30-12-2006
Cheney-Bush contra la Comisión
Baker Desacuerdo entre vaqueros por el ataque a
Irán
Gary Leupp CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La reacción al informe del Grupo de Estudio Iraq (ISG, por sus
siglas en inglés] sugiere que se conforma un enfrentamiento en la elite del
poder de USA entre dos grupos de vaqueros. Por un lado, están los vaqueros de
George W. Bush que quieren expandir sus conquistas de Afganistán e Iraq a Siria
e Irán. Es la extensión natural de la doctrina del Destino Manifiesto que
apuntaló la conquista del “Lejano Oeste,” la anexión de casi la mitad del
territorio de México en los años cuarenta del Siglo XIX, la “apertura de Japón”
mediante la diplomacia de las cañoneras en 1854, el derrocamiento por los
Marines de la monarquía hawaiana en 1893, y el establecimiento de un imperio
colonial del Pacífico al Caribe después de la guerra Española-USamericana. Bush
y Dick Cheney no vieron nada de malo en la Guerra de Vietnam (con la excepción
de la posibilidad de que podrían verse involucrados personalmente, ya que tenían
otras prioridades en la época). Les gustó de verdad la primera Guerra del Golfo,
pero se desilusionaron porque no hubo más conquistas. Por lo tanto Bush le dijo
a Mickey Herskowitz, el columnista deportivo del Houston Chronicle que le
ayudó a escribir su autobiografía en 1999 que: “Mi padre había acumulado todo
ese capital político cuando expulsó a los iraquíes de Kuwait y lo desperdició.
Si yo tengo la posibilidad de invadir [Iraq] – si tuviera tanto capital, no lo
voy a desperdiciar.”
Por otro lado, están los vaqueros del tipo Jim Baker que
cuestionan la factibilidad de más conquistas en este momento, y que quieren
enlazar a su manera a compinches machos y a amigotes pendencieros antes de que
metan más profundamente a todo el mundo en peores disparates en esos sitios
extraños. Los vaqueros de Baker dicen que por lo menos hablen con los nativos,
que fumen la pipa de la paz si es necesario, y que luego partan hacia el ocaso
dejando atrás un fuerte o dos que hagan ondear orgullosamente la desgarrada
bandera para salvar su dignidad.
Los vaqueros de Bush dicen: “No, no hablamos con los nativos en
esos países ricos, que rebalsan leche, miel y productos petrolíferos que Dios
hizo para nosotros.” Como si fuera un párroco pleno de espíritu campestre, Bush
declaró (al líder palestino Mahmud Abbas en 2003), “Dios me dijo que atacara a
al-Qaeda, y los ataqué, y luego me instruyó que atacara a Sadam, lo que hice, y
ahora estoy determinado a solucionar el problema en Oriente Próximo.” Solucionar
ese problema, desde luego, significa convertir a todo el Sudoeste Asiático en
amigos de USA y de Israel.
(En este punto, el concepto de la “tierra prometida,” un tema
central en el Antiguo Testamento, que imagina un Israel desde el Nilo al
Éufrates, y que incide profundamente en el sionismo moderno, ensambla
maravillosamente con la noción de merecer dominante durante tanto tiempo en la
psicología y la mitología USamericanas. Los peregrinos creían que Dios les había
dado la tierra de los indios paganos, e incluso artistas USamericanos más
progresistas, como Woody Guthrie --- “este país es tu país, este país es mi
país” – y Bruce Springsteen--- “creo en una tierra prometida” – se inspiran en
ese poderoso concepto, religioso en última instancia. Los mitos gemelos del
favor divino a los israelitas bíblicos y a los colonos europeos de América,
pueden producir con gran facilidad en la mente vaquera impactada por el whisky
la falsa ilusión de que Dios quiere una guerra yanqui en todo país musulmán rico
en petróleo. Especialmente después del 11-S, porque “ellos nos” atacaron.
