Revolución #76, 14
de enero de 2007
Washington, D.C.: Protesta exige juicio de destitución
El hedor de la política oficial… y la indignación de
abajo
Sunsara Taylor
O'Reilly amenaza a Sunsara Taylor
Cuando Sunsara Taylor salió en el programa “The O’Reilly Factor” del
noticiero Fox News, O’Reilly la insultó repetidas veces (“eres loca”) y Taylor
se enfocó como láser en los crímenes de guerra y de lesa humanidad del gobierno
de Bush con la legalización de la tortura y la invasión ilegal de Irak. Pero hay
que mencionar —y condenar— un intercambio muy escalofriante. En cierto
momento O’Reilly, frustrado, gruñó que si la situación fuera tan mala como dice
Taylor, ella estaría colgando de un gancho de carnicero en Guantánamo. Bueno, la
situación ES tan mala como ella dice: el gobierno sigue librando una guerra
ilegal en Irak y sigue torturando (como admite implícitamente O’Reilly con su
amenaza). ¿Qué dice esto sobre lo que los fascistas como O’Reilly piensan de los
que oponen resistencia y que tienen mejores argumentos que ellos? ¿Qué dice
sobre cómo están preparando a sus seguidores ignorantes a responder a la
realidad de que millones de personas tienen dudas sobre las mentiras de este
gobierno y escuchan lo que dicen Sunsara Taylor y otras personas como ella? ¿Y
qué significa que O’Reilly pueda amenazar con tortura a una invitada —y a una
importante militante y dirigente revolucionaria— y no lo repruebe Fox
News? Esto tiene que parar ya. Exhortamos a los lectores a ver el video de
ese programa (en http://youtube.com/watch?v=1-F-zmTNuk4),
a mandarlo a los amigos y a escribir
a Fox News (con copias a Revolución). No se puede permitir
que esto pase sin protesta.
|
El triunfalismo del primer día del nuevo Congreso (controlado por los
demócratas) y sus promesas de una “nueva dirección” fueron como un barniz de
Lysol para cubrir el hedor de las casas enmohecidas de Nueva Orleáns, de la
sangre y los excrementos de las cámaras de tortura de la CIA, y de los cadáveres
destrozados y mordisqueados por los perros en las calles de Bagdad.
El nuevo Congreso prometió grandes cambios en sus primeras 100 horas. Pero ni
mencionó terminar la guerra de Irak, revocar la Ley de Comisiones Militares (que
legalizó la tortura e hizo añicos el derecho de hábeas corpus), reconstruir
Nueva Orleáns o combatir el ataque a los derechos reproductivos y a la igualdad
de la mujer… a pesar de toda la retórica de que es un “gran avance” para la
mujer que Nancy Pelosi sea la primera presidenta de la Cámara de
Representantes.
Fue un día coreografiado por los demócratas, de la mano con el gobierno de
Bush, para tapar los horrores actuales y la profunda indignación de millones;
pero estos saltaron a la vista una y otra vez.
El 4 de enero, millones de lectores del New York Times, Washington Post,
New York Post y otros periódicos leyeron la emocionante noticia de que un
grupo contra la guerra trastornó la rueda de prensa de Rahm Emmanuel (presidente
del Comité Demócrata), él se largó y Cindy Sheehan se apoderó del micrófono. La
arrogancia de Emmanuel por su “éxito” de convertir el Partido Demócrata en un
partido casi idéntico al Republicano (reclutando candidatos pro guerra y anti
aborto y anti gays) tropezó con oposición incluso antes de que les tomaran
juramento a los nuevos congresistas.
Al mediodía, en medio del juramento de Nancy Pelosi (quien ha dicho que un
juicio de destitución “no está sobre el tapete”), centenares se congregaron
cerca del Capitolio con un estandarte que decía: “Enjuicien y destituyan a
George Bush por crímenes de guerra”. Varias docenas tenían puestos los overoles
naranja y las capuchas negras de los presos de Guantánamo, como ejemplo vivo de
los crímenes de lesa humanidad del gobierno de Bush: la detención ilegal y la
tortura que ha institucionalizado, de las que este Congreso ni siquiera quiere
hablar.
