25-06-2007
Otra prisión secreta de EE.UU. en Mauritania
Cómo engañaron al Congreso de EE.UU. y obligaron a renunciar al
general que criticó Abu Ghraib
Amy Goodman/Seymour Hersh Democracy Now!
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Hace más de tres años, Seymour Hersh denunció la tortura y los abusos en Abu
Ghraib en un artículo basado en gran parte en un informe filtrado del general de
división Antonio Taguba. Ahora Taguba ha hablado con Hersh en su primera
entrevista después de haber sido obligado a pasar al retiro. Taguba revela que
le impidieron que investigara quién ordenó los abusos en Abu Ghraib y cómo más
fotos y vídeos existen que muestran las torturas.
TRANSCRIPCIÓN SIN EDITAR
AMY GOODMAN: Han aparecido nuevos detalles en el escándalo de Abu Ghraib – y
con ellos nuevas preguntas que llegan directo a la cumbre. En su primera
entrevista desde que dirigiera la investigación de Abu Ghraib en el Pentágono,
el general de división Antonio Taguba dice que lo obligaron a pasar al retiro
porque su informe fue demasiado crítico de los militares de EE.UU. Dice que los
militares tienen fotografías y vídeos no publicados que muestran que los abusos
y las torturas fueron aún peores de lo previamente revelado. Eso incluye
material en vídeo de un soldado estadounidense en uniforme sodomizando a una
detenida, e información sobre la humillación sexual de un padre y su hijo.
Taguba dice que le impidieron investigar quién ordenó las torturas en Abu
Ghraib. En mayo de 2004, indicó adonde podría haber llegado al ser interrogado
por el senador John Warner de Virginia y el senador Carl Levin de Michigan.
SEN. JOHN WARNER: Con palabras simples, su propio lenguaje de soldado, ¿cómo
sucedió esto?
GENERAL DE DIVISIÓN ANTONIO TAGUBA: Fracaso del liderazgo, señor, desde el
comandante de brigada hacia abajo; falta de disciplina; ningún entrenamiento en
absoluto; y ninguna supervisión. La omisión de la supervisión fue flagrante.
Esos son mis comentarios.
AMY GOODMAN: Era el general Taguba interrogado por los senadores Warner y
Levin en mayo de 2004. Los nuevos detalles de la historia del general Taguba
fueron revelados por el periodista investigativo Seymour Hersh en la edición de
esta semana de la revista New Yorker. Hersh denunció por primera vez el
escándalo de Abu Ghraib hace tres años. Su último artículo se intitula: “El
informe del general – Cómo Antonio Taguba, que investigó el escándalo de Abu
Ghraib se convirtió en una de sus víctimas.” Seymour Hersh me habla ahora desde
Washington. Bienvenido a Democracy Now!, Sy.
SEYMOUR HERSH: Hola.
AMY GOODMAN: Me alegro de tenerlo con nosotros. Ante todo, ¿cómo terminó por
hablar con el general Taguba? No ha hablado en público desde que se fue.
SEYMOUR HERSH: ¡Oh! Es la forma como los periodistas hacen las cosas. Yo
había estado haciendo una serie de discursos en todo el país en los que elogiaba
mucho su informe. Amy, tiene que comprender que ha habido, oficialmente como una
docena de informes hechos sobre Abu Ghraib. Y su informe, el primero, que tal
vez nunca fue hecho para ser publicado, como los otros, fue espectacular. He
leído numerosos informes en mi vida, y de repente leo un informe de un general
que realmente critica a sus pares, a sus compañeros generales de dos estrellas –
era un general de división, Taguba – y en el que habla de abusos sistemáticos,
en el que indicaba claramente que esto iba mucho más allá de unos pocos policías
militares. No lo dice, en sí, pero el lenguaje de su – el tono de su informe –
y, por cierto, parte de mi idea era que él había nacido en las Filipinas , y de
teniente segundo del ROTC [Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva]
en Idaho, de donde provenía – él y su familia se mudaron a Idaho, obtuvo la
ciudadanía, creo, cuando tenía unos doce o trece años – y de ahí a ser un
general de dos estrellas – significa que es un tipo extraordinario.
Y en algún discurso, me encontré con alguien con quien fui a la escuela, que
aparentemente le envió algunos de mis comentarios. Y creo que Taguba siempre
estuvo interesado en saber cómo recibí su informe. Si usted se recuerda, en el
New Yorker publicamos su informe antes de que estuviera disponible y antes de
que fuera desclasificado – y Rumsfeld, a propósito, dijo al Congreso, antes de
que él llegara a verlo, o decidiera verlo. Y así, en cierto momento, simplemente
comenzamos a hablar, hace más de un año.