La banda de Bush, respaldada por una pandilla israelí, dice que
los dirigentes sirios e iraníes son malvados. Dick Cheney, verdaderamente
valiente tras su escopeta Perazzi de calibre 28, ha declarado: “No negociamos
con el mal. Lo derrotamos.” (Especialmente en una situación de caza en
encierro.)
Pero los vaqueros de Baker responden: “Seguro que son malvados.
Son paganos asesinos. Pero por lo menos tenemos que aguantar a algunos, si ello
evita que algunos de nosotros, creyentes, seamos masacrados. Es simple sentido
común.”
El ISG no cuestiona la decisión de invadir Iraq, ni ve problemas
en su moralidad o reconoce la humanidad de los valientes de la resistencia
iraquí ante el ataque del Gran Padre Blanco. No dice: “Socios, habéis hecho mal,
tendréis que rendir cuentas.” No quiere tener que ver con ninguna parte de esa
historia; sólo quiere seguir adelante. (Como el lugarteniente de Rumsfeld, Paul
Wolfowitz, quien después de haber diseminado tanta desinformación para lograr
que los USamericanos apoyaran el ataque contra Iraq, menospreció el embarazoso
colapso de la afirmación de que Iraq tenía armas de destrucción como si no fuera
más que un “problema histórico” sólo unos pocos meses después de cometido el
crimen.” Estos vaqueros no se interesan por volver y excavar toda esa mugre, o
por cuestionar la necesidad de que la caballería se quede en Iraq para siempre.
Sólo quieren que los soldados estén fuera del alcance de los rifles, lo más
posible, para que la gente común en casa no comience a formar una turba
linchadora que marche sobre Washington. Eso significa que hay que pedir a los
sirios y a los iraníes que ayuden.
* * * * *
Esa recomendación – que USA se siente en el contexto de una
conferencia regional y hable con los que quiere destruir – fue la que fue
rechazada más instantánea y enfáticamente por Bush, Condoleezza Rice y otros
altos funcionarios. Ese rechazo es un signo importante de que Dick Cheney sigue
dirigiendo la política exterior con la ayuda de lugartenientes neoconservadores
como Elliott Abrams y David Wurmser. Desde un lugar no revelado, impávido ante
tasas de popularidad catastróficas, Cheney parece mantener bajo control y dentro
del programa a Condi, y durante sus almuerzos semanales con Bush alienta la
visión mesiánica del presidente vaquero de un Gran Oriente Próximo libre de
terrorismo, salpicado de bases de USA para “proteger” los campos petrolíferos,
amigo de Israel, y que permita oportunidades infinitas de beneficios para las
corporaciones de USA.
Nótese cómo los neoconservadores fuera del poder (incluyendo a
Richard Perle y David Frum) que han criticado recientemente a Bush por no haber
sometido adecuadamente a Iraq han tenido piedad de Cheney, sin duda porque lo
ven como el verdadero aliado que les queda y su roca de apoyo en el gobierno.
Podrá no compartir su conexión emocional con Israel, tan central en el
movimiento neoconservador, pero como ellos está comprometido con el uso de la
fuerza de USA para rediseñar el Oriente Próximo. Piensa en términos de asegurar
la ventaja geopolítica de USA frente a otras potencias imperialistas y a la
emergente China capitalista mientras la economía de USA está en relativa
decadencia. (El PIB de USA se quedó atrás por primera vez respecto al de la
Unión Europea.) Sus intereses encajan con los de los neoconservadores, por lo
que los sembró en el gobierno cuando construyó el gabinete de Bush después de la
elección de 2000.
