Revolución #117, 27 de enero de
2008
Penal Bagram, Afganistán: Un brutal centro de tortura yanqui
Estados Unidos tiene a 630 presos —más de dos veces la cantidad en
Guantánamo— en la base de la fuerza aérea Bagram, al norte de Kabul en
Afganistán. Los presos están en jaulas de alambre, y tienen que dormir en el
suelo en esteras de espuma y, hasta hace un año, usar baldes de plástico como
letrina. Unos llevan hasta cinco años presos. No los han acusado de nada, no
pueden hablar con abogados y ni siquiera les permiten saber las acusaciones en
su contra.
El gobierno estadounidense se niega a dar a conocer los nombres de los
detenidos de Bagram. No se permite fotografiar el penal, ni siquiera desde
lejos. Lo poco que se sabe es de los presos que han trasladado a Guantánamo,
donde pueden hablar con abogados. El 7 de enero, el New York Times
informó que en el verano del 2007 el Comité Internacional de la Cruz Roja
entabló una queja confidencial con el gobierno estadounidense acerca de Bagram,
que lo acusa de tener a los presos incomunicados durante semanas y hasta meses
en celdas de aislamiento previamente no reveladas y de someterlos al trato cruel
en contravención de los Convenios de Ginebra.
“Gritaba sin parar”
El periódico inglés Guardian informó el 18 de febrero de 2005 que a
un preso en Bagram, un palestino de nombre Mustafa, le vendaron los ojos, lo
esposaron, lo amordazaron y tres soldados lo obligaron a inclinarse sobre una
mesa. Dijo: “Me metieron un palo en el recto a la fuerza… Cuando lo hicieron
gritaba sin parar”. En otro caso que mencionó el Guardian, un preso
jordano, Wesam Abdulrahman Al Deemawi, dijo que durante un período de 40 días lo
amenazaron con perros, lo desnudaron y fotografiaron “en posiciones vergonzosas
e indecentes” y lo metieron en una jaula con un gancho y un dogal. Dijo que lo
colgaron del gancho, con los ojos vendados, durante dos días.
A ambos hombres los pusieron en libertad en 2007 tras pasar tiempo en Bagram
y Guantánamo. No los acusaron de nada.
Dilawar, un taxista y granjero afgano de 22 años de edad, murió a manos de
los torturadores de Bagram en diciembre del 2002. Lo golpearon y lo tenían
encadenado por las muñecas durante cuatro días. Tras las últimas torturas, lo
volvieron a encadenar al techo. Un médico lo vio varias horas después, cuando ya
estaba muerto.
“¿Van a desaparecer para siempre?”
“Los estadounidenses detienen sin trámites legales. Los presos no tienen
la oportunidad de demostrar que son inocentes”.
Funcionario de la Comisión Independiente de Derechos Humanos
Afgana
Estados Unidos ha elaborado un plan para trasladar a los presos de Bagram a
un nuevo penal dirigido por los militares afganos. El New York Times
informó que el gobierno de Bush quiere que el gobierno afgano (un gobierno
títere establecido tras la invasión del 2001) trate a los presos como
“combatientes enemigos” y adopte un “marco jurídico parecido al de Guantánamo”.
Es decir, tener a los presos indefinidamente, sin acusaciones o juicios. Pero
parece que hasta el gobierno afgano no quiere tratar a los presos de tal manera
que sea evidente que está violando el derecho internacional, y se informa que el
presidente Karzai se negó a firmar un decreto redactado por Estados Unidos que
permite tal trato.
La cantidad de presos en Bagram aumentó de 100 al comienzo del 2004 a más de
600 en el 2007, según las fuerzas yanquis. Como parte de su estrategia en
Afganistán, Estados Unidos y sus aliados llevan a cabo redadas indiscriminadas y
mantienen a los arrestados por largo tiempo. Además, a muchos afganos los
arrestan sin investigación a raíz de informes anónimos de personas que tienen
rencor por razones personales o tribales.
Clive Stafford Smith, un abogado de derechos humanos, representa a 40 presos
de Guantánamo, muchos de ellos trasladados de Bagram. Le dijo al programa radial
Democracy Now!: “Los que más maltratan en Guantánamo los maltrataban en otro
lugar también, y luego el gobierno llevó a una pequeña cantidad de ellos a
Guantánamo, pero la gran mayoría todavía está en Bagram o en los penales
clandestinos por todo el mundo… Tengo miedo de que el maltrato más escandaloso
no se sabe, que las víctimas todavía están en Bagram y no han hablado con nadie,
y que el gobierno está ocultando estos secretos espantosos. La pregunta es: ¿qué
va a hacer al respecto? ¿Qué va a hacer cuando tiene que darles abogados? Ha
habido muchos horrores y el gobierno no quiere que salgan a flote. ¿Así que
adónde los va a trasladar? ¿Van a desaparecer para siempre?”
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