Gente de todas las edades fue de Illinois, Georgia, Michigan, Nueva York y
otros estados. Algunos que fueron a las ceremonias resolvieron más bien
participar en la protesta. Un marine en servicio activo participó en ropa de
civil. La mayoría fue para expresar oposición a la guerra, pero respondió con
entusiasmo cuando los oradores hablaron de la respuesta del gobierno al huracán
Katrina y del brutal asesinato de Sean Bell por la policía de Nueva York; esto
motivó en particular puños de indignación y desafío de los negros.
Hablaron Elaine Brower (madre de un soldado), Ray McGovern (ex analista de la
CIA), Steve Cramer (copresidente del Partido Verde), Paul Magno (de la Coalición
para Abolir la Tortura), Kevin Zeese (de Democracy Rising) y otros. Unos dijeron
que esperaban que el Congreso escuchara las demandas populares y terminara la
guerra.
Todos recibieron con entusiasmo a Cindy Sheehan. Ella habló conmovedoramente
del costo humano de la guerra para los iraquíes y de que hay que obligar al
nuevo Congreso a que haga un juicio de destitución y termine la guerra. El Rdo.
Lennox Yearwood del Hip Hop Caucus retó al público a cruzar las líneas étnicas
tradicionales y unir las corrientes de indignación por la política migratoria,
el tratamiento de los habitantes de Nueva Orleáns y la guerra de Irak en un
movimiento unificado contra un gobierno que nos pone en peligro a todos. En
nombre de El Mundo no Puede Esperar, yo hablé de la complicidad de los
demócratas al aceptar y promover la lógica de la “guerra contra el terror” de
Bush, y de la necesidad de que surja un gran levantamiento político popular para
cambiar toda la dirección del país.
Al final del mitin, tocaron la mordaz canción “Dear Mr. President” (Estimado
Sr. Presidente) de Pink. Los manifestantes de overoles naranja formaron fila en
la calle, cada uno con una letra, para deletrear “¡El mundo no puede
esperar—Fuera Bush y su gobierno!”; marcharon hacia el Capitolio. Recibieron
apoyo de muchos transeúntes por una amplia gama de temas: de la investigación
con células madre a las implicaciones de descartar los Convenios de Ginebra.
Cerca, otros manifestantes decoraban el Senado con enormes estandartes. Uno,
de 10 m x 3 m, decía: “Guerra, mentiras, tortura: No más silencio”. Salió en
varios noticieros. Los senadores quedaron boquiabiertos y varios grupos de
empleados públicos salieron a admirarlo.
Esa noche, 300 personas llenaron el National Press Club para oír a Michael
Ratner, a Cindy Sheehan, a John Nichols, a Daniel Ellsberg, a mí y a Gore Vidal
(en una declaración grabada) en una velada presentada por David Swanson, de la
coalición After Downing Street. Juntos detallamos los crímenes del gobierno de
Bush: la guerra de agresión contra Irak y la legalización de la tortura
(crímenes de guerra y de lesa humanidad); el ataque a los derechos reproductivos
de la mujer y a los derechos de los gays; el peligro al medio ambiente; la
supresión de la ciencia y el pensamiento crítico; el fomento del fundamentalismo
cristiano; y la respuesta criminal a Katrina.
Un reto histórico
La Convocatoria de El Mundo no Puede Esperar dice: “El gobierno de Bush se ha
propuesto redefinir la sociedad con un molde fascista por muchas generaciones”.
Las elecciones del 2006 no cambiaron (ni desafiaron) nada de esto. Una señal
diciente del clima político es que incluso con una mayoría demócrata en el
Congreso, el representante John Conyers se opone a un juicio de
destitución y dice que no es realista porque requiere apoyo de ambos partidos.