Como señalara Robert Dreyfuss en “American Prospect” en
mayo de 2006, Cheney ve a China como la mayor amenaza a largo plazo para los
intereses de USA en Oriente Próximo, si no en el mundo: “Para los cheneyitas, la
política en Oriente Próximo está ligada a China, y desde su punto de vista el
apetito chino de petróleo la convierte en un competidor estratégico de USA en la
región del Golfo Pérsico. Por lo tanto, consideran el control del Golfo como un
juego de cero-suma. Creen que la invasión de Afganistán, la disposición militar
de USA en Asia Central, la invasión de Iraq, y la expansión de la presencia
militar de USA en los Estados del Golfo se han combinado para dar jaque al papel
de China en la región. En particular, el derrocamiento de Sadam Husein y la
creación de un régimen pro-USA en Bagdad fue, por lo menos 10 años antes de
2003, un objetivo máximo de los neoconservadores, que unió a los anti-chinos y a
los partidarios de extrema derecha del Likud de Israel. Ambos vieron la invasión
de Iraq como el preludio a un ataque contra el vecino Irán.”
El gobierno sigue rigiéndose por su plan de juego del Nuevo
Siglo USamericano de derrocar a los regímenes sirio e iraní, a pesar del
desastre iraquí. La “Oficina de Asuntos Iraníes,” sucesora de la “Oficina de
Planes Especiales” que preparó la campaña de desinformación que condujo a la
Guerra de Iraq, ocupa las mismas oficinas en el Pentágono que su predecesora y
es dirigida por el mismo especialista maquiavélico de operaciones psicológicas,
Abram Shulsky. John Dean, entre otros, predice un ataque contra Irán para el
próximo año, después del previsible fracaso del intento de que el Consejo de
Seguridad de la ONU satisfaga las exigencias de USA de sanciones duras contra
Irán. Una resolución diluida del Consejo de Seguridad de la ONU será citada como
un justificativo internacional para una acción preventiva, que hará volar por
los aires a la dirigencia iraquí y producirá una especie de régimen iraní
amistoso. Mientras tanto, Siria, culpada de asesinatos políticos en Líbano y de
apoyo a la “terrorista” Hezbolá también sufrirá la terrible y rauda espada de
Bush.
Todo eso es imposible, dice mucha gente racional. Entre ellos
miembros del Grupo de Estudio Iraq, pero su informe – un tiro de advertencia a
la Oficina de Asuntos Iraníes – indica, me parece, una cierta alarma auténtica
de que el presidente se propone hacer lo imposible, con más resultados
desastrosos. Seguramente ellos, y los funcionarios del gobierno, están
preocupados de que un ataque contra Irán podría producir algunos embarazos, como
ser las renuncias de altos oficiales militares. Podría producir algunas medidas
gravemente dolorosas de China, que posee gran parte de la deuda nacional de USA,
y de Rusia. Ciertamente intensificaría los sentimientos ya intensos contra USA
que siente todo el mundo, y tal vez incluso pondría en peligro la alianza
emergente con la candidata a superpotencia, India. Pero los que nos llevaron a
la Guerra de Iraq tienen una confianza tan inmensa en sí mismos y en el poder de
su heroica voluntad, que creen que puede crear una realidad enteramente nueva
para las generaciones por venir. Creen que más agresión en Asia del Sudoeste –
incluso si genera el caos, si atrae a los Guardias Revolucionarios de Irán al
conflicto iraquí, y provoca otra guerra entre Israel y Hezbolá y sus aliados
libaneses – es necesaria pronto, bajo el actual presidente favorable, para que
el atrevido proyecto no se pierda por entero.
Algunos sugieren que la expansión de la guerra es inevitable por
la lógica interna del imperialismo capitalista. Pero es obvio que muchos que han
invertido a fondo en el sistema consideran que los neoconservadores están locos.
Quieren bloquearlos antes de que ellos, con algunos de sus aliados cristianos
fundamentalistas a remolque, produzcan un guión apocalíptico. Baker, Hamilton
& Cía. parecen dudar de que lo mejor para el sistema en este momento sea un
ataque a Siria e Irán, y deliberan si provocar una discusión sobre la cordura de
las etapas planificadas para el futuro próximo en el proyecto neoconservador. Si
esto sucede en el ámbito de la clase gobernante, ¿no existe una base aún mayor
para que el movimiento contra la guerra agite contra una expansión de la guerra?
