1o de Abril de 2007 La Nación
El Complicado Poder del Voto a Ninguna Parte
por SCOTT
SHANE
WASHINGTON
Es sí para los cronogramas para Irak, dijeron ahora tanto el Congreso cuanto
el Senado. ¡Pero no programemos todavía los desfiles de bienvenida!
Para empezar, los dos proyectos de ley pendientes pasados en los últimos diez
días, necesitan aún ser reconciliados y el Presidente Bush ha prometido
vetarlos, siendo que es poco probable que se consiga anular el veto.
Pero eso no quiere decir que los votos fueron sin sentido, al juzgar por la
colisión a cámara lenta entre el presidente de tiempo de guerra y las voces
antibélicas del Congreso.
Historiadores de la guerra de Vietnam sugieren que aquellos que buscan que el
Congreso tome acciones decisivas para terminar con la presente guerra quedarán
decepcionados. Pero también dicen que hoy, como en los 60 y 70, el Congreso no
solo refleja sino que también amplifica la decepción popular. Sus votaciones,
aún que sean simbólicas, pueden fijar límites políticos en las opciones
presidenciales.
“El Congreso se convierte en la voz pública de la oposición” dice Robert
Dallek, el historiador de la presidencia, que ha disecado la interacción del
Congreso tanto de Lyndon B. Johnson como de Richard M. Nixon. “Y está pasando
más rápidamente ahora porque la sombra de Vietnam paira sobre Irak”.
Vietnam ciertamente arroja una profunda sombra sobre el reciente debate,
tanto para los que pidieron una retirada rápida de Irak como para los que
advirtieron el error de la guerra.
“El Departamento de Defensa nos vivía asegurando que cada nueva escalada en
Vietnam sería la última”, expresó el Senador Edward M. Kennedy, Demócrata de
Massachussets, el cual sirvió en el Congreso durante esa guerra. En el debate
del último martes, él dijo que el Congreso no debería ser engañado
nuevamente.“Ecos de aquel desastre aún nos acechan” dijo. Y añadió: “Irak es el
Vietnam de Bush”.
El Diputado John Boehner, líder de la minoría, sacó una lección diferente.
“Nuestros enemigos entienden lo que pasó en Vietnam”, dijo el Sr. Boehner.
“Cuando el Congreso votó para cortar los gastos, nos fuimos de Vietnam. Dejamos
el caos y genocidio en las calles de Vietnam porque retiramos a los tropas y no
tuvimos la voluntad de ganar”. En la visión antibélica, ambos conflictos
empezaron con un cheque en blanco del Congreso: la autorización del uso de
fuerza contra Irak del 2002 es innegablemente similar a la resolución del Golfo
de Tonkin de Agosto del 64. En ambos casos, muchos legisladores vendrían a
arrepentirse de sus votos por el sí, acusando al presidente (sea Johnson o Bush)
de manipular la inteligencia para ganar apoyo.
Para el Senador J. William Fulbright, demócrata de sur como lo era Johnson y
presidente del Comité de Relaciones Internacionales, el arrepentimiento vino
rápido. Ya en 1966, después que el Sr. Johnson estaba bien comprometido con el
aumento del envío de tropas que llegaría a que 545,000 norteamericanos fuesen
desplegados, el Sr. Fulbright escribió que un número mayor de senadores se
hubiesen opuesto a la resolución de Tonkin si supiesen que el presidente la
trataría como “un aval substancial para la conducta de una guerra en gran escala
en Asia” El Sr. Fulbright llamó a una conferencia en Febrero de 1966 donde sus
preguntas duras – televisadas nacionalmente hasta que presiones de la Casa
Blanca hicieron que la CBS cancelase la cobertura – fueron el primer indicio de
las dudas personales de algunos miembros clave del Congreso. “Aquellas
conferencias hicieron con que se empezase a materializar en la opinión pública y
del Congreso la corriente contra la guerra, a pesar de que el Congreso no tenía
la menor idea de cómo acabarla”, comenta Robert K. Brigham, un historiador de
Vassar y autor de “¿Es Irak un nuevo Vietnam?”
