Autoriza Bush acciones encubiertas contra Irán
El programa incluye una campaña de propaganda coordinada en temas que
afectarían las transacciones financieras internacionales del país persa
Por: Juana Carrasco Martín Correo: internac@jrebelde.cip.cu 23 de
mayo de 2007
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Bush ha dado órdenes a la CIA. Foto:
AP |
Intentan desestabilizar al gobierno de la República Islámica de Irán, por eso
George W. Bush ha autorizado el uso de acciones encubiertas, de las llamadas
operaciones «negras», en las que son expertos y para las cuales están utilizando
a ex y actuales oficiales de la comunidad de inteligencia, según acaba de
publicar el Blotter de la ABCNews.
El anonimato fue requerido por las fuentes que están exponiendo un asunto tan
sensitivo: la firma del W. Bush en un plan de la CIA, el cual incluye una
campaña de propaganda coordinada que maneja por igual la desinformación y la
manipulación en temas que afectarían las transacciones financieras
internacionales del país persa.
Gordon Johndroe, vocero del Consejo Nacional de Seguridad (NSC) dijo al
respecto que «la Casa Blanca no comenta asuntos de inteligencia» y le dio un
tiro de gracia a la versión, tal y como también había hecho un portavoz de la
CIA: «Por supuesto, nosotros no comentamos las alegaciones de actividades
encubiertas».
Pero el hecho cierto es que Washington está haciendo todo lo posible para
mantener presionado a Irán y hasta sacarlo de su camino, porque pretende el
control absoluto de la importante región, quizá la más rica del mundo en
términos petroleros, y porque le molesta en especial el proyecto energético
nuclear iraní.
Es sabido que desde hace al menos un año, EE.UU. y algunos de su aliados, han
enfilado los cañones propagandísticos contra Irán, y de serles posibles las
circunstancias, no serían remisos a lanzar los disparos militares —se asegura
que el vicepresidente Dick Cheney prefiere esa vía—; sin embargo, la
inviabilidad por ahora de esa segunda opción tremebunda, les conduce a esta otra
de dar y esconder la mano.
Aclaremos que los planes tienen fechas anteriores. Por ejemplo, a finales de
2002 se constituyó la Coalition for Democracy in Iran (CDI) —que supuestamente
cesó sus funciones a mediados de 2005—, una entidad de los
ultraneoconservadores, organizada en las oficinas de Morris Amitay, ex director
del poderoso e influyente Comité Israelí-Americano de Asuntos Públicos
(AIPAC).
Con ella trabajarían juntos a fin de estimular que el Congreso de EE.UU.
aprobara resoluciones de condena, originar «cambios en el régimen iraní», así
como «promover la democracia» que «construirá un Irán más pacífico y próspero,
avanzando hacia los intereses comunes de los norteamericanos y los iraníes».
Los elementos a destacar por la CDI, de seguro aparecen en los planes que se
sabe ahora firmó Bush: exponer al gobierno de Teherán como violador de los
derechos humanos, por tener un supuesto y prominente papel en el terrorismo
global, acusarlo de acumular armas de destrucción masiva, afirmar que hace
esfuerzos para minar los progresos a favor de la paz en el Medio Oriente, y
llamar la atención sobre el trato discriminatorio contra las mujeres.
Ahora, la orden bushiana enfatiza en las presiones económicas como arma más
efectiva para la CIA, según ha dicho el ex oficial de inteligencia y
especialista en Irán, Bruce Riedel, aunque esas «conclusiones presidenciales»
son altamente secretas, pero visibles para el Comité Selecto del Senado sobre
Inteligencia y su similar de la Cámara de Representantes...
Hay una salvedad, el aspecto «no-letal» de la directiva bushiana, lo que
significa que los agentes de la CIA no usarán la fuerza mortal en sus
operaciones secretas contra Irán. Dejamos a su albedrío el creer o no en tal
excepción, cuando otras operaciones encubiertas sí tienen autorización letal,
por ejemplo, contra al-Qaeda, el terrorismo —que por supuesto no incluye a sus
propios terroristas, como Luis Posada Carriles y sus compinches—, y la
proliferación nuclear.
El «ordeno» de George W. Bush fue bendecido, además, por el consejero de
Seguridad Nacional Steve Hadley, y por su segundo, nada menos que Elliott
Abrams, todo un experto en esos menesteres, pues recordemos que fue uno de los
pilares esenciales en otra celebérrima operación de desestabilización, el
Irán-Contra, llevada a cabo en Centroamérica para derrocar al gobierno
sandinista en Nicaragua. Ronald Reagan fue el presidente que dio el visto bueno
en aquella ocasión, y Abrams fue perdonado en 1992 por otro del clan, George H.
W. Bush, el padre del actual mandatario.
Simplemente, es el mismo equipo haciendo de las suyas, y en esta operación
encubierta hay mucha más tela por donde cortar. Los mantendremos informados.
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