Bush y todo su programa se tienen que largar
Sunsara Taylor
Millones de personas fueron a las urnas motivadas principalmente
por repugnancia a la guerra injusta e inmoral de Irak y todo el programa de
Bush, pero existe una enorme brecha entre lo que les llevó a votar y las
promesas y medidas de los demócratas ganadores. ¡Sigue siendo urgente que
millones de personas asumamos la responsabilidad de actuar fuera de los confines
de los términos y los canales de la política oficial – hay que protestar, salir
a las calles, no acomodarnos a la “normalidad” – para sacar del poder al
gobierno de Bush y parar en seco su programa!
En las 72 horas desde que sabe que será la próxima presidenta de
la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi repitió su promesa de que “no habrá
juicio de destitución”. En la rueda de prensa en que declaró la victoria, no
dijo nada acerca de la necesidad de anular la Ley de Comisiones Militares (que
anuló el derecho de hábeas corpus y legalizó la tortura); no condenó la muerte y
destrucción sin fin que atormentan al pueblo iraquí; no prometió oponerse
firmemente a la nueva guerra que se está planeando contra Irán; y no dijo ni una
palabra de defensa del derecho al aborto y los derechos de los gays (a pesar de
que el fallo Roe vs. Wade está bajo ataque y de que otros siete estados
aprobaron prohibiciones al matrimonio gay).
En cambio, anunció que las elecciones fueron un referendo sobre
los modales y la eficacia: “El pueblo americano se pronunció a favor de la
cortesía en el Capitolio y en el comportamiento del Congreso… Los demócratas nos
comprometemos a comportarnos con cortesía y bipartidismo, y a trabajar juntos
con los republicanos del Congreso y con el presidente, y no de manera
partidista”.
Al día siguiente se reunió con el presidente, que objetivamente
es un criminal de guerra a quien los votantes acababan de rechazar
rotundamente. En vez de aprovechar el hecho de que Bush está perdiendo
legitimidad ante millones de personas que buscan la manera de decir “¡Basta
ya!”, le dio legitimidad “tendiéndole una mano de amistad y trabajo común”.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un
gobierno que justificó la guerra con mentiras y que lleva años sembrando pánico
en los hospitales y terror en las camas de los niños, llenando los depósitos de
cadáveres y matando a más de medio millón de iraquíes.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un
gobierno que abandonó a miles de negros cinco días en los techos de Nueva
Orleáns, bloqueó la llegada de ayuda a punta de fusil y dio órdenes de “disparar
a matar” a los que se las arreglaban por su cuenta.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un
gobierno que acaba de legalizar todo lo que vimos en las horripilantes fotos del
penal Abu Ghraib.
Piensen en lo que representa ofrecer “trabajar en común” con un
gobierno que socava la ciencia y aplaude la ignorancia acerca del calentamiento
global, los fracasos de los programas de “solo abstinencia”, el saldo de muertos
en Irak, la evolución y mucho más.
No llevará a nada bueno “trabajar en común” con ese gobierno o
su programa. Hay que dar marcha atrás a toda la dirección en que
está encaminado este país, y cada día se ve con más claridad que los demócratas
no lo van a hacer. Como señaló la convocatoria de El Mundo no Puede
Esperar—Fuera Bush y su Gobierno hace más de un año: “No habrá un salvador del
Partido Demócrata. Cada día se ve con más claridad lo fatal que es depositar la
esperanza y la energía en ‘líderes’ que nos recomiendan pactar con fascistas y
fanáticos religiosos. De hecho, eso lo que hace es desmovilizarnos”.
Pelosi no es la única que tiene ganas de trabajar en común con
el presidente. Chuck Schumer (Nueva York), que dirige el Comité Electoral
Demócrata del Senado, dijo: “Tuvimos unas elecciones difíciles y partidistas,
pero el pueblo americano y todos los senadores demócratas (y he hablado con casi
todos ellos) queremos trabajar con el presidente sin partidismo”.
Al día siguiente de las elecciones, en el programa “Daily Show”
de John Stewart, Howard Dean dijo francamente: “Sé que la mitad del público
quiere que acusemos y enjuiciemos al presidente y cosas por el estilo…”, y lo
interrumpieron con aplausos y vítores. Pero continuó: “…pero no lo vamos a
hacer”. En vez, se jactó de que los demócratas recibieron un tercio de los votos
de los cristianos evangélicos blancos.
El columnista conservador David Brook del New York
Times lo explicó así: “Los votantes sacaron a los republicanos pero no
viraron a la izquierda. En general reemplazaron a republicanos moderados con
demócratas conservadores. Fue un gran día para el centrista Joe Lieberman, que
derrotó al favorito del portal Daily Kos, Ned Lamont. Fue un gran día para los
demócratas opuestos al aborto, como Bob Casey, y probablemente para los
promotores de tener armas, como Jim Webb. Fue un gran día para los demócratas
conservadores, como Heath Shuler en Carolina del Norte y Brad Ellsworth en
Indiana”.
En estos momentos, hay dos rumbos posibles.
Por un lado, está el peligro de que los millones de personas que
odian lo que se hizo durante la presidencia de George Bush y sus planes para el
futuro piensen que ya terminó, que ganaron y que es hora de regresar a casa a
celebrar y olvidar de la política. Pero la tortura que se hace bajo la bandera
del bipartidismo no deja de ser tortura. Lo mismo con una guerra ilegal. Y no
dejan de apretarse los controles a los derechos de las mujeres y los gays.
Por el otro, está la posibilidad de parar a esos horrores y
sacar del poder a los responsables si millones de personas rompen con los
confines fatales del “bipartidismo y la cortesía”. Las elecciones, aunque no
llevaron a los cambios deseados y necesarios, alzaron las esperanzas de los
millones que ansían tales cambios, demostraron la gran separación entre este
gobierno y los deseos de “sus conciudadanos” y sacaron a la luz la fuerza en
potencia de esos millones que expresaron masivamente su repugnancia.
El rumbo que prevalecerá depende de cada individuo y de todos
nosotros colectivamente. Lean las acusaciones con que comienza la Convocatoria
de El Mundo no Puede Esperar (abajo). No las lean como una lista de hechos ya
muy conocidos; compárenlas con los debates y las promesas que han escuchado a lo
largo de este período electoral. Hagan que sus amigos, familiares y compañeros
de trabajo también encaran esta realidad. Y finalmente, pregúntense si se
puede tolerar alguna pizca de lo que describe y quién –aparte de nosotros-- hará
algo para cambiarla.
“Tu gobierno está librando una guerra asesina ilegítima
contra Irak, basada en mentiras, y tiene a otros países en la mira.
“Tu gobierno tortura, y lo defiende.
“Tu gobierno detiene indefinidamente por la menor
sospecha o deporta en secreto, sin respetar el derecho de los detenidos de ver a
un abogado.
“Tu gobierno avanza día tras día hacia una teocracia, al
gobierno de un fundamentalismo cristiano intransigente y cruel.
“Tu gobierno suprime la ciencia que no cuadra con su
agenda religiosa, política y económica, por lo que la presente y futuras
generaciones pagarán un precio terrible.
“Tu gobierno le quiere quitar a la mujer, aquí y en el
resto del mundo, el derecho al control de la natalidad y al aborto.
“Tu gobierno impone una cultura de avaricia, odio,
intolerancia e ignorancia”.
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