“El mundo podría ser radicalmente
diferente y ya es hora de empezar a hablar del cambio
real”
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Sunsara Taylor
Traducción de inglés enviado
por Revolución
El domingo 24 de agosto en el Teatro Cleo Parker Robinson en Denver, 300
personas se reunieron para escuchar a representantes importantes de movimientos
contra la guerra, la represión y la tortura del régimen de Bush. La siguiente es
una trascripción revisada del discurso que pronunció Sunsara Taylor durante esta
Noche de Conciencia.
Para empezar, quisiera darles un cálido saludo a todos los que salieron hoy a
protestar. Hubo mucho que desafiar para hacerlo y hay que valorar eso. Hubo las
“jaulas de la libertad” con alambre de púas que la policía construyó para los
manifestantes, las tropas de asalto en la calle y todo ese alboroto en la prensa
de que los manifestantes eran peligrosos. Luego hubo todo el alboroto sobre
Obama (la “esperanza”) que se está promoviendo y que está desorientando a la
gente. Ante todo eso, salir y tomar posición de principios, contra la guerra,
contra la teocracia, contra todo lo que nos ha traído el régimen de Bush y al
cual Obama no se opone, es muy valiente, muy heroico y vale mucho.
Al mismo tiempo, nosotros éramos menos de lo que teníamos que ser, de lo que
debíamos de ser y de lo que muchos esperábamos. Quiero hablar franca y
honestamente sobre eso y lo que debemos sacar de ello. Escribo para el periódico
Revolución y he estado tratando ese tema. Recientemente escribí un
artículo, “La peligrosa lógica de bloquear protestas en nombre de elegir a
Obama”. Eso está pasando. Quizás han oído a algunos grupos hablar de una
“estrategia de adentro y afuera”. Cuando El Mundo No Puede Esperar estaba
movilizando para estas protestas, hablamos con muchas personas que dijeron: “Qué
bueno, estamos contentos de que estén organizando protestas en las calles contra
la nueva guerra contra Irán, contra la guerra en Irak. También estaremos allí...
estaremos realizando nuestra estrategia de adentro”. Es decir, tratar
de influenciar el Partido Demócrata desde adentro de la convención y
atraer a los delegados.
Pero en realidad, lo que está pasando es que muchos de estos grupos y líderes
“antiguerra” están desmovilizando toda protesta. Están realizando su “estrategia
de adentro” pero no han hecho nada para movilizar las protestas en las calles
para oponerse a este rumbo del cual está consciente el mundo entero.
Recreate 68 tuvo que hacer frente a todo eso. Voy a ser bien franca porque
importa. United for Peace and Justice, Leslie Cagan: dijo que quizás debemos
cancelar la protesta de hoy y en su lugar recomendó que fuéramos a hacerles
compañía a los delegados. Bueno, estoy de acuerdo con ir a hablar con los
delegados... para que nos acompañen en la calle, ¿me entiendes? Pero
Code Pink, Progressive Democrats for America, ¿dónde estaban hoy?
Mucha gente se está quedando descontenta con Barack Obama y este les está
enojando mucho. ¿Por qué? Como acaba de explicar Jeremy [Scahill], Obama no es
un candidato antiguerra. Quiere mandar diez mil tropas más a Afganistán. Amenazó
repetidamente a Irán con armas nucleares. Amenazó con intervenir en Pakistán de
forma unilateral. Eso no es ser un candidato antiguerra. Votó a favor de la ley
FISA de Bush que legalizó la vigilancia generalizada de la población
estadounidense y otorgó la inmunidad retroactiva a todos los que violaron la ley
durante el gobierno de Bush y a la industria de telecomunicaciones para que
nunca supiera el pueblo hasta qué punto llegó ese crimen. Este es un hombre que
ha dicho que quiere expandir los Programas Basados en la Fé de Bush. Hay una
embestida fascista contra los derechos reproductivos de la mujer —el derecho al
aborto, el derecho al control de la natalidad— y ¿cuál es su respuesta? “Hay que
reducir los abortos. Hay que buscar puntos en común”. Está presentando a Bob
Casey, un candidato antiaborto fanático, para discursear en la convención. Por
estos motivos mucha gente se está quedando descontenta con Barack Obama.