Y no le interesa la publicidad. Lo inundan con llamadas, y, que yo sepa, no
ha aceptado hablar con nadie, y no va a escribir un libro, y no trata de ser
famoso. No es un tipo duro. Y pensé que la línea más reveladora a su respecto
fue – que medía 1,65 m. cuando ingresó al ejército y pesaba 54 kilos. Y me dijo
una mañana – a veces lo veía sólo para tomar café, a veces para almorzar, a
veces simplemente para hablar – bueno, hace meses, hace años, hace un año, me
dijo un día, sin ninguna amargura, dijo: “Le voy a contar algo sobre
discriminación. Me dijeron que como oficial joven tenía que repetir todo dos
veces, porque mi inglés no era suficientemente bueno. Obtuve tres maestrías, y
pagué por ellas yo mismo, porque el ejército pensó que era demasiado estúpido
para financiarme.” Y dijo: “Fue difícil, pero trabajé duro y lo logré. Y eso es
lo que siempre pensé que hay que hacer.”
Y de esa manera, cuando obtuvo la comisión fue por pura casualidad – sólo
sucedió que estaba en un cuartel en la zona de guerra en Kuwait cuando
necesitaban un general de dos estrellas – había sólo dos – y como es el
ejército, alguien lo vio a él primero y dijo: “Lo tienes.” No hubo nada más que
eso. Fue por pura suerte. Yo sólo pensé, “Voy a cumplir la tarea de la misma
manera como lo he hecho todo.” Y resultó que le costó su carrera.
AMY GOODMAN: Usted comienza su artículo hablando de esa reunión el 6 de mayo
de 2004, que tuvo el general Taguba cuando lo citaron ante Donald Rumsfeld, en
aquel entonces Secretario de Defensa. Descríbala.
SEYMOUR HERSH: Bueno, en realidad él nunca había estado en la oficina de
Rumsfeld. Había estado en la oficina exterior, pero nunca había visto al
Secretario de Defensa. Repentinamente lo convocan, porque al día siguiente – es
decir unos diez días después de las historias que escribí, y que CBS, si o
recuerda, también publicó, imprimió, transmitió fotografías, algunas de las
fotografías, así que había un torbellino de atención. Se trataba de un inmenso
tema internacional y no era muy bueno para EE.UU. Así que se suponía que
Rumsfeld testificaría el día 7 ante dos comités, el Comité de Servicios Armados
del Senado y el Comité de Servicios Armados de la Cámara, así que citaron a
Taguba.
Y cuando llega, el adjunto militar de Rumsfeld, un general llamado Craddock,
quien. como todos los que rodeaban a Rumsfeld, todos los que participaron en
esto, había sido ascendido, cuando los otros no lo habían sido – en todo caso,
Craddock – su hija había cuidado los niños de Taguba cuando sirvieron juntos en
una estación del ejército en Georgia años antes – ciertamente muy amistoso – y
esa vez cuando Antonio, Tony, entró a la reunión, Craddock se mostró muy frío.
“Espere aquí,” dijo. Entonces finalmente lo hicieron entrar a la gran sala. Y
ahí está el Secretario de Defensa, Mr. Rumsfeld; está Wolfowitz, Paul Wolfowitz,
en aquel entonces su adjunto; estaba el jefe del Estado Mayor Conjunto, general
Myers; el general Pace, entonces vice-jefe; un montón de otros altos generales.
Estaba todo el reparto de la primera liga.
Y cuando entra Taguba, Rumsfeld, que nunca lo había visto, dice en una
palabra muy repleta de burla, dijo – su formulación fue, - dijo, “Aquí llega el
general Taguba” – no, el “famoso general” – “Aquí llega el famoso general
Taguba.” Y, mire, Taguba no es un hombre violento, y Rumsfeld tuvo suerte de
que no lo fuera. Se enfureció de verdad por eso – quiero decir, que se burlara
de él por hacer su trabajo.
Y entonces, lo que hicieron fue que todos se hicieron los tontos. “¡Dios mío!
No lo sabíamos.” Y Rumsfeld – fue Wolfowitz el que lo dijo en una ocasión:
“Bueno ¿es realmente tortura lo que pasó?” Como sabe, el gobierno ha hecho una
gran distinción entre el abuso y la tortura, con una definición legal de que
“tortura” es cuando realmente rompes un hueso, que eso puede ser entendido como
tortura, pero que cualquier cosa que no llegue a ser eso, ese tipo de dolor
físico, no lo es. Y preguntaron si era sólo – “¿Fue abuso?” Y Tony, Antonio,
recuerda que respondió: “Bueno, tienen a un sujeto desnudo en una celda húmeda y
le meten cosas en el recto y no está vestido – quiero decir, no lo han
alimentado, y no ha sido atendido – saben, no sé qué otra cosa pueden llamarlo
que tortura.” Y dijo que se hizo silencio.