(Conyers es uno de los congresistas más liberales y ha hecho mucho para sacar a
la luz los crímenes de George Bush que merecen un juicio de destitución. Ha
trabajado con El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno).
Eso es como decir que los únicos que pueden definir el marco político en este
país son los neoconservadores y los fascistas cristianos de George Bush, y que
todos los demás tienen que conformarse. Pero eso no se puede aceptar.
Igual que durante el gobierno de Richard Nixon, se necesitará una lucha
política desde abajo que se salga del marco político oficial para crear una
situación que obligue a los de arriba a cambiar de posición y hacer un juicio de
destitución o que se encuentre otro medio de sacar políticamente a este
gobierno. Si no lo hacemos, todo lo que ha hecho el gobierno de Bush tendrá la
fuerza de un precedente sin retar, no importa quién sea el próximo presidente, y
los pueblos del mundo y las generaciones futuras nos juzgarán severamente.
Esa misma noche, yo salí en el programa de TV del canal Fox News “The
O’Reilly Factor”. O’Reilly me llamó “loca” repetidas veces y me amenazó, pero no
logró desviarme de los crímenes de guerra y de lesa humanidad de Bush, y de que
hay que pararlo (en http://youtube.com/watch?v=1-F-zmTNuk4).
Un aspecto muy interesante del programa fue la discusión que siguió. El
siguiente invitado, Dick Morris, es un funcionario político burgués de alto
nivel, y discrepó con O’Reilly de que la oposición es un grupo pequeño. “Es
enorme, no 50 ó 60 personas, sino docenas de millones”, dijo. “Igual que en los
años 60, cuando el movimiento contra la guerra de Vietnam criticó a su propio
Partido Demócrata por apoyar la guerra y no oponerse con suficiente fuerza,
vamos a ver que el grupo de Howard Dean romperá con el grupo mayoritario de
Nancy Pelosi… Los demócratas están resueltos a no tocar los dos temas por los
que los eligieron: los recortes de impuestos y la guerra de Irak… Se está
abriendo una fisura, y esa loca, como la llamó… no está sola”.
O’Reilly repitió que no somos más que un “grupo de presión”: “No tienen
amplio apoyo, no pueden movilizar a mucha gente porque la gente entiende que
sería mejor que Estados Unidos ganara en Irak”. Morris le contestó: “Creo que
pueden sacar a dos millones de personas a las calles de Washington”.
Lo amplia que es la oposición al programa de Bush se vio en la respuesta a
nuestras protestas. Lo vi cuando entré en el carro de Fox News después del
programa y el chofer me dijo: “¡Bill O’Reilly es el loco! ¡Y no hay que
enjuiciar a George Bush, hay que meterlo a la cárcel!”.
Los que protestaron en las calles de la capital, que representan la voluntad
y los intereses de millones en este país y de millones más por todo el mundo,
¿perseverarán y redoblarán el reto a este gobierno… y a todos los que están
sentados de brazos cruzados y son cómplices de estos crímenes? ¿Cobrará fuerza y
resolución el movimiento para crear una situación en que si los de arriba no
cambian el curso de los acontecimientos habrá mayores estallidos de lucha
política, en vez de aceptación y desmoralización? ¿O el pueblo se dejará engañar
por el espejismo de victoria de este reaccionario Congreso demócrata? ¿Lograrán
canalizar las esperanzas, energías, recursos y principios a los
confines mortales de las elecciones del 2008, que ya han empezado y que no
representan ningún reto fundamental a la dirección o al programa del gobierno de
Bush? Se nos plantea un gran reto, y lo que hagamos y ganemos a otros a hacer
tendrá enormes consecuencias.
Como dice al final la Convocatoria de El Mundo no Puede Esperar: “El futuro
que nos toque depende de nosotros”.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|