Revolución #73, 17 de
diciembre de 2006
Debra Sweet
¿Seguirán haciendo esto en nuestro nombre?
El Mundo no Puede Esperar convoca manifestación el 4 de enero en la
capital
El Mundo no Puede Esperar ha convocado una
manifestación en Washington, D.C., el 4 de enero con motivo del inicio de
sesiones del nuevo Congreso. La convocatoria (que está en worldcantwait.org) dice: "Hay que parar todo el
programa del gobierno de Bush. Si se permite que George Bush siga en la
presidencia otros dos años, toda la destrucción que ha causado y toda la
dirección en que ha encaminado la sociedad recibirán aprobación y legitimidad, y
serán irreparables. Exigimos que el Congreso investigue y responsabilice al
gobierno de Bush por sus acciones criminales, y que inicie un juicio de
destitución contra el presidente".
Signatarios iniciales: AfterDowningStreet.org, Cindy Sheehan, de
Familias de Estrella de Oro por la Paz, ImpeachBush.org y El Mundo no Puede
Esperar--Fuera Bush y su
Gobierno | | | |
Este es el discurso que dio Debra Sweet, directora nacional de El Mundo
no Puede Esperar, el 4 de diciembre en la Universidad George
Washington..
Hola. ¿Cuántos de ustedes son estudiantes? (Unos 25 son de la George
Washington y otros de la Universidad Howard). Cada generación deja su huella en
el mundo: contribuye o desmerece… participa activamente o permite pasivamente
que los acontecimientos sigan su curso… y cada una influencia el
desenvolvimiento de la historia.
Pero no todas las generaciones viven momentos que tienen un impacto
perdurable. La generación que se levantó para abolir la esclavitud… y la que se
rajó ante los nazis. Estas se destacan entre las que se celebran o se
desprecian.
Todos los que vivimos en este país tenemos un papel mayor que jugar que esas
generaciones.
El premio Nóbel Harold Pinter dijo el año pasado: "El gobierno de Bush es la
fuerza más peligrosa que jamás haya existido. Es más peligrosa que la Alemania
nazi por la extensión y profundidad de sus actividades y sus intenciones en todo
el mundo".
Sacar al gobierno de Bush antes del 2008 debe ser la tarea de todos los que
viven en este país; si no, todo lo que Bush está haciendo o ha hecho se vuelve
permanente y no es fácil revocarlo.
¿Se nos recordará como la generación que se quedó de brazos cruzados ante la
matanza de los iraquíes aunque sabíamos que la guerra se inició con
mentiras?
¿Seremos la generación que aceptó la doctrina de guerra preventiva que ataca
a países que no son una amenaza?
¿La generación que permitió que se legalicen torturas, como la privación de
sueño, las palizas, el submarino, los ataques de perros y la violencia
sexual?
¿La generación que permitió que se revoque el hábeas corpus, una piedra
angular del derecho que impide detenciones arbitrarias e indefinidas?
¿La generación que toleró espionaje del correo electrónico, el teléfono, las
cuentas bancarias y los récords escolares… declaraciones del presidente a la
hora de firmar las leyes que van contra lo que está firmado… listas de personas
que no pueden viajar en avión… detención de periodistas?
¿Vivirán las futuras generaciones esclavizadas a la reproducción obligatoria
sin saber lo que son los derechos reproductivos? ¿Logrará su próxima meta el
movimiento que ya ha dado grandes pasos para prohibir el aborto: eliminar el
control de la natalidad, valorar a las jóvenes en funcion de su virginidad, e
imponer el embarazo y la sumisión al esposo como una forma de adoracion?
¿Se enterrará la evolución y el conocimiento científico para que las futuras
generaciones sean incapaces de pensar críticamente, de impedir el calentamiento
global o sencillamente de asombrarse ante las maravillas del mundo natural?
¿Se reinterpretará la historia, como ya están haciendo los textos escolares
de los fundamentalistas cristianos y quieren hacerlo en las universidades tipos
como David Horowitz, con el fin de borrar y justificar los horrores de la
esclavitud y los linchamientos, el genocidio de los amerindios y la conquista de
tierras extranjeras?
Catherine Crier, una ex jueza republicana de Texas, escribió sobre un
movimiento que “quiere ver a Estados Unidos gobernado por la ley de la Biblia.