Y, en general, el juego era, como testificó Rumsfeld el día siguiente, el
juego era simplemente: “¡Oh, Dios mío!” dijo el Secretario de Defensa, “si sólo
lo hubiera sabido. Yo no tenía la menor idea de esto. No vi las fotografías
hasta el día...” – le habían pasado varias historias, pero “hasta el día o la
noche antes de que fuera al Congreso, y nadie jamás me dio alguna información
sobre esto.” Ese fue su testimonio. Es básicamente la posición actual del
presidente.
AMY GOODMAN: Estamos hablando con Seymour Hersh, periodista galardonado con
el premio Pulitzer. Ha obtenido esta primera entrevista con el general Taguba,
revelando por qué pidió el retiro y lo que sabía sobre Donald Rumsfeld y –
bueno, consideraremos la cadena de mando después de esta pausa.
[pausa]
AMY GOODMAN: La defensa de Donald Rumsfeld es que supo por primera vez de la
dimensión del abuso después de la publicación de las fotografías. Es lo que dijo
al Congreso después del estallido del escándalo en mayo de 2004.
DONALD RUMSFELD: Nos parte el alma que, en los hechos, no haya habido alguien
que dijera: “¡Esperen! ¡Esto es terrible!” Tenemos que hacer algo para dirigir
la – la parte legal iba bien. Lo que no iba bien es el hecho de que el
presidente no sabía y ustedes no sabían y yo no lo sabía. Y como resultado,
alguien simplemente envió un informe secreto a la prensa. Y ahí están.
AMY GOODMAN: Ese fue Donald Rumsfeld, el 7 de mayo de 2004. Seymour Hersh:
¿Qué sabía Rumsfeld? ¿Cuándo lo supo? ¿Qué dice el general Taguba?
SEYMOUR HERSH: Siempre me sorprende cuando escucho esa parte de que una de
las grandes quejas es que el informe que escribió Taguba haya sido filtrado.
Pero, en todo caso, mire, en realidad lo que usted dijo en la introducción fue
ligeramente erróneo, sobre – sólo en cuanto a quién era responsable por qué
cosa. Taguba no comenzó su trabajo como investigador hasta fines de enero. El 13
de enero, creo, o tal vez un día o algo así – no me presione por eso, no estoy
seguro – el 13 de enero, uno de los individuos en la unidad de policía militar
en la prisión de Abu Ghraib, uno de los individuos cuyos colegas, cuyos
compinches, estaban en las fotografías, las fotografías infames – sabe, las
pirámides, etc. – y todos en la unidad circulaban CD y fotografías – todos los
soldados tienen esos teléfonos celulares con cámaras – y él simplemente la
tenía, y entró con un CD a la División de Investigación Criminal del Ejército,
los polis del ejército. Había una unidad allí en Abu Ghraib, en la prisión.
Y dentro de dos días de eso, el canal oculto, que es, como usted sabe, nada
de sorprendente: los generales se hablan entre ellos. Hablan entre ellos como
que no quieren que nadie lo vea. Algunas veces es el día lunes y, estoy seguro,
hablan de juegos de golf, pero muchas veces, es muy importante. Esas
conversaciones no son confidenciales, en sí, porque son muy privadas. Pocas
veces se tiene la oportunidad de ver el canal oculto.
Lo que pasó en el caso de Taguba es que, para cuando entró en acción a fines
de enero y le dieron la tarea, el canal oculto ya había – ya había habido cinco,
seis, siete mensajes, mensajes muy explícitos. Le dieron copias de esos
mensajes. El día 15, el adjunto militar de Rumsfeld, el general de tres
estrellas, el adjunto militar de Wolfowitz, el director del Estado Mayor
Conjunto, probablemente el puesto más importante en el Estado Mayor, diversos
otros generales con vínculos directos con el liderazgo – y, desde luego, cuando
hablas con el adjunto militar de Rumsfeld, un general llamado en aquel entonces,
Craddock – lo mencioné antes – es como si estuvieras hablando con Rumsfeld, así
es como te comunicas con él en este sistema – recibieron memorandos y detalles
explícitos, particularmente descripciones muy vívidas, gráficas, de lo que
muestran las fotografías. Como dijo Taguba, no necesitas “ver” las fotografías –
es decir “ver” entre comillas – para saber lo que mostraban. Así que la defensa
de Rumsfeld de que no las vio hasta justo antes, que por ello no se dio cuenta
de lo serio que era el asunto, es en cierto modo destruida por esos mensajes
recibidos por el canal oculto.
