. Contrariamente, y sobre todo en caso de guerra, los soldados
estadounidenses se convierten en “sirvientes contratados” (indentured
servants: obligados por contrato a trabajar por un tiempo determinado), ya
se hayan alistado por patriotismo o por una desesperada situación económica.
¿Importa lo que el soldado crea que es moralmente correcto? Si esta es una
guerra por necesidad, ¿por qué hay que obligar a luchar a hombres y mujeres?
Cuando se trata de una guerra ideológica, los límites entre lo correcto y lo
incorrecto se vuelven borrosos. Resulta trágico que el término “Catch-22”
(callejón sin salida) defina al moderno ejército americano. “
Aparte de la realidad de ser servidumbre contratada (indentured
servitude), el soldado estadounidense es, en teoría, mucho más noble.
Soldado u oficial, cuando hacemos nuestro juramento, ante todo juramos lealtad a
la Constitución y a quienes protege, al pueblo. Si los soldados fueran
conscientes de que esta guerra contradice lo que exalta la Constitución –si se
levantaran y depusieran las armas– ningún presidente podría volver a iniciar una
guerra por decisión propia. Cuando decimos, “…Contra todo enemigo nacional y
extranjero”, ¿qué ocurriría si nuestros dirigentes electos se convirtieran en el
enemigo? ¿Qué órdenes seguiríamos? La respuesta está en la conciencia de cada
soldado, de cada americano y de cada ser humano. Nuestro deber para con la
Constitución es una obligación, no una opción.
“Las fuerzas armadas, y especialmente el ejército, son una institución basada
en la fraternidad y en una compenetrada camaradería. La presión del grupo de
iguales existe para asegurar la cohesión, pero anula el individualismo y el
pensamiento independiente. Es difícil prescindir de la idea de la hermandad,
pues la alternativa es la soledad y el aislamiento. Si queremos que los soldados
tomen el camino correcto, aunque difícil, deben saber sin lugar a dudas que
tendrán el apoyo de sus compatriotas. Para apoyar a las tropas que resisten
debéis hacer que se escuchen vuestras voces. Lo sabrán si ven que miles de
personas me apoyan. Yo he escuchado vuestro apoyo, al igual que Suzanne Swift y
Ricky Clousing, pero hay muchos otros que no saben de él. Cada vez son más los
soldados que cuestionan las órdenes que reciben. Sin embargo, la mayoría no
tiene conciencia de la verdad que ocultan los titulares de prensa. Muchos otros
no ven otra alternativa que obedecer. Debemos mostrar una alternativa a los
soldados con mentalidad abierta y debemos transmitirles coraje para actuar.
“Hace tres semanas, falleció el sargento Hernández de la Brigada Stryker 172,
dejando esposa y dos hijos. En una entrevista, su esposa declaró que él había
sacrificado su vida para que su familia sobreviviera. Estoy seguro de que el
sargento Hernández apreciaba la camaradería de sus compañeros, pero si le
hubieran dado a elegir, dudo que decidiera dejar a su familia sin esposo y
padre. Pero esta es precisamente la cuestión. Personas como el sargento
Hernández no tienen dónde elegir. La única opción es luchar en Irak o dejar que
tu familia pase hambre. Muchos soldados no se oponen en masa a esta guerra
porque, como todos nosotros, valoran sus familias más que su propia vida, y
quizás más que su propia conciencia. ¿Quién estaría dispuesto a pasar diez años
preso por su moral y principios mientras niega el sustento a su familia?
“Os digo esto porque debéis saber que para detener esta guerra, para que los
soldados dejen de luchar en ella, deben contar con el apoyo incondicional del
pueblo. He visto ese apoyo con mis propios ojos. Yo pude correr ese riesgo.
Otros soldados no disfrutan de ese lujo. Deben saberlo y vosotros debéis
demostrárselo. Debéis convencerles de que, independientemente del tiempo que
pasen en prisión, de lo que este país tarde en volver a sus cabales, sus
familias tendrán techo y comida, educación y oportunidades. Esta es una tarea de
enormes proporciones. Requiere el sacrificio de todos nosotros. ¿Por qué deben
ser los canadienses quienes alimenten y alberguen a nuestros compatriotas que
optaron por hacer lo correcto? Deberíamos ser nosotros quienes cuidemos de
nuestra gente. ¿Somos tan impotentes, tan poco dispuestos a arriesgar algo por
los que realmente pueden acabar con esta guerra? ¿Cómo apoyar a las tropas pero
no la guerra? Respaldando a aquellos que verdaderamente pueden ponerle fin;
haciéndoles saber que resistirse a participar en una guerra ilegal no es ni en
vano ni sin futuro.
“No he violado ninguna ley, solamente el código de silencio y el principio de
lealtad obligada. Si soy culpable de algún delito, tal delito consiste en haber
sabido demasiado y haberme dolido profundamente la pérdida inútil de compañeros
soldados y de seres humanos como yo. Si he de ser castigado, será por actuar
según la ley en lugar de obedecer órdenes inmorales dictadas por un hombre. Si
me han de castigar, que sea por no haber actuado antes. Martin Luther King Jr.
dijo, "La Historia tendrá que dar fe de que la mayor tragedia de esta época… no
fue el clamor proferido por la mala gente, sino el espantoso silencio de la
gente buena."
“Pero no soy un héroe. Soy un líder de hombres que dijo ¡ya basta! Aquellos
que abogaban por la guerra antes de la invasión comparaban el uso de la
diplomacia con Sadam con los acuerdos alcanzados con Hitler. Yo digo, nos
compromete ahora el hecho de permitir que actúe impunemente un gobierno que
utiliza la guerra como primera opción en lugar de cómo la última. Muchos dijeron
“Nunca más” acerca de las torres del World Trade Center,. Estoy de acuerdo.
Nunca más permitiremos que campen a sus anchas quienes amenazan nuestro estilo
de vida, ya sean terroristas o cargos electos. Ahora es el momento de resistir,
ahora es el momento de dar la cara por nuestros principios.
“Para terminar, citaré de nuevo a Martin Luther King Jr.:
"Quien viola una ley injusta, una ley que su conciencia le dice que es injusta,
y acepta la pena de cárcel para despertar la conciencia de la sociedad respecto
a su injusticia, está en realidad expresando el mayor de los respetos por la
ley."
“Gracias a todos y que Dios os bendiga.”
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