Como en el Sudán, Arabia Saudita e Irán… una nación gobernada por las escrituras
del Antiguo y del Nuevo Testamento. El cristianismo de los renacidos
reemplazaría a la Constitución”. Termina ese pasaje con estas palabras: “A todos
los americanos que creen que nuestra democracia está a salvo, están equivocados.
Hoy, la derecha radical está ganando, y lo sabe. Pronto, podríamos vivir en un
país muy diferente, un país que fue nuestro, un país que será de ellos”.
Estos son los enormes cambios que estamos viendo, y han avanzado mucho más de
lo que nos imaginamos.
Ese rumbo no se descarriló ni se cuestionó en las elecciones de este año.
¿Vieron algún anuncio con niños iraquíes baleados por soldados
estadounidenses en pueblo tras pueblo que prometía retirar las fuerzas armadas
inmediatamente de Irak? Vieron algún anuncio con fotos de Abu Ghraib que
imploraba votar en contra de los que aprobaron la Ley de Comisiones Militares?
¿Vieron algún anuncio contra los candidatos que quieren penalizar el aborto, que
se oponen al control de la natalidad y que no quieren que se casen los gays?
No hubo ni uno. Pero el senador Chuck Schumer mandó a miles de hogares
críticas a los republicanos por no tener una “estrategia creíble para la
victoria” en Irak. Hubo anuncios televisados del demócrata Harold Ford de
Tennessee contra la “píldora del día siguiente” para adolescentes y contra los
matrimonios gay. Antes, durante y después de las elecciones, Nancy Pelosi y
Howard Dean prometieron que no habrá un juicio de destitución del presidente
Bush.
Por un día y medio, más o menos, después de las elecciones Bush balbuceó que
ha escuchado al pueblo y que estaba dispuesto a considerar ideas “nuevas” sobre
Irak. Designó a Eric Keroac, un médico opuesto al control de la natalidad que
dirige una cadena de clínicas de “crisis de embarazo”, a supervisar asuntos de
población del departamento de Salud y Servicios Humanos.
E inmediatamente volvió a sus promesas beligerantes de que “vamos a quedarnos
en Irak hasta cumplir la misión”.
El viernes, el New York Times declaró: “En medio de una cacofonía de
planes en contienda sobre qué hacer con Irak, se perfila una realidad: a pesar
de la victoria de los demócratas este mes en elecciones vistas como un referendo
sobre la guerra, la idea de retirar las tropas de Irak está retrocediendo
rápidamente al horizonte como opción viable”. Más adelante dice: “Incluso los
demócratas, que tienen las miras en el 2008, han dejado de hablar de una veloz
retirada de Irak en favor de un trotecillo enérgico”.
Ahí está. Los demócratas ya nos están diciendo que para ganar las elecciones
del 2008 no pueden insistir en terminar la guerra pronto, a pesar de que una de
las razones por las que tantos votaron por los demócratas fue precisamente
porque querían eso.
¿Qué lógica siguen los demócratas? Durante estas elecciones, al igual que en
el 2004 y en las que vienen en el 2008, aceptan y promueven la lógica
republicana de la tal “guerra contra el terror”. Pero ese es el lema que el
gobierno de Bush usó para lanzar una guerra por el imperio. Es el lema que ha
usado para demandar, y conseguir, poderes de estado policial sin precedente.
Nunca se trató simplemente de estupideces e incompetencia. Es un plan para
rehacer el mundo y aprovecharon el 11 de septiembre del 2001 para hacerlo.
Fue a partir de esa lógica de la guerra contra el terror que los demócratas
aprobaron la guerra preventiva de George Bush contra Irak. Ahora las morgues de
Irak están repletas, las aldeas y pueblos en escombros, la economía y la
infraestructura en ruinas, y los soldados que han regresado dicen que tenían
permiso de masacrar civiles.
Fue en nombre de la guerra contra el terror que los demócratas cooperaron
para aprobar la Ley de Comisiones Militares, por lo cual ahora George Bush, y
cualquier presidente que le siga, tendrá el derecho de desaparecer a quienquiera
sin adjudicarle cargos ni informar a los familiares. Tendrá el derecho de mandar
que se le torture, que se le detenga indefinidamente sin recurrir a los
tribunales. En una palabra, todo lo que se vio en Abu Ghraib y peor.