Hubo un intercambio de palabras tras el otro. Cito en cierta medida algunos
de ellos. En uno de esos mensajes hubo algo más explícito sobre las acciones
contra mujeres, más de lo que se ha hecho público, que usted también mencionó
anteriormente. Así que lo que se tiene es un cuerpo de evidencia que muestra que
el liderazgo superior estaba extremadamente consciente de lo serio que era el
asunto. Al llegar el día 20 – uno de los memorandos del día 20 simplemente decía
– uno de los memorandos decía: “¿Es tan real esto como parece? SÍ” – S-Í, en
mayúsculas, sabe – “¿Hay fotografías? SÍ. ¿Es bastante devastador? SÍ” Y hubo un
montón de – en realidad diría, plática honorable y directa en el canal oculto
sobre “Tratemos esto correctamente. Esto es inmenso. Tenemos que asegurarnos de
que no hagamos un lío con esto. Tal vez deberíamos publicarlo nosotros mismos.”
Estaban haciendo todo eso. En realidad, el general Myers, en una de sus
presentaciones ante el Congreso mencionó el canal oculto, pero sin decirlo
claramente. Dijo: “Bueno, recibimos una serie de mensajes muy temprano con
numerosos detalles, incluyendo descripciones de las fotografías.” Dijo eso en un
momento. Así que incluso él contradice a Rumsfeld.
Pero es una posición en la que yo pienso que si eres Rumsfeld – bueno, sólo
le diré lo que le sucedió a Taguba. Taguba termina su informe a fines de
febrero, comienzos de marzo. Nadie quiere leerlo. No puede conseguir que lean su
informe. Trata de llegar al nivel superior. Es parte de su trabajo, tiene que ir
a la estructura de mando e informarlos de lo que ha descubierto. Su
investigación no es criminal. Al mismo tiempo, los investigadores del ejército y
los policías realizan una investigación criminal de los sujetos en las
fotografías. Su investigación trata realmente más de la política del evento y
del nivel general de responsabilidad, no sobre, sabe, lo que le se le iba a
hacer a cada chico en las fotografías. Un general de tres estrellas se negó a
mirar las fotografías y le dijo explícitamente: “Mire, si yo las veo, entonces
tomo conocimiento de ellas, entonces tengo que actuar. No quiero conocerlas.”
Básicamente, esa era la posición. Sólo un general, el jefe del ejército, Pete
Schoomaker, lo leyó realmente y luego envió a Taguba una nota muy cortés y una
nota amable sobre lo competente que era. Pero el resto de ellos simplemente no
querían saber nada.
Y de nuevo, en marzo, hay una cadena de comando, hay una serie de generales
que trabajan para un tipo muy duro: Rumsfeld. Saben que este incidente ocurrió.
Saben que todo el mundo sabe mucho al respecto. Rumsfeld ha testificado de modo
diferente cuando habló con el presidente en diversas ocasiones, sea a fines de
enero, comienzos de febrero, pero ciertamente él y Myers testificaron ambos que
él y Myers dedicaron tiempo con Bush al tema. Y tengo dos cosas que decir al
respecto. Una es que, por cierto, si nadie sabía algo y no teníamos la menor
idea de lo serio que era, como Rumsfeld ha declarado repetidamente en
testimonios, con 18.000 cortes marciales por año, ¿por qué hablan con el
presidente sobre el tema? ¿Por qué tenían que contarle al presidente al
respecto, si no es – si nadie tenía la menor idea de lo serio que era?
Y ya que hablaron con el presidente – y realmente el punto crucial que veo es
lo que hizo el presidente. Es como terminé al escribir mi historia sobre esto.
Bush, en algún momento, sea en enero, febrero o marzo, fue informado de los
detalles, tal vea no de todos los detalles conspicuos, pero de muchos de ellos.
¿Y qué hizo? ¿Dijo, “Rummy, quiero las cabezas de algunos generales?” ¿Dijo:
“Quiero una investigación?” ¿Dijo: “Tenemos que detener esta práctica”? Lo que
hizo, Amy, fue nada. Así que dentro de la cadena, ese instrumento muy delicado,
sabes, esa cuestión, ese instrumento de los militares, todos sabían en la
primavera de 2004 que la investigación de los abusos de detenidos no era un
camino para conseguir una tercera estrella si tienes dos estrellas y no era un
camino para salir adelante.
Y ciertamente Taguba, para entonces, lo sabía. Entre las cosas que me dijo
estaba que desde el momento que le dieron la tarea, aisló – había veintitrés
personas en su personal, incluyendo muchos oficiales de carrera, coroneles, etc.
– aisló a todos. Iba a ser el responsable en el asunto, así que no quería que se
perjudicara la carrera de nadie, excepto la suya. Era el líder, y era
consciente, muy consciente, de los peligros.