Francamente eso es algo positivo, pero no es suficiente.
Quisiera decirles algo más, porque realmente ha tenido un impacto. Tenemos
que reconocerlo. La revista The Nation publicó una carta abierta a
Barack Obama, y mucha gente que tiene mucho valor, que se han ganado
merecidamente el respeto del pueblo por su posición contra la guerra y el
programa bushiano la firmó; fue un error, y ha hecho daño. La carta dice, entre
otras cosas, que hay mucha, mucha gente que se había enajenado de la política de
costumbre, que se esperanzaron de nuevo con Barack Obama y la carta considera
eso como algo bueno. No lo es. La gente tiene razón de enajenarse. NO se trata
de cómo hacer creer a la gente ni cómo aprovechar nuestra trayectoria como
activistas contra la guerra para hacerle aceptar a Obama, sino: ¿cómo explicar
la verdad a la gente sobre lo que se necesita para eliminar todo lo que la tiene
tan enajenada en primer lugar?
Y el hecho de que Obama no va a parar ese programa. Claro, es diferente de
McCain en ciertos sabores o variedades, no lo niego. Pero esas diferencias
tratan cómo manejar un imperio, para eso está concursando. Y ya es hora de que
la gente reconozca esta realidad. No vamos a hacerles entender siguiendo la
corriente, recurriendo a la falsa esperanza con que él le tapa los ojos a la
gente. Lo vamos a hacer yendo a contracorriente, diciéndole a la gente la verdad
que necesitan saber: que Obama no representa el cambio que necesitas sino que
representa el cambio en que el sistema te permite creer.
Tenemos que estar presentes en las calles. Por eso creo que es tan importante
lo que la gente hizo hoy y por qué tenemos que perseverar en eso. En la cúpula
de poder nadie nos presta atención. No hay ningún árbitro allí. Nadie está
diciendo: “¿Qué es lo que el público realmente desea, para que yo lo realice?”.
Esta es la dictadura de una clase dominante del sistema capitalista. Las únicas
personas que van a ponerle fin a este programa son las que van a ir en las
narices de eso, que se mueven fuera de la política oficial, que se salen de los
cauces tradicionales, que van a las calles, que hacen paros en las
universidades, que suenan la alarma en desafío a los corredores del poder, que
desafiarán todo lo que están lanzando contra los periodistas ahora quienes dicen
la verdad, que promueven resoluciones en sus organizaciones profesionales de que
no participarán en la tortura, que no se dejarán que las espíen ni que lo
encubran: los que están dispuestos a arriesgarse.
Yo sé que mucha gente se desmoralizó. Cree que la protesta no funcione, que a
lo mejor esto no sea realista. Pero, mira, no hay nada menos realista que creer
que alguien de estos dos partidos o en todo ese marco nos vaya a atender.
A nosotros nos toca.
Sí, es más difícil. Está más arriesgado. Pero, francamente, es incómodo
reconocer esto, que irrumpan en tu casa en Irak, que agarren a tus hijos y se
los lleven a rastras y los desaparezcan, que hayan desplazado a cinco millones
de personas. ¿Nadie les pidió su opinión, verdad? Nadie preguntó a los moradores
de Nueva Orleáns si iban a quedar desplazados, cuando quedaron abandonados en
las azoteas y Bush hacía bromas, cuando mandaron tropas en una misión de rescate
con órdenes de disparar a matar. Eso es lo que hizo este gobierno.
Si quieres parar todo eso, te toca a ti, nos toca a nosotros; y sí, hay
riesgo.
Pero si revisas la historia y te fijas en lo que pasó en la Alemania nazi,
cómo la gente se tragó un ultraje tras otro y se intimidó, quedó aterrorizado.
El pastor Martín Niemöeller respondió después de eso. Es quien dijo: “Primero
vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada... Luego vinieron por los
judíos y no dije nada... Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no
quedaba nadie...” Es su cita más famosa y creo que es muy pertinente hoy. Pero
también dijo algo más que también vale la pena valorar. Dijo, miren, si
hubiéramos objetado cuando aún nos quedara tiempo, cuando aún tuviéramos
nuestras convicciones, cuando aún teníamos la capacidad de hacerlo, posiblemente
hubieran encarcelado o matado a 30 mil personas, pero imagínense no más lo que
hubiéramos prevenido.