El mayor disuasivo de todos sería la anticipación de Cheney de que un ataque
contra Irán podría llevar a que un pueblo USamericano políticamente informado
salga a las calles cuando se inicie el ataque, denunciándolo, informando al
mundo que lo rechazamos, así como a los que lo planificaron y exigiendo un
inmediato cambio de régimen.
* * * *
Me han acusado de hilar una “teoría conspirativa” porque uno los
puntos entre Cheney, los neoconservadores, la Oficina de Planes Especiales y la
campaña para ir a la guerra contra Iraq. No soy, en realidad, un teórico de la
conspiración, pero si lo fuera, tendría que mencionar el tema del embarazo de
Mary Cheney. Tengan un poco de paciencia...
El 26 de octubre de 1965, el Servicio Selectivo hizo una lista
de restricciones para el alistamiento de hombres casados sin niños. Cheney fue
clasificado como 1-A: “disponible para el servicio.” Cheney, que había estado
casado con su esposa Lynn durante catorce meses, puede haber sido influenciado
por ese cambio en política para pensar seriamente en ser padre. Su hija
Elizabeth nació nueve meses más tarde el 28 de julio de 1966. Cheney solicitó y
recibió una clasificación 3-A, su quinto y último aplazamiento del servicio
militar (después de las prórrogas por matrimonio y por educación) durante la era
de Vietnam, cuando, como ha señalado, “tenía otras prioridades” que ir a la
guerra.
Elizabeth, casada con el abogado jefe del Departamento de
Seguridad Interior, Philip Perry, es ahora Secretaria Adjunta de Estado para
Asuntos del Oriente Próximo y está sentada directamente sobre la fantasmagórica
“Oficina de Asuntos Iraníes” que ocupa las antiguas oficinas de la Oficina de
Planes Especiales en el Pentágono, y es dirigida por el maquiavélico artista de
la desinformación, Abram Shulsky. (Qué ironía que una niña nacida del compulsivo
deseo de un hombre de evitar el campo de batalla sea asignada para ayudarle más
tarde a precipitar el terror sobre Irán.) Lynn también es un personaje poderoso,
después de haber pasado siete años en el consejo de directores de Lockheed
Corporation y de servir como “asociada” en el Instituto de la Empresa de USA de
Investigación de la Política Pública. Fundó el American Council of Trustees and
Alumni, un grupo conservador que controla las universidades USamericanas y en
noviembre de 2001 publicó un informe intitulado “La Defensa de la Civilización:
Cómo las Universidades Decepcionan a USA y qué se puede hacer al respecto.” Toda
la familia es repugnante, y que Mary sea lesbiana y esté embarazada no cambia
las cosas. Fue jefa de relaciones públicas de la cervecera Coors, ¡en nombre de
Dios! Fue directora de operaciones de la vicepresidencia en la campaña de 2004.
Es ejecutiva de AOL. Pero porque es lesbiana, y la derecha cristiana odia el
lesbianismo (el pecado si no la pecadora), podría recibir simpatía de
USamericanos que son liberales (o racionales) respecto a temas gay-lesbianos. Y
que también están contra la guerra y contra Bush/Cheney.