Y hay un punto sorprendente, pienso, asombroso, en el artículo – y para darle
una cierta idea de su integridad: el New Yorker tiene un proceso muy complicado
y detallado de comprobar los hechos, en el que, no importa cuánto exageren,
alguien del equipo de control de los hechos del New Yorker se sienta con Taguba
durante un día y revisa todo con mucho cuidado. Y es su oportunidad de abandonar
y de decir: “No lo recuerdo de esa manera. No es así.” Hay una escena en la que
en abril el general Abizaid, John Abizaid, no es un tipo malo, el comandante que
se retiró a comienzos de este año, supuestamente porque quería pasar a retiro,
pero en realidad pienso que lo despidieron. Pero ésa es otra historia. Abizaid
está en Kuwait. Está en el asiento trasero. Va conduciendo con Tony Taguba. El
informe aún no ha sido publicado, pero está listo. Va sentado allí. Y dice a
Tony, según lo que recuerda Taguba – y por cierto dimos a Abizaid y a todos la
oportunidad mediante correos electrónicos y llamadas telefónicas y largos
resúmenes de lo que estábamos haciendo, incluyendo a Rumsfeld; todos tuvieron la
posibilidad de comentar sobre esto semanas antes de que la historia fuera
publicada – no estábamos tratando de usar amenazas para obligar a nadie –
Abizaid dijo a Taguba: “Sabes, Tony,” – y el mensaje fue: “la única víctima de
esto, la única persona que va a salir mal de esto, es usted, si no tiene
cuidado.” Y Taguba dijo que recordó que entonces pensó – me dijo que “había
estado entonces en el ejército durante treinta y dos años, y fue la primera vez
que pensé que estaba en la Mafia.”
AMY GOODMAN: Estamos hablando con el periodista investigativo Seymour Hersh,
que acaba de escribir un artículo sobre su entrevista con el general Taguba en
la revista New Yorker. Cuéntenos quién es el coronel Jordan.
SEYMOUR HERSH: Bueno, lo que pasó es – ahora usted llega a la parte de la
historia que considero la más fascinante, – la prensa todavía no lo ha
considerado, y espero que lo hará. Lo que le sucedió a Taguba es – muy rápido,
ante todo, lo primero que le sucedió fue que inmediatamente se dio cuenta
instintivamente de lo que estaban haciendo esos individuos, lo principal que
estaban haciendo, el principal abuso era el siguiente: la defensa de los
policías militares era que, según las regulaciones del ejército, los policías
militares dirigen una prisión – y ésta era una unidad de reserva de West
Virginia. Esos muchachos fueron básicamente entrenados para ser policías del
tránsito. Sólo recibieron un poco de entrenamiento sobre el manejo de una
prisión.
La manera como funciona es que – las regulaciones son muy claras. La gente
que dirige la prisión dirige la prisión. Los alimentan, los albergan, los
cuidan. No hacen nada más. No se involucran en interrogatorios, porque de otra
manera se destruye la confianza, que sólo se puede – sabe, si hay que dirigir
una prisión – tiene que ser dirigida metódicamente. La gente tiene que asumir
que los policías militares no están allí para hacer otra cosa que para ocuparse
de ellos.
En este caso, lo que ocurrió fue, que los policías militares tenían
instrucciones desde el otoño de 2003, cuando comenzaron los juegos, de ablandar
a los prisioneros para la gente de la inteligencia militar, para los
interrogadores, porque existía la insurgencia – y se hizo muy fuerte a fines del
verano anterior – y había mucho pánico en la Casa Blanca porque no se sabía
mucho sobre la insurgencia. De ahí la decisión de aumentar la presión para
obtener más inteligencia de la población carcelaria, en particular de los
jóvenes varones de los que se suponía que muchos de ellos, sabían mucho sobre la
insurgencia.
De manera que la tarea de los policías militares era hacer todo lo posible:
mantenerlos despiertos de noche, a los prisioneros. Los mantenían desnudos. Los
mantenían sin alimento. Los maltrataban. Todo para ablandarlos para el proceso
de inteligencia. Taguba comprendió que tenía que ser por orden superior, pero le
cerraban el paso. La orden que recibió fue investigar a la brigada o batallón de
policías militares – es una brigada – y nada más. No podía ir más lejos.
Pero inevitablemente, se topó con el teniente coronel Jordan, y vio señales
de una actividad de inteligencia muy sofisticada dentro de la prisión,
ciertamente entre algunos de los objetivos más valiosos – los llaman objetivos
de alto valor. Jordan aparecía como el oficial ejecutivo de la unidad de
inteligencia militar que estaba en Abu Ghraib, la unidad de interrogatorio, pero
negó que así fuera. No pudieron encontrarlo durante semanas. Cuando lo
encontraron, apareció en ropa de paisano, quería saber si tenía que afeitarse la
barba. Al parecer se había dejado crecer la barba. Tuvo que hacerlo. Y en
general, su historia estaba tan repleta de falsedades y engaños. En todo caso,
Taguba hizo que le leyeran sus derechos. Jordan es ahora el único oficial que
enfrenta acusaciones por este asunto. Siete soldados rasos han sido acusados y
sentenciados y condenados, pero ningún oficial. Es el primer oficial que
enfrenta acusaciones. Y así, Taguba comenzó a comprender que algo estaba
ocurriendo en ese lugar.