Pero solamente a fines de 1969, estando el Sr. Nixon en la Casa Blanca, es
que el Congreso consideró poner límites reales a la acción militar
norteamericana. En el Senado, John Sherman Cooper, un Republicano de Kentucky, y
Frank Church, un Demócrata de Idaho, propusieron prohibir nuevos recursos para
las acciones militares de los EEUU en Laos y Tailandia, y la ley fue
aprobada.
Pero cuando los senadores propusieron extender la prohibición a Camboya, el
Presidente Nixon la peleó, promoviendo que la Legión Americana elaborase una
campaña contra la ley y aconsejando a sus aliados en el Senado que acusasen a
las palomas pacifistas de “traición por la espalda”, de acuerdo con notas del
asesor H.R. Haldeman.
“Cuando una aguada versión de la Enmienda Cooper-Church se transformó en ley
en Enero de 1971, las demostraciones contra la guerra ya habían transbordado el
país. Las tropas norteamericanas habían salido de Camboya y el impacto de la ley
fue mayormente simbólico”, relató Fredrik Logevall, profesor de Historia de la
Universidad de Cornell, y autor de “La Opción por la Guerra”, sobre la ida de
los EEUU a Vietnam.
Entretanto, el Sr. Logevall señala: “la Cooper-Church marcó un hito, como los
primeros límites que el Congreso impuso a la guerra. “Nixon y sus asesores se
sintieron contenidos por el Congreso” – dijo Logevall – “pero en un sentido
político y no en un sentido legal”.
Nixon temía que si no se movía más rápidamente para retirar las tropas, el
Congreso tomaría la iniciativa. Una enmienda suministrada por el Senador George
McGovern, Demócrata de Dakota del Sur, y el Senador Mark Hatfield, un
republicano moderado del Estado de Oregon, para forzar la retirada total para
fines de 1971 tuvo un rotundo fracaso – pero eso en parte porque Nixon ya se
había adelantado en hacer una reducción en el número de tropas.
La legislación más significativa fue realmente un legado de la guerra, y vino
después que la retirada norteamericana se completase a comienzos de 1973. El
Acto de Poderes de Guerra (War Powers Act), una respuesta retardada a la
resolución de Tonkin, requería que el Presidente consultase al Congreso sobre
acciones militares. Una nueva enmienda, auspiciada por el Sr. Church y el
Senador Clifford Case. Republicano de Nueva Yérsey, prohibía el gasto en más
acciones militares norteamericanas en el Sudeste de Asia
Esa prohibición, además de los cortes del Congreso para ayuda a Vietnam del
Sur, aseguraron lo que algunos conservadores todavía consideran un resultado
evitable: la rápida caída de Vietnam del Sur en manos de los comunistas de
Vietnam del Norte.
Para persuadir a Vietnam del Sur a aceptar el tratado de paz de París de
1973, los Estados Unidos prometieron que darían aviones, reposición de
equipamientos y dinero, señala Lewis Sorley, un oficial del Ejército retirado
que sirvió en Vietnam y es ahora biógrafo de líderes militares de aquella
época.
“Nosotros no cumplimos esas promesas, y el responsable por eso fue el
Congreso”, dijo. Añadiendo: “Al final, los soldados sur-vietnamitas estaban
lavando vendas y comprando granadas en el mercado negro”.
Pero la mayoría de los historiadores sostienen que el colapso sur-vietnamita
era inevitable, en parte porque Nixon había hecho su apertura estratégica hacia
China una prioridad mayor. También sugieren que mismo sin la prohibición de
Church-Case de más acciones militares, lo que hicieron movidos por el clamor
popular, el Congreso no hubiese tolerado nuevo respaldo aéreo.
Un hecho que llama la atención de la historia de Vietnam – y el cuento
cautelar de Irak hoy en día – es cuando demoró la retirada.
Ésta ocurrió recién siete años después de la sección del Congreso promovida
por Fulbright cuando se destacó por primera vez el escepticismo en relación a
las metas de los EEUU y sus capacidades.
“El Congreso es una institución agregada” dice Julián Zelizer de la
Universidad de Boston, que escribe sobre las políticas de seguridad nacional. El
Sr. Brigham de Vassar dijo que la demora ilustra “un antiguo pero buen
proverbio: es mucho más difícil terminar una guerra que empezarla”.
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