La guerra preventiva y la tortura son crímenes de guerra, como también el
castigo colectivo y los ataques a civiles, hospitales y ambulancias. Sin
embargo, hubo acuerdo entre los demócratas y los republicanos para diezmar a
Faluya, una ciudad de 350,000 habitantes, donde pulverizaron 36,000 de las
50,000 viviendas y cortaron la luz y el agua por varias semanas; donde desataron
más de dos toneladas de bombas por persona; donde declararon “zona de fuego
libre”; donde los francotiradores disparaban contra hospitales y
ambulancias.
Los que vivimos en este país tenemos que decidir: ¿Se va a seguir haciendo
todo esto en nuestro nombre?
Unos oyen hablar de sacar a Bush y se preguntan: ¿no sería más fácil o mejor
apoyar a los demócratas para parar esto? No, porque ellos no van a parar
esto.
Ya llevamos cuatro años con el mismo rollo de que Bush propone (o lo agarran
haciendo) algo desastroso y los demócratas, al principio, hacen un poco de
bulla, luego capitulan y al final el mundo empeora.
Podemos mencionar a los magistrados de la Suprema Corte Roberts y Alito, la
Ley Patriota, el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la Ley de
Comisiones Militares, y ahora vemos lo mismo con respecto a la guerra de Irak.
Prometieron un "nuevo rumbo" pero ya los vemos complaciendo a Bush, con el
cuento de que sería demasiado calamitoso retirarse y que no quieren perjudicar
sus chances de ganar las elecciones del 2008.
Es hora de que la gente deje de engañarse a sí misma y de engañar a otros.
Los demócratas no van a parar este rumbo. Pero sí hay otra fuerza en la
sociedad: el pueblo. Millones y millones de personas que están hartas de esta
guerra.
Soldados que ya llevan tres o cuatro turnos de servicio.
Miles que siguen desperdigados por todo el país después del huracán Katrina y
millones más que arden de furia por la manera en que trataron a los negros y
ahora están furiosos una vez más por la manera en que mataron a un joven
desarmado la semana pasada de 50 balazos.
Mujeres y gays a quienes les están arrebatando derechos de una manera
sistemática. Ríos de migrantes que no hace mucho llenaron las calles de las
ciudades en protesta.
Intelectuales y artistas que no están dispuestos a ser serviles ante un
rey.
Toda la gente que intentó expresar sus sentimientos por medio de las
elecciones y cuyos sentimientos no encontrarán satisfacción hasta que
desarrollemos un movimiento de resistencia y protestas de millones para sacar
del poder al gobierno de Bush.
En esta cultura de satisfacción inmediata, muchos dicen: “Protestamos contra
la guerra pero no sirvió de nada”.
Se equivocan. Sirvió de MUCHO. El gobierno no hizo caso, pero la gente del
mundo y de este país sí hizo caso.
Nadie puede negar que antes de la guerra el mundo entero sabía que un sector
considerable de este país se oponía a la guerra y pensaba que era injusta e
ilegítima. En el trabajo y en las escuelas había mucho debate; despertó a muchos
para que pensaran de otra manera y tomaran posición; obligó a otros a mirar
ciertas cosas que por lo general ni siquiera hubieran querido analizar; atizó
mucha controversia y sembró dudas aun en quienes respaldaron al presidente.
Luego, al desenvolverse los acontecimientos, a medida que las mentiras se ven
claramente y que Irak se hunde en una guerra civil que Estados Unidos no puede
ganar, esas preguntas y dudas que se sembraron empiezan a brotar.
Por ejemplo la película de las Dixie Chicks, Shut Up and Sing , hace
recordar lo rápido que se desplomó el respaldo al presidente. Cuando Natalie
Maines hizo su famoso comentario de que le daba vergüenza que Bush fuera de su
estado natal de Texas, la popularidad de Bush era de 80% y ahora es menos de
30%.
Eso importa. No porque los que están en el poder obedezcan los deseos de la
mayoría, sino porque es más difícil que hagan de las suyas en el Medio Oriente
cuando la ciudadanía no los respalda. Y es importante apoyar a los soldados que
tienen la valentía de oponerse a lo que captan que es una guerra ilegítima e
inmoral.
Los resultados no siempre se ven inmediatamente.
Daniel Ellsberg, quien trabajó en el Pentágono durante la guerra de Vietnam y
después dio a conocer los Pentagon Papers (Documentos del Pentágono)
que contribuyeron a poner fin a esa guerra, dijo que aunque en ese momento nadie
lo sabía, retiraron la propuesta de usar armas nucleares en Vietnam cuando en
octubre de 1969 más de dos millones de personas se lanzaron a las calles de la
capital en protesta. Él mismo dijo que nunca hubiera corrido el riesgo de que lo
metieran a la cárcel y de ver terminada su carrera dando a conocer esos
documentos secretos si no hubiera sido por la valentía y resolución de los
manifestantes.