También supo, mientras realizaba su investigación y obtuvo más acceso, y
especialmente cuando su investigación llegaba a su fin, comenzó a comprender que
existía un inmenso codicilo secreto, sobre el que yo probablemente – una de las
cosas que más le interesaron sobre mi persona fue que yo había escrito en 2004
cuatro artículos para el New Yorker, y el tercero hablaba del mundo secreto, del
mundo de las operaciones del JSOC, Comando Conjunto de Operaciones Especiales,
una fuerza de tareas militar, unidades de alto nivel que no tenían – que no
respondían ante nadie sino Dios, básicamente ante el Secretario de Defensa a
través de un canal oculto.
Y de esa manera, lo que encontró, lo que realmente lo enfrentaba, como
escribí en el artículo, era la decisión del Secretario de Defensa – y me dicen
que fue con la cooperación de Cheney, uno nunca sabe donde ubicar al presidente
en esto, pero supongo que tiene que saber lo que estaba sucediendo, Cheney
ciertamente lo sabía – decidieron en otoño de 2003 que realizábamos lo que
llaman “interrogatorio estratégico” –no estoy seguro qué significa eso –
interrogatorio estratégico de prisioneros en Guantánamo. Y se decidió el envío
de un comandante de Guantánamo, un general de división llamado Geoff Miller, a
Iraq para entrenar a los muchachos, adiestrarlos y fijar reglas y procedimientos
para realizar interrogatorios estratégicos. Y de ese modo, llevaron a algunos de
las Fuerzas Especiales, y algunas de las técnicas de inteligencia del más alto
nivel a Abu Ghraib.
Y lo que pienso – es lo que me han dicho mis fuentes, no Taguba; la historia
es en parte sobre Taguba y en parte sobre esto – que lo que sucedió fue: la Casa
Blanca, y básicamente Rumsfeld, se vieron ante un verdadero problema cuando Abu
Ghraib salió a la luz. Si hubiera una investigación completa de Abu Ghraib, se
tropezaría con cosas confidenciales de muy, muy arriba – en realidad, las más
confidenciales – que la mayoría de las misiones, las fuerzas de tarea, fueron
invertidas en lo que ellos llamaron el SAP, el Programa de Acceso Especial, por
ejemplo – utilizado sobre todo para asuntos técnicos. Pero bajo Rumsfeld,
después del 11-S, comenzó a ser usado para operaciones en el terreno.
Esos individuos – es probable que ahora estemos en hasta trece países, el
presidente de EE.UU. ha delegado a cien equipos de asesinos, los llaman así, del
Comando Conjunto de Operaciones Especiales, JSOC – se les ha otorgado una
delegación previa. Cuando encuentran un objetivo de alto valor, pueden actuar en
su contra, capturarlo, o en la mayoría de casos, matarlo. Así que tienes a un
grupo de sujetos que reciben la autoridad para matar en el Norte de África, en
Oriente Próximo, obviamente también en otras partes de África. Han recibido la
autoridad de matar o hacer contacto en el lugar. Van a un país sin la aprobación
previa del embajador o del jefe de estación de la CIA. Esto está sucediendo
ahora mismo. Y esta técnica – algunas de sus técnicas fueron llevadas a Abu
Ghraib. Y así, si se realiza una investigación exhaustiva de Abu Ghraib, se
podría aclarar un montón de asuntos que en aquel entonces nadie quería
aclarar.
Y el otro aspecto fue – algo sorprendente – fue que había otro aspecto de las
fotografías. Por malas que fueran, no mostraban algo letal. En otras palabras,
los policías militares no estaban matando gente. Los asesinatos los realizaban
en las fuerzas de tarea y en otros sitios, pero había una situación en la que se
encontraba un puñado de muchachos, así que dejen que enfrenten acusaciones. Está
bien. Nadie podría haber supuesto en ese momento que las fotografías o que el
informe de Taguba llegarían a ser conocidos. Que enfrenten acusaciones, porque
dejen que unos muchachos de bajo nivel sean dejados a la intemperie, lo que
sucedió – quiero decir, no es que no hayan hecho lo que hicieron. Estaban en las
fotografías. Estoy hablando de esos - Lynndie English o England, no importa su
nombre – recuerdas la señora que hacía señales con su pulgar. Ciertamente
merecen ir presos, pero no los diez años que les dieron.