De manera que ¿no podría ser posible que el vicepresidente
Cheney, que antes ha embarazado mujeres para salvar su piel, le haya dicho, hace
algunos meses, a Mary?: “¿Por qué no tienes un bebé con tu pareja Heather?” Así
toda la familia se vería mucho más humana, y complicada. Hay tanta gente que
conserva el estereotipo de Cheney como alguien que se opuso a la liberación de
Nelson Mandela de la prisión en Sudáfrica porque lo consideraba un “terrorista”
que trabajaba con comunistas. Un hombre que, aunque es intrínsecamente cruel
cuando se trata del bienestar de negros sudafricanos o de civiles iraquíes, se
llena de ensoberbecimiento, diciéndole al mundo “No negociamos con el mal, lo
derrotamos.” Un hombre que rebalsa codicia corporativa, que persigue
implacablemente sus objetivos, repitiendo mentiras descaradas a cada paso. Un
hombre que planifica activamente un ataque contra Iraq mientras escribimos estas
líneas. Pero que apoya y defiende a su hija gay, expresando sus propios valores
familiares. ¿No se beneficiaría un hombre semejante, cuya popularidad está en su
punto más bajo, si se supiera en esta temporada navideña que su hija Mary está
embarazada y que se alegra?
Cheney está públicamente en desacuerdo con la posición del
presidente sobre los matrimonios gay. ¿Se te ocurre algún otro tema en el que
los dos sujetos difieran en público? Y no es un tema cualquiera; podría haber
sido el que los llevó a la victoria en la elección de 2004, manejado
magistralmente por Karl Rove. Así que fue significativo que Bush y Cheney hayan
diferido al respecto. Muy significativo también que el presidente haya dicho a
la prensa: “Creo que Mary va a ser un alma amorosa para su niño. Y me alegro por
ella.” Fue un poco arriesgado para Bush. Su base derechista dura y cristiana
fundamentalista, que todavía se tambalea por la revelación de que otro destacado
predicador tuvo una historia de pecado de hombre con hombre, no se mostró
demasiado contenta. Hizo que Bush se presentara diciendo: No soy tan homofóbico.
Apuesto a que lo hizo por deferencia hacia Cheney, el hombre que sigue mandando,
y por la situación familiar de Cheney.
No creo que sea por coincidencia que el informe sobre “el
nacimiento virginal” del dragón Komodo en el zoo británico haya aparecido justo
cuando la gravidez de Mary salió en las primeras planas. El dragón Komodo
fertilizó sus propios huevos; algunos lagartos se han desarrollado de tal manera
que pueden hacerlo. Una lagarta puede reproducirse sin un macho (y ser una buena
madre). Un zoólogo en NPR declaró que según sus cálculos la fecha más
probable para la incubación de los lagartos es el 25 de diciembre.
La gravidez especial de Mary Cheney. Virgen María dando a luz en
Navidad. Un nacimiento de lagarta virgen el mismo día. ¿Qué probabilidad existe
de que todo esto sea por coincidencia?
Bueno. Confieso que sólo juego con vuestras mentes. No creo que
Cheney haya alentado a Mary a embarazarse, o que haya colocado la historia del
dragón Komodo en la prensa, o que quiera llevar al gobierno a alejarse de su
base derechista cristiana hacia posiciones más amistosas hacia los gay a fin de
lograr una reputación de ecuanimidad y razón, mientras se prepara para atacar a
Irán. Sólo creo que Cheney todavía conforma la mente vaquera en Washington, sus
violentas propensiones amorales tocadas por sentimientos familiares ordinarios,
a los que ha pedido al homofóbico Comandante en Jefe que haga el favor de
adherirse. La felicidad pública de Bush por Mary podría ser simultáneamente un
testimonio de que está contento de dejar las grandes decisiones de su gobierno,
como siempre, al Tío Dick.
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Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y
profesor adjunto de religión comparativa. Es autor de “Servants, Shophands and
Laborers in the Cities of Tokugawa Japan”; “Male Colors: The Construction of
Homosexuality in Tokugawa Japan”; e “Interracial Intimacy in Japan: Western Men
and Japanese Women, 1543-1900”. También colaboró en la implacable crónica de las
guerras contra Iraq, Afganistán y Yugoslavia de CounterPunch: “Imperial
Crusades”.
Para contactos escriba a: gleupp@granite.tufts.edu
http://www.counterpunch.org/leupp12262006.html
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