Imagínense qué hubiera pasado si después de la protesta de octubre de 1969 la
gente simplemente hubiera dicho que no se logró nada porque no paró la guerra y
se hubiera resignado. La historia hubiera sido muy diferente.
Quiero repetir algo: toda generación deja su huella en el mundo. Si no
repudiamos, luchamos y sacamos del poder al gobierno de Bush y su programa, las
huellas que dejaremos serán las de aprobar, de consolidar y de complicidad con
todo lo que ha hecho.
No podemos limitarnos a las condiciones impuestas por los que están en el
gobierno. Tenemos que hacer que respondan a nuestras demandas de que el rumbo de
todo esto tiene que parar. Tenemos que demandar, en las calles y a través de los
medios de comunicación, que el Congreso empiece un juicio de destitución contra
este presidente que está cometiendo crímenes de guerra y crímenes contra la
humanidad.
Superemos el tabú de no polarizar a la gente. La única manera de voltear la
corriente es lanzándonos contra la corriente. Necesitamos trastornar las cosas y
tomar riesgos para que la gente hable de la verdadera naturaleza, las raíces y
los objetivos de esta guerra. Una manera importante de hacer esto es vestirse
con uniformes naranja (como los de los presos de Guantánamo) el 10 y 11 de
diciembre e ir a tiendas, a las escuelas, a las iglesias, al trabajo y a la
calle. Eso es lo que vamos a hacer por todo el país.
En el portal de worldcantwait.org hay más información sobre esto.
Desatemos una conversación sobre si de veras hay, o debe haber, una “guerra
contra el terror” o si es una pantalla para que la ciudadanía apoye una guerra
por el imperio que ya tenían planeada antes del 11 de septiembre. Estos temas
los abordan los siguientes libros: Worse Than Watergate , de John Dean,
Hegemony or Survival , de Noam Chomsky, y Oil, Power and
Empire , de Larry Everest, pero la mayoría no sabe nada de esto y les
amarra las manos.
La gente no puede movilizarse plenamente si no sabe lo grave que es la
situación; no corre riesgos si no sabe cómo podría impactarla.
En las universidades debe haber un debate tan intenso sobre el rumbo de todo
esto que rebose a otros sectores de la sociedad sobre el papel que debemos jugar
para PARAR los horrores que el gobierno de Bush seguirá cometiendo.
El 4 de enero, El Mundo no Puede Esperar llama a venir a Washington el día
que se inicie la nueva sesión del Congreso. Si los crímenes de guerra, la
tortura y los crímenes contra la humanidad no son suficientes para iniciar un
juicio de destitución, ¿qué es? Que empiece el juicio de destitución y la
investigación. ¡Fuera Bush!
En la última escena de la nueva película Ground Truth , que
entrevista a soldados que han regresado de Irak, Camilo Mejía, el primer soldado
que desobedeció órdenes de ir a Irak, por lo cual pasó un año en la cárcel, está
a punto de llorar. En una escena anterior cuenta lo que él y su unidad hicieron,
que torturaron y mataron a gente inocente:
“Al pueblo le quiero decir que lo siento mucho. Siento mucho el daño que
causé. Y siento mucho mi cobardía, no oponerme antes a la guerra, no decir algo
antes, no desobedecer más órdenes. Lo siento.
“Y a los soldados les quiero decir que hay una salida. Aunque signifique la
cárcel, la deshonra o la vergüenza, hay una salida. También quiero decir que
después de estar preso no hay libertad más elevada que la que obtenemos cuando
uno hace lo que le dicta la conciencia. Con eso podemos vivir sin
arrepentimientos”.
Hagamos caso a esas palabras y a su ejemplo. Para qué esperar, si mañana
vamos a arrepentirnos de que no hicimos nada cuando todavía teníamos tiempo. No
dejemos pasar el momento, cuando la gente se siente optimista y tiene
esperanzas, después de ver en las elecciones que muchos estaban de acuerdo con
ellos. Arriesguemos todos algo para despertarlos y para unirlos, y cumplir
nuestra obligación con el mundo, pues no puede esperar más. ¡Fuera Bush y su
gobierno!
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