En todo caso, todo esto también estaba sucediendo mientras Taguba corría por
ahí tratando de establecer lo que sucedía. Hay verdaderas intrigas en acción. Y
ahora mismo, seguimos muy metidos en el negocio del cazador-asesino. Es
básicamente – mis amigos adentro conocen esas unidades. No es una falta de
respecto hacia los que sirven en ellas, en su mayoría hombres, porque son
soldados competentes, Fuerza Delta, Seals de la Armada, paramilitares de la CIA.
Son muy competentes. Si tuvieran órdenes diferentes, probablemente se
comportarían de otra manera. Pero están ahí ahora. Están ahora mismo en la
frontera con Irán. Tenemos unidades ahora mismo que se mueren de ganas de que
les den permiso para atravesar la frontera y comenzar a aporrear iraníes. Y esa
es la situación actual. Y eso no ha cambiado. Un montón de equipos de
cazadores-asesinos están en acción combatiendo a los presuntos miembros de
al-Qaeda en Iraq, muchos de ellos, como estoy seguro que usted lo sabe, que
muchos en el público lo saben, son realmente insurgentes suníes – no son
realmente de al-Qaeda. El elemento extranjero en Iraq es muy pequeño. Pero a
pesar de ello, es buena publicidad.
AMY GOODMAN: Seymour Hersh, ¿qué me dice del general Miller, Geoffrey Miller,
que fue enviado de Guantánamo para, bueno, como dicen “Guantanamizar” Abu Ghraib
en septiembre de 2003?
SEYMOUR HERSH: Sabe, el Senado, en su interrogatorio – volví a leer una buena
parte de las audiencias, no las había leído en años – el Comité de Servicios
Armados del Senado, Carl Levin de Michigan, que es ahora presidente del comité,
- los demócratas lo controlan – hizo la pregunta: Fue a Guantanamizar. Olió el
problema. Y, por cierto, todos lo niegan todo.
Lo que tienen que hacer – Miller era sólo un oficial de artillería quien –
competente, inteligente, bastante inteligente, y dispuesto a hacer lo que
querían – fue a Guantánamo. Trataban a los prisioneros como les daba la gana.
Había un inmenso canal oculto. Estaba siempre hablando por teléfono. Así que el
testimonio subsiguiente se desarrolló, sea con Rumsfeld, ocasionalmente, y
ciertamente con Steve Cambone, el Secretario Adjunto de Defensa para
Inteligencia de Rumsfeld. Steve Cambone era el recadero de Rummy, en el sentido
como alguien describió una vez a Cambone, en cuanto a su relación con Rummy: es
como el chico de tres años en el asiento trasero que tiene un volante en las
manos, y cuando papito gira el auto, piensa que es él el que lo está haciendo.
Sabe, piensa que lo está conduciendo, cuando en realidad el control está a un
nivel superior. Pero es el oficial en acción para Rumsfeld y para otros.
Y lo que sucedió es que enviaron a Miller, hizo lo que ellos querían en
Guantánamo, fue a Iraq, hizo lo que ellos querían allí. Cuando todo se fue al
diablo en la primavera siguiente, trataron de protegerlo. No pudieron. Se fue al
retiro temprano, estaba definitivamente muy amargado al respecto, no va a
hablar. Traté de nuevo esta vez. Siente que Rumsfeld y Cambone lo dejaron
totalmente colgado por haber hecho lo que ellos le pedían, algo como Taguba,
pero en el otro sentido. Hizo lo que querían y – piensa que lo jodieron. Taguba
no hizo lo que querían.
Y no creo que quepa alguna duda de que – sabe, lo que sucedió es que hubo una
investigación del ejército, una investigación inútil. Lo que sucedió fue que
después de Abu Ghraib, todos sus diversos informes que habían sido hechos por
grupos como la ACLU [Union [US]Americana de Libertades Civiles], Human Rights
Watch, Amnistía Internacional, como sabe, han hecho cosas fantásticas y
realmente siento una gran admiración por lo que han hecho. Human Rights Watch,
en particular, ha trabajado sobre todos los aspectos de este asunto.
Y después de Abu Ghraib, el gobierno comenzó a reaccionar, y el ejército
realizó un puñado de investigaciones de algunas de las diversas afirmaciones
sobre abusos, incluyendo afirmaciones muy serias de agentes del FBI en
Guantánamo, que se habían estado quejando desde 2002 por lo que estaba
ocurriendo. En algún momento iniciaron una investigación, y como necesitaban a
un general de alto rango – como señalé, Taguba sólo tenía dos estrellas – se
necesitaba a un general de alto rango. Necesitaban a un general de tres
estrellas para investigar a Miller, porque él tiene dos estrellas. Y no tenían
muchos. Y encontraron a un jockey de cazas llamado Mark Schmidt que ahora vive
en Boise, Idaho, o cerca de Boise, Idaho. Y Mark Schmidt es sólo uno de esos
pilotos que vuela para ganarse la vida, y, sabe, es un casón, es un casón –
sabe, no se anda con juegos. Y estudió lo que había ocurrido, y escribió un
informe en el que acusó al general Miller de no hacer bien su trabajo. Por
cierto hubo mucha mala conducta.