No los voy a engañar con que vaya a ser fácil. Nos encontramos en las
entrañas de un imperio. Está cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Han legalizado la tortura, y los dos partidos, el sistema entero, están metidos
en eso. La historia nos juzgará según cómo actuamos.
Si tu lealtad al Partido Demócrata vale más que tu lealtad al pueblo, has
perdido el derecho de llamarte “dirigente contra la guerra”. [Aplausos]
Quiero decir eso en serio porque sé que puede ser desmoralizador. Podríamos
darnos gusto y decir: “Uy, qué muy militantes estuvimos...”. Y sí lo estuvimos y
lo era a todo dar. Pero no quiero darnos gusto no más. Somos menos de lo que
tenemos que ser. Pero aquí en este momento importa mucho si nos quedamos
desmoralizados o si nos hacemos más firmes en nuestras convicciones. El hecho de
que somos menos significa que nos toca más responsabilidad. De todos modos aún
tenemos razón y aún hay decenas de millones de personas en este país que no
quieren vivir en una nueva Roma, que no quieren vivir en un estado torturador.
Posiblemente se dejan engañar ahorita por Barack Obama, por la ilusión de que
vayan a conseguir un cambio mediante estos comicios. Posiblemente ese engaño lo
facilita un sector enorme (tanto como para dar vergüenza) del movimiento
antiguerra y el movimiento dizque pro derecho a decidir y más. Quizá lo facilite
pero la gente está descontenta, y la realidad se hará ver, el que Barack llegue
a ser presidente e intensifique la guerra, el que McCain suba a la presidencia y
defraude las ilusiones: habrá gente que estará viendo adelante a lo que viene. O
van a desmoralizarse y paralizarse, o van a radicalizarse y entrarle. Y la
diferencia entre las dos opciones depende desproporcionadamente de lo que
hagamos ahorita: de si le bajamos y medio ocultamos las malas noticias, o si nos
desafiamos las ilusiones de la gente y decimos la verdad sobre lo que realmente
se requerirá, el nivel de lucha y sacrificio, y sí, trastornos, que se requieren
para cambiar el curso de la historia.
Quisiera alentarlos en serio a que no nos desorientemos. Ya es hora para
tener valor estratégico, para cantarla derecho, para salir al pueblo en grande,
sin intimidarnos ni desorientarnos por las ilusiones generalizadas sobre Obama
ni porque somos pocos.
Ya es hora de radicalizarnos más.
Quisiera platicar de eso un minutito. Tratan de espantar con que “a qué los
radicales”. Radical simplemente quiere decir ir a la raíz. Quiere decir no nada
más tratar los síntomas sino la raíz del problema. Para mí, cuenta algo sobre la
cultura estadounidense de que tratan de espantar con la idea de ser radical. Eso
es un problema. [Aplausos]
No solo se trata de estas elecciones y de estos candidatos, aunque sí se
trata de ellos y sí es un momento histórico. Las elecciones en este país
—vivimos en una sociedad capitalista— y las elecciones las controla la
burguesía, la clase dominante. No toman las decisiones por medio de las
elecciones. Por eso nos dan dos opciones para continuar la guerra. Las
elecciones no son el mecanismo con el cual toman decisiones sino que
principalmente canalizan las energías políticas de la población, las limitan y
las llevan a un callejón sin salida. Sirven para conferir legitimidad al que
gane, para darle la apariencia de un mandato popular, de modo que cuando cometan
sus crímenes la gente piense: “A lo mejor soy el único, los demás votaron por
él”. Es una manera para confundir. Es una trampa. Es un engatusamiento. Y ya es
hora de hacernos bien radicales y darnos cuenta de que tiene su raíz en un
sistema y que realmente necesitamos otro sistema. Necesitamos otro mundo.
Necesitamos una revolución. [Aplausos]
Mucha gente dice: “Uds. critican y reterecontracritican pero ¿qué harían en
su lugar?”. Soy simpatizante del Partido Comunista Revolucionario y me
enorgullezco decir que acaba de publicar su nueva Constitución.
Nosotros los comunistas no queremos criticar así no más. Queremos el poder
estatal. Sabemos que podríamos manejar las cosas mucho mejor si tuviéramos el
poder. Les invito a que la consigan y que le entren. Necesitamos una solución
radical. Necesitamos un mundo nuevo. Necesitamos el socialismo. Necesitamos el
comunismo. Si tuviéramos el poder estatal, no habría guerras imperialistas. No
habría una epidemia de asesinatos policiales: doce hombres balaceados por la
policía de Chicago en cuatro semanas, sin mencionar a Sean Bell, Amadou, tantos
nombres, tantas lágrimas, tanta indignación, y sigue y sigue. Ser un joven negro
en este país en el año 2008 es traer pintado en la espalda una diana. ¿Cuánto
tiempo más? Si tuviéramos el poder estatal, se acabaría todo eso. Se acabaría la
situación en que la mitad de la humanidad —la mujer— se aterroriza simplemente
al andar por la calle y que el lugar más peligroso de su vida es su propia casa.
Una cuarta parte de las mujeres serán víctimas de una violación durante su vida.
Este es un sistema caduco y necesitamos un mundo diferente. [Aplausos]
Necesitamos toda una cultura diferente. Piensen en la energía, la
creatividad, la osadía de los jóvenes y su capacidad infinita de inventar nuevas
expresiones culturales, y luego cómo el sistema y la cultura que este promueve
distorsionan todo eso y lo convierten en nuevas maneras de degradar a la mujer o
de señorear a otro. No tiene que ser así. Si la gente pudiera vivir de otro
modo, y creo que esto se ve todo el tiempo, chocándose contra los confines del
sistema. Se ve en las canciones que las radioemisoras no tocan. Se ve en las
personas que se alistan a ser maestros en los ghettos y barrios, o que estudian
medicina con el deseo de llevar medicamentos contra el virus VIH al mundo. Pero
chocan con el hecho de que el sistema es más grande y el problema es más grande.
Pero si uno tuviera el poder estatal, todo eso podría recibir el apoyo del
estado. Se podría desencadenar. La gente podría vivir bien diferente.
O piensen en lo que significa que, ante la intimidación generalizada, ante
toda la represión y la legalización de la tortura y todo eso de “cuidado con lo
que digas”, que la gente sale y se enfrenta a todo eso, no solo por interés
propio sino porque le importan las vidas de la gente de Irak, de Afganistán, de
Irán, de Pakistán. Gente que jamás se han conocido. Es un sentimiento que guarda
mucha gente en lo profundo del corazón y podemos soltarlo y hacerlo realidad; si
tuviéramos el poder estatal, nadie estaría enjaulado por expresarlo. Tendría el
apoyo del estado. Liberaríamos las emisoras radiales y televisoras para el
disentimiento y el debate.
El mundo podría ser radicalmente diferente y ya es hora que empecemos a
hablar de un cambio real, cambio fundamental, cambio radical. Vamos a presentar
un programa el miércoles por la tarde en la Iglesia Unitaria a las 7 p.m. sobre
la Constitución del Partido Comunista Revolucionario. Invito a todos a
asistir y entrarle a la discusión y a hablar de cómo realmente crear un mundo
diferente. Estén o no dispuestos a eso, a debatir eso o todavía no, de todos
modos nosotros vamos a estar presentes en las calles con el pueblo, esta semana,
toda la semana y en adelante.
Todos, al regresar a casa, no debemos desorientarnos, debemos poner el reto
ante la gente porque la historia avanzará según lo que hagamos.
En fin, quiero darles otro saludo a todos los presentes. Posiblemente parezca
que ya haya pasado la tormenta, que los estadounidense se hayan calmado, que el
mundo se haya quedado como esté, y que supuestamente todo termine con Barack,
pero eso no es la realidad. En realidad es probable que nos encontremos en el
ojo de la tormenta, y se avecinen tormentas más grandes, y que importa mucho lo
que hagamos en este período.
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