Y su recomendación fue desechada por un general de cuatro estrellas a cargo
en la época del Comando Sur, que era responsable por Guantánamo. El Comando Sur
estaba dirigido entonces por el general Craddock, que había sido el ayudante
militar de Rummy. Ahora es comandante en la OTAN. Toda esta gente parece tener
grandes trayectorias profesionales. Craddock la desechó. Nunca había sucedido
antes que una recomendación de que alguien fuera considerado, sabe, para su
posible procesamiento, sea desechada por la autoridad responsable. Y así, hubo
una investigación sobre por qué la había desechado, la que por supuesto absolvió
a Craddock.
Y Schmidt, en su investigación, en su testimonio, dijo lo más sorprendente.
Me lo repitió cuando conversé con él por teléfono hace un par de meses.
Básicamente lo que dijo fue: “Sabe, si realmente piensa en Guantánamo, excepto
por la cámara fotográfica,” dijo, “era Abu Ghraib.” Hubo ocasiones allí con
algunos de los prisioneros, con los perros, y las mujeres que abusaban
sexualmente de ellos de ciertas maneras, sabe, exponiéndose, vaciando sangre
menstrual sobre ellos, esos hombres musulmanes; desnudez, veinte horas de música
al día. Y dijo: “excepto por la cámara, sería Abu Ghraib.” Así que, mire, el
Senado tiene entonces un grupo de sujetos, Carl Levin, considerando esto, y sólo
queda desearles éxito.
AMY GOODMAN: Seymour Hersh, una pregunta rápida antes de que se acabe nuestra
ventana satelital, y es sobre esa prisión secreta en Mauritania. El golpe tiene
lugar en 2005, llevando a un gobierno que es más amistoso hacia EE.UU. El
Washington Post ha revelado que existen esas prisiones secretas de la CIA en
Europa. Cuéntenos de Mauritania.
SEYMOUR HERSH: Lo que sucedió es que había una junta. Les ayudamos, por
cierto. Nuestra CIA y nuestros militares estuvieron profundamente involucrados
en esa junta. Es otra historia si fuimos totalmente responsables, o no. Una vez
que el nuevo gobierno llegó al poder, Mauritania se convirtió en la prisión. Lo
que el presidente fue obligado a hacer – Dana Priest, que tiene una serie muy
buena ahora en el Washington Post sobre la atención sanitaria para veteranos,
Dana Priest había escrito una historia formidable en el otoñó de 2005 para el
Washington Post sobre el sistema de la prisión secreta. Así que Bush, como usted
sabe, terminó por cerrarla.
Pero el hecho es que convirtieron a Mauritania en otra prisión, en la que yo
diría – creo que Human Rights Watch u otros grupos han identificado a treinta y
siete o treinta y nueve personas que se han perdido – no podemos encontrarlos en
ninguna parte – en el sistema de prisiones estadounidenses no podemos
encontrarlas. Algunos de los objetivos de alto valor más duros están ahí. Estoy
seguro de que lo que llamamos entregas – es decir vuelos nocturnos de gente –
siguen ocurriendo. No tengo datos específicos – es sólo una suposición racional
mía. No lo sé específicamente.
Y Mauritania es un sitio donde existe una prisión secreta, porque es un sitio
al que se puede llegar y salir por avión. Es un gobierno muy amigo. Nuestros
soldados no necesitan visas. Sólo hay una elección de vez en cuando. Pero
durante dos años, una junta militar a la que ayudamos para que llegara al poder,
ciertamente, estuvo presente. Sí, es – lo hemos deseado – lo he sabido desde
hace bastante tiempo. Me alegro que por fin haya tenido una oportunidad de
escribirlo. Que hay una prisión allí, no cabe duda. Todos los detalles,
realmente no los conozco. Es muy difícil conseguir información sobre sitios
semejantes. Pero eso se convirtió en la prisión preferida después que tuvimos
que cerrar las otras operaciones en Europa y otros sitios.
AMY GOODMAN: Seymour Hersh, quisiera agradecerle de todo corazón por estar
con nosotros. Es un periodista que obtuvo el premio Pulitzer. Su último artículo
aparece en la revista New Yorker, basado en su entrevista con el general Taguba,
llamado “El informe del general: Cómo Antonio Taguba, quien investigó el
escándalo de Abu Ghraib, se convirtió en una de sus víctimas.”
http://www.democracynow.org/article.pl?sid=07/06/19/1433252&